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Centros de investigación y empresas compiten por patentes basadas en el virus

El espíritu de colaboración internacional que hizo posible el descubrimiento del virus de la neumonía asiática ha desaparecido, víctima de los potenciales beneficios económicos para quien logre las patentes. Al menos tres centros de investigación y varias empresas de biotecnología libran una carrera contrarreloj para conseguir los derechos exclusivos del genoma, la comercialización de fármacos y las pruebas de diagnóstico. Todos han solicitado patentes en Estados Unidos porque, a diferencia de otros países donde no existen plazos de tramitación, las leyes estadounidenses lo limitan a un año.

El Centro de las Ciencias del Genoma de Canadá ha solicitado los derechos para patentar todos los genes del virus que ellos fueron los primeros en secuenciar. La Universidad de Hong Kong busca una patente del propio virus, y el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Atlanta (EE UU) también ha presentado una petición para patentar sus hallazgos. Al mismo tiempo, varias empresas de biotecnología están tramitando peticiones similares con el fin de patentar futuros fármacos y tests.

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La guerra de las patentes ha inquietado a muchos científicos que consideran que la facilidad con la que hoy se secuencian genes los excluye de la categoría de inventos. Marco Marra, jefe del equipo de Canadá, y el Instituto Bernhard-Nocht de Alemania se han excluido voluntariamente de las solicitudes de patente.

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