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LA POSGUERRA DE IRAK | El papel de los chiíes

El ayatolá Al Hakim llama a la 'yihad' por la independencia

El líder del Consejo de la Revolución Islámica de Irak reúne a decenas de miles de seguidores

Jorge Marirrodriga

Decenas de miles de personas aclamaron ayer por las calles de Nayaf, la capital espiritual de los chiíes de todo el mundo, el retorno del ayatolá Mohamed Baqer al Hakim, líder del Consejo de la Revolución Islámica en Irak. El líder religioso llamó a sus seguidores a la "guerra santa" por la independencia de Irak, matizando inmediatamente después que la yihad debe hacerse "sin violencia".

El acto supuso una nueva demostración de fuerza de los islamistas chiíes, que hicieron gala una vez más de un eficaz servicio de orden y de pericia en el manejo de las masas de seguidores.

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"Los americanos nos están mirando con un solo ojo sin darse cuenta de lo que nosotros somos. Ante ellos nos tenemos que unir. Tiene que haber una unión islámica en nuestros espíritus", declaró Al Hakim, de 66 años, en el interior del recinto más sagrado para los chiíes: la mezquita de la tumba de Alí, yerno de Mahoma, abarrotada ayer. Sus seguidores le esperaban desde hacía varias horas entonando versos del Corán y gritando consignas proislamistas. Al Hakim acusó a Estados Unidos de haber apoyado en un principio la dictadura de Sadam y preguntó: "Sadam, el humilde, ¿dónde estás ahora? ¿Dónde están los que lucharon por ti?", la pregunta fue respondida por el gentío al grito de "¡Sadam cobarde!".

Ni en el recorrido que llevó al líder chií al centro de la ciudad, ni en los alrededores de la mezquita, había rastro de tropas estadounidenses ni de la policía al servicio de la Administración civil nombrada por EE UU. Horas antes, el alcalde laico de Nayaf, Abdul Munim Maarner, hasta hace un mes coronel del Ejército de Sadam Husein, señaló que "no me afecta la entrada de Al Hakim en Nayaf, y sus seguidores que digan lo que quieran; al fin y al cabo, ésa es la democracia". Las paredes de su despacho están desnudas y sólo cuelga de ellas la carta que el presidente de EE UU, George W. Bush, envió al pueblo iraquí después de la caída de Sadam Husein.

Miles de personas identificadas con una acreditación especial formaban el servicio de seguridad de los chiíes organizados en varios anillos cuyo centro era la mezquita de Alí. En cada anillo se filtraba a las personas que accedían mientras por la megafonía instalada por toda la ciudad se ordenaba a los seguidores de Al Hakim que siguieran las instrucciones y que, en caso de producirse una avalancha humana, no se dejaran llevar por el pánico.

En el interior de la mezquita decenas de miles de personas corearon las alusiones a EE UU del líder chií. "Los americanos apoyaron al principio a los talibanes mientras éstos atacaban a los chiíes. Después tuvieron que destruir a los talibanes. Luego, aquí, los americanos apoyaron a Sadam, que atacó a los chiíes, y más tarde tuvieron que destruir a Sadam. ¿Cuál es la política de EE UU?".

Al Hakim llegó a Nayaf -protegido por un cuerpo especial de milicianos armados- procedente de Nasiriya, donde había realizado unas duras declaraciones contra la presencia de tropas estadounidenses en el país. Sin embargo, en Nayaf, rebajó el tono y en ningún momento criticó esta presencia, aunque repitió en numerosas ocasiones la palabra "independencia". En una parte de su intervención, que se prolongó por espacio de una hora, reclamó esta independencia para "poder hablar abiertamente y formar un Gobierno en el que participen chiíes, suníes, árabes, kurdos y todas las tendencias de Irak". "Ya ajustaremos cuentas después con Sadam Husein", añadió mientras los presentes prometían entregar "la sangre" por él y comenzaban a golpearse en el pecho.

En el patio de la mezquita había numerosos retratos de varios líderes chiíes, entre ellos el del ayatolá Jomeini. Al Hakim, quien en varias ocasiones lloró durante su intervención, pidió la celebración de elecciones. "Si yo voy a ser un líder para todos los iraquíes, eso lo debe decidir el pueblo. No represento a la religión, sino al pueblo". En el mismo balcón desde el que hablaba Al Hakim se encontraban presentes varios representantes de la escuela coránica de Nayaf, conocida como "el seminario", que se encuentra en la cúspide del sistema administrativo levantado, sin el permiso de EE UU, por los chiíes en numerosas ciudades entre Bagdad y Basora.

A diferencia de otras ciudades iraquíes, en Nayaf no está vigente el toque de queda y sus comercios y mezquitas están abiertos hasta bastante después de la puesta del sol. La Administración civil únicamente es visible por algunos agentes de policía, armados con fusiles chinos, copia de los Kaláshnikov y sin balas, que vigilan algunos cruces de la ciudad. Según el alcalde, son 700 ex policías de Sadam Husein de los 1.400 que había durante la dictadura. Además, en algunos puntos de Nayaf se ven de vez en cuando parejas de periodistas con aspecto anglosajón cuya musculatura despierta dudas entre los comerciantes. "Éstos son soldados americanos, lo sabemos antes de que abran la boca", opina con un guiño Haider Husein, en una tienda del zoco.

Con el anuncio de la llegada de Al Hakim, las mujeres parecían haberse esfumado de las calles de Nayaf; las pocas que circulaban por ellas eran recriminadas por los hombres, especialmente aquellas a las que el chador dejaba ver parte del cabello.

El ayatolá Mohamed Baqer al Hakim se dirige a miles de seguidores en Nayaf.
El ayatolá Mohamed Baqer al Hakim se dirige a miles de seguidores en Nayaf.AFP

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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