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México rechaza abrir su monopolio petrolero a la inversión de EE UU

Juan Jesús Aznárez

La propuesta estadounidense que condiciona la negociación de un acuerdo migratorio a la apertura del monopolio Petróleos Mexicanos (Pemex) a la inversión norteamericana fue rechazada por la presidencia de México. Había sido promovida por un congresista republicano, Cass Ballenger, que nunca ocultó su disgusto por la posición mexicana en la guerra de Irak, contraria a una invasión sin el aval de la ONU. La resolución de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, con el voto negativo de los demócratas, certifica que Washington venderá cara cualquier concesión.

La negociación del acuerdo migratorio ha sido la prioridad del Gobierno de Vicente Fox, investido en diciembre de 2000. Cerca de cuatro millones de nacionales indocumentados trabajan en EE UU, domicilio de más de 25 millones de personas de origen mexicano. "De ninguna manera se aceptará negociar dicho acuerdo a cambio de la apertura de Pemex a inversionistas extranjeros", precisó un comunicado de la Presidencia mexicana. "No se privatizará ni se venderá Pemex". Las negaciones fueron en cadena: desde el conservador partido oficial y la izquierda, hasta los editorialistas y sindicatos. El cardenal Norberto Rivera denunció "chantaje".

"Le decimos al presidente que esperamos que se faje bien los pantalones y defienda lo que es de toda la nación", pidió Rosario Robles, presidenta del izquierdista Partido de la Revolución Democrática. El ex secretario (ministro) de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda no cree que haya que escandalizarse. La resolución, dijo, "refleja un ánimo de negociar". Desde las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México) "se estableció una cierta simetría o paralelismo entre los dos temas (migración y energía)". Ese tratado está en vigor desde 1994.

No obstante, el texto patrocinado por el republicano de Carolina del Norte es abrupto, inesperado, nada diplomático y alevoso, según la mayoría de las reacciones. El avance de las negociaciones migratorias, estancadas desde el 11-S, señala, debe estar acompañado por reformas en el sector petrolero, que considera "ineficaz y plagado de corrupción". La reforma fundamental es abrirlo a los inversionistas norteamericanos. Pemex, que exporta anualmente 1,88 millones de barriles, fue nacionalizada en 1938. Fox ha intentado la progresiva entrada de la inversión extranjera a través de los llamados contratos de servicios múltiples.

Las relaciones bilaterales se enfriaron después del 11-S, fecha en la que la solidaridad mexicana fue considerada tibia o tardía en sectores oficiales de Washington, y durante el debate en la ONU sobre Irak. "No es la posición de México ante el 11 de septiembre o el tema Irak o que más molesta a Estados Unidos", señala el analista Jorge Fernández, "sino el doble lenguaje o, de plano, el silencio sobre las verdaderas intenciones del Gobierno mexicano ante temas graves".

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