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Putin y Powell dan por superadas las diferencias en la guerra, pero discrepan sobre el futuro de Irak

Pilar Bonet

El proyecto de resolución impulsado por EE UU para abolir las sanciones contra Irak no convence a Rusia, aunque ambos países continuarán trabajando para limar sus diferencias. El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, de visita ayer en Moscú, no logró que el presidente Vladímir Putin apoye un texto que legalizaría la transferencia a Estados Unidos y sus aliados del control de los ingresos del crudo iraquí, hoy bajo la supervisión de la ONU, aunque ambos hicieron esfuerzos por superar las diferencia sobre la guerra en Irak.

Con el impulso del Kremlin, que organizó el evento coincidiendo con la visita de Powell, la Duma (cámara Baja del Parlamento ruso) ratificó ayer el tratado bilateral de reducción de arsenales estratégicos, que los líderes de los dos países habían firmado en mayo de 2002. El documento, que contempla una reducción a 2.200 cabezas nucleares por país como máximo para 2012, fue congelado por la Duma en protesta por la intervención en Irak. El tratado tiene un valor eminentemente político, ya que vincula a Washington a un compromiso de desarme vago que Rusia estaba obligada a acometer debido a las dificultades para mantener sus arsenales. Tanto EE UU como Rusia tienen cada uno cerca de 6.000 cabezas nucleares estratégicas.

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La votación en la Duma, tras un debate a puerta cerrada de más de dos horas, fue de 294 votos a favor y 134 en contra. Al documento se opusieron sobre todo los comunistas.

EE UU y Rusia tienen "problemas pendientes" sobre la resolución del Consejo de Seguridad para abolir las sanciones a Irak, manifestó Powell tras una entrevista con Putin que, según dijo el ministro de Exteriores ruso, Ígor Ivanov, fue "breve", pero "sincera y constructiva" y que trató sobre multitud de asuntos, tanto bilaterales como internacionales. "Hemos tenido muchas discusiones recientemente sobre los problemas de Irak, pero hemos superado las diferencias y hemos logrado mantener la esencia de nuestra relación", dijo Putin.

Powell aclaró más tarde que la superación de las diferencias mencionada por el presidente no se refería a la suspensión de las sanciones. "Hemos descrito nuestras respectivas posiciones, pero hay problemas pendientes", dijo Powell, quien admitió que entre éstos se cuenta el papel de los inspectores de la ONU en Irak. Rusia quiere que éstos certifiquen sobre el terreno que no hay armas de destrucción masiva. Los interlocutores rusos, sin embargo, no insistieron ayer en público sobre esta cuestión formulada antes de forma expeditiva por Putin ante el primer ministro británico, Tony Blair.

La resolución de la ONU debe de ser amplia e incluir el problema de la seguridad, subrayó Ivanov, para quien el factor de seguridad será objeto de debate entre los dos países en los próximos días para la búsqueda de una resolución aceptable. "Es obvio que Irak necesitará ayuda internacional en asuntos de seguridad", dijo Ivanov, que se mostró partidario de una resolución que tenga en cuenta este punto.

Rusia tiene importantes intereses petroleros en Irak y realizaba el 40% del programa de la ONU Petróleo por Alimentos, mediante el cual los ingresos del crudo iraquí eran utilizados en la compra de bienes de consumo autorizados. Ivanov considera importante que la resolución "cree la base legal necesaria para la reconstrucción de Irak". El jefe de la diplomacia rusa consideró que las relaciones bilaterales han "sobrevivido" a la crisis de Irak.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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