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Reportaje:REPORTAJE

Pastillas contra el olvido

A la edad madura de dos años, la distracción salta a la vista. De repente, los caminos conocidos parecen extraños. Indecisos y errantes, los ratones de experimentación pasan sobre una superficie blanca y circular buscando el agujero de la salvación que les lleva a su escondite. Medido en la experiencia de vida de su especie, los ratones ya se encuentran en la edad de jubilación. Los animales, que presentan un alto grado de demencia, ayudaron decisivamente a que Eric Kandel pudiese hacer realidad su sueño de investigador: el neurólogo de Nueva York se ha empeñado en preservar de la pérdida de memoria a las personas entradas en edad. Para ello hubo que poner a los ratones de forma artificial en el estado senil. Hace ahora 11 años que consiguió alterar artificialmente el código genético de los ratones, lo que permitió prácticamente anular la memoria de los animales. "Así podremos investigar hasta en los detalles genéticos lo que pasa en el cerebro al aprender y recordar", explica el investigador, de 73 años de edad. Y mientras tanto, durante la búsqueda de los mecanismos para volver a activar el interruptor de la memoria, Kandel ha hecho un descubrimiento en sus débiles roedores. Una sustancia activa descubierta por él actúa, al menos en los ratones, contra la pérdida de la memoria. Ahora, el científico también está dando esperanzas a los humanos: "Dentro de cinco años existirá una pastilla para la memoria", promete Kandel.

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Para este vienés de nacimiento esto significaría la culminación de su vida. Su primer gran mérito como joven científico de neurología consistía en estudiar con objetos de experimentación lo más sencillos posibles los procesos de la memoria entre las células nerviosas. En primer lugar eligió para sus experimentos a ciclópteros, unas caracolas de mar bastante escurridizas con neuronas comparativamente gigantes. "Algunas de sus células nerviosas pueden verse a simple vista", comenta Kandel. De esta manera descifró el almacenamiento de los impulsos nerviosos dentro de la red de neuronas. Para procesos conscientes de aprendizaje, para los que está especialmente capacitado el hombre, fue necesario encontrar un animal de experimentación genéticamente más desarrollado, y dio con los ratones, con una memoria anulada mediante técnicas genéticas. En el año 2000 recibió el Premio Nobel de Medicina por descubrir los procesos moleculares, que son la base para el aprendizaje y la memoria.

Kandel espera ahora cosechar los frutos que podría dar su investigación básica en materia de lucha farmacéutica contra enfermedades neuronales degenerativas como el alzheimer. En la empresa farmacéutica fundada por iniciativa suya bajo la denominación de Memory Pharmaceuticals, ubicada cerca de Nueva York, se sigue ahora una nueva base de partida contra el olvido, disponiendo ya de una serie de sustancias activas. La empresa se mueve en un mercado de futuros muy agitado que se encuentra ahora en una fase decisiva: "Actualmente, los grandes grupos farmacéuticos compran participaciones en pequeñas empresas incipientes con perspectivas de éxito", comenta Axel Unterbeck, presidente de la Memory Pharmaceuticals. El directivo alemán acaba de negociar la empresa de Kandel con el grupo Hoffmann-La Roche, que comenzará este mismo año con la experimentación de una de las sustancias activas (MEM 1414) en un hospital europeo.

La demanda de un producto para la mejora de la potencia memorística parece ser incalculable. El mundo se está convirtiendo en un planeta de viejos. Según describe Vincent Simón, ex jefe de la empresa rival Cortex Pharmaceuticals, en el futuro la escena en los paraísos de pensionistas en los extrarradios de las ciudades será la siguiente: "Necesitaremos flotas completas de coches para llevar a los corredores a casa porque no pueden encontrar el camino de vuelta". Y los grupos farmacéuticos ya apuntan a personas mucho más jóvenes que aún no presentan una enfermedad aguda. Porque la pérdida de memoria, como demuestran algunas pruebas, empieza ya mucho antes. A partir de la edad de 25 años se manifiestan los primeros síntomas. A mediados de los 50, el cerebro empieza verdaderamente a encoger: cada año, su volumen disminuye un 1%. A los 70, el 60% de las personas presentan ligeros fallos de la memoria.

Toda persona mayor conoce las consecuencias: no puede recordar los números de teléfono, olvida los nombres, no encuentra las calles con tanta facilidad como antes. "Es como un contacto suelto en las células nerviosas. Las sinapsis parpadean como una bombilla defectuosa", dice Michael Zaudig, médico jefe de una clínica psicosomática cerca de Múnich (Alemania).

Muchas empresas farmacéuticas persiguen actualmente la estrategia de optimizar los preparados desarrollados contra el alzheimer de manera que puedan administrarse ya en parte a mitad de los 50 como medida preventiva. Pero hasta ahora las sustancias activas aún presentan demasiados efectos secundarios para poder ser administradas como medida preventiva. Además, muchas veces estos preparados mejoran sólo la atención y concentración de los pacientes, pero no solucionan el problema en sí de la pérdida de memoria, la capacidad menguante de traspasar las informaciones de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo, es decir, ese mecanismo que Kandel fue capaz de descifrar molecularmente.

Sus conocimientos deben ayudar ahora a conseguir que las células nerviosas reciban impulsos para crecer incluso a edad avanzada, establecer conexión entre sí y anclar de esta manera los contenidos de la memoria en el cerebro. "En los ensayos con animales ya hemos probado con éxito sustancias activas que refuercen este entramado, y con ello la memoria". En un primer momento, las pastillas sólo deben ser administradas al diagnosticar un cuadro de enfermedad claramente diagnosticado. Pero ya se marca la tendencia al medicamento como un estilo de vida. Una especie de Viagra para el cerebro, administrado a partir de los 40 como profiláctico contra la pérdida de memoria, podría convertirse un día en una rutina como los complementos vitamínicos y el café del desayuno.

© Der Spiegel

El Nobel de Medicina Eric Kandel.
El Nobel de Medicina Eric Kandel.AP

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