"Durante toda la vida hay una interacción entre vivencia y memoria"
Pregunta. Usted dedicó toda su vida de investigador a la memoria. Pero ¿qué hay de sus propios recuerdos de su infancia en Viena?
Respuesta. Son muy claros: la entrada de Hitler en marzo de 1938. Recuerdo perfectamente a los miles de personas que corrían por las calles. Por casualidad me encontré con un amigo de colegio, que me dijo de repente: "Mi padre me ha prohibido que hable contigo porque eres judío".
P. ¿Cuál es el proceso decisivo para que algunas imágenes y algunos episodios y sentimientos sigan vivos en la memoria hasta una edad muy avanzada?
R. Las vivencias relacionadas con la toma del poder de los nazis son
imborrables, porque fueron muy traumáticas.
P. Seguramente vuelve a acordarse de esos momentos cada vez. Habló con otros sobre ellos, y leyó sobre estos acontecimientos en libros so-bre el III Reich. ¿No es cierto que estas circunstancias modifican los recuerdos que cree tener de sus propias vivencias?
"Cada individuo tiene un cerebro único desde el punto de vista anatómico, porque ha sido formado por las vivencias y experiencias. Incluso en hermanos gemelos"
"Probablemente, la flexibilidad del pensamiento se ve limitada por un exceso de información. Puede resultar sano mantener el cerebro libre de cosas desagradables"
R. Por supuesto que lo hacen. Mi primera tesis doctoral -había estudiado historia- se ocupó del comportamiento de los intelectuales austriacos y alemanes durante el III Reich. Seguramente, ello contribuyó a que mis recuerdos pudieran madurar.
P. ¿Madurar o tergiversar?
R. Usted puede llamarlo como quiera. Lo que es seguro es que durante toda la vida hay una interacción entre vivencias y memoria. Para ello hay una explicación fisiológica: sabemos que todos los datos almacenados en el cerebro de forma consciente son procesados en una zona del cerebro llamada hipocampo. Desde allí son transferidos a la corteza cerebral y son almacenados en el mismo lugar donde fue procesado el impul-so realizado. En mi cerebro existe,
por tanto, un lugar responsable
de que reconozca una cara conocida, pero también de almacenar una cara
aún desconocida. La realización
y el almacenamiento tienen lugar
en el mismo sitio.
P. Y ambas, la vivencia y la memoria, ¿tienen por eso una influencia recíproca?
R. Sí, exactamente.
P. ¿Piensa usted como investigador del cerebro que en algún momento será posible entender completamente esta interacción? ¿Dispondremos al final de una imagen completa de la mente humana?
R. ¡Huy!, es más bien una cuestión filosófica si la mente humana
va a ser capaz de entenderse a sí misma...
P. Pero en lo que afecta a la memoria, su especialidad, la investigación ya ha avanzado mucho.
R. Hay muchas cosas que desconocemos incluso en este campo.
Pero hay muchos puntos a favor de que la memoria sea la primera capacidad cognitiva que entenderemos completamente a nivel molecular.
P. ¿Y no desempeñaron sus propios recuerdos un papel en su interés por el fenómeno de la memoria?
R. Por lo menos, mis recuerdos de Viena fueron decisivos para que me dedicara a la biología. En Harvard di con un grupo de simpatizantes de Freud. Me pareció más interesante para la memoria que mi carrera de historia y fue un punto de partida
directo para entender por qué la mente humana es capaz al mismo tiempo de memorizar a Goethe y construir campos de concentración.
P. Pero parece que, a la larga, el psicoanálisis tampoco le satisface.
R. Yo quería saber cómo funciona la mente. En Freud, el problema consiste en que hizo afirmaciones clínicas sobre el cerebro sin fundamentarlas biológica y empíricamente. Dentro de 40 o 50 años, muchas de sus tesis habrán sido descartadas, pero también habrá otras que serán probadas.
P. ¿Qué tesis de Freud han resistido hasta ahora la verificación empírica?
R. Tomemos, por ejemplo, su afirmación de que existen muchos procesos inconscientes en el cerebro, una profecía fantástica. Mientras tanto, sabemos que no somos conscientes de muchas de las cosas que sabemos. Pero la memoria inconsciente no tiene nada que ver con instintos sexuales.
P. Entonces, ¿con qué?
R. Los contenidos de la memoria inconsciente -o, como dicen los investigadores del cerebro, la memoria implícita- tienen un carácter mucho más banal. Al aprender a conducir un coche o a jugar al tenis se hacen los movimientos sin pensar, al mover el pie hacia delante u oscilar el brazo hacia atrás. Son movimientos automáticos que no involucran al hipocampo responsable de la memoria consciente explícita.
P. Pero lo que dice usted acerca de la memoria inconsciente, ¿sólo
vale para las habilidades motoras?
R. No, en absoluto. Una gran parte de nuestras percepciones está almacenada en nuestra memoria implícita. Los objetos son reconocidos de forma automática. Es posible estudiar este fenómeno de forma especialmente clara en pacientes con amnesia, es decir, personas que presentan un fallo de la memoria explícita.
P. ¿Y qué papel desempeñan estos recuerdos inconscientes? Freud afirmó que tenían una fuerte influencia sobre nuestra psique.
R. Hoy día existen dos opiniones. La freudiana sostiene que todos los acontecimientos son almacenados, aunque los de los primeros años de vida sólo se almacenan de forma inconsciente, por lo que se puede acceder a esta memoria sepultada sólo mediante métodos especiales de psicoanálisis. No obstante, la mayoría de los biólogos piensa que el cerebro de un recién nacido aún no está en condiciones para almacenarlo todo. La verdad se sitúa, seguramente, en algún punto intermedio.
P. También los animales tienen memoria. ¿Se parece la forma de
su memoria más a la de los niños pequeños?
R. Las diferencias entre hombres y animales es menor de lo que se piensa. En cualquier caso, se ha podido demostrar que los procesos moleculares, que se producen en seres vivos muy primitivos, también se producen en los hombres.
P. ¿Quiere decir en serio que un caracol puede recordar vivencias de su infancia?
R. Lógicamente, el hombre dispone de mecanismos adicionales, sobre todo a través del lenguaje. Sin embargo, uno de los descubrimientos más fascinantes de la investigación de la memoria tal vez sea la gran extensión de los principios fundamentales. Por ejemplo, hemos comprobado que las proteínas responsables de los mecanismos de la memoria pueden encontrarse incluso en gusanos o bacterias de levadura, aunque en éstos asumen, lógicamente, otras funciones. Esto demuestra que la evolución no se deshace de ninguna información genética, como puede que haga un constructor de coches que tira un viejo guardabarros por haber desarrollado otro nuevo. La evolución vuelve siempre a servirse de moléculas que en alguna ocasión demostraron su utilidad.
Lo único que hace es transformar las diferentes piezas, igual que un constructor de calderas.
P. ¿Cuál es el invento básico de la evolución que hizo posible la memoria por primera vez?
R. La clave de la capacidad memorística consiste en que las conexiones con las células nerviosas, las sinapsis, son plásticas. Pueden sufrir modificaciones bajo la influencia de la experiencia.
P. Entonces, ¿significa esto que la experiencia modifica nuestro cerebro?
R. Sí. Esto, a su vez, lleva a la constatación interesante de que cada individuo tiene un cerebro único desde el punto de vista anatómico, porque ha sido formado por las vivencias y experiencias. Incluso en hermanos gemelos, que comparten todos los genes, tienen cerebros diferentes.
P. ¿También se ha ido modificando nuestro cerebro durante el tiempo que hemos estado hablando?
R. Eso espero. Naturalmente, esto depende de su edad.
P. Entonces, ¿una hora es suficiente para hacer que broten sinapsis dentro del cerebro?
R. Efectivamente. Hemos comprobado que para que se produzcan los primeros cambios es necesario un tiempo de media a una hora.
P. ¿Explica esto por qué una idea es retenida en la memoria y otra no?
R. Al menos sabemos una cosa: existe una molécula que bloquea la transferencia de la información de la memoria a corto plazo a la memoria
a largo plazo. Sólo cuando se suprime el efecto de la molécula, un nuevo contenido puede encontrar de forma duradera el camino a la memoria.
P. Pero se trata de un capricho extraño de la evolución. Sin dicha molécula, ¿podríamos acordarnos de todo lo que percibimos?
R. Sí, podemos partir de esto...
P. ¡Eso sería fantástico!
R. ... sólo que el cerebro se llenaría entonces de basura que enterraría toda la creatividad de la mente. Aunque existen unas pocas personas con una memoria casi fotográfica. Todos se quejan de la basura de información en sus cabezas.
P. Entonces, ¿esta molécula bloqueadora no ayuda a gestionar el espacio libre en nuestra cabeza?
R. Eso no se sabe con toda exactitud. Probablemente, la flexibilidad del pensamiento se ve limitada por un exceso de información. Además, también puede resultar sano mantener el cerebro libre de cosas desagradables. Piense en todos los acontecimientos terribles que en su día pasaron en Viena. Uno quiere disponer de mecanismos para deshacerse de estos recuerdos.
P. A pesar de todo, un interruptor molecular capaz de delimitar lo que llega a la memoria constituye un
punto de partida farmacológico interesante...
R. Sí, por supuesto hay una gran tentación de influir artificialmente en este interruptor, sobre todo al saber que este mecanismo funcional empeora conforme avanza
la edad.
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