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Lula emprende un recorte histórico de las pensiones para relanzar la economía de Brasil

La izquierda brasileña critica el proyecto, clave para el éxito de la gestión presidencial

Juan Arias

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, presentó el miércoles en el Parlamento dos grandes reformas constitucionales, la de la Seguridad Social y la del sistema fiscal, ante las que sus antecesores se habían estrellado siempre y de cuya aprobación o rechazo dependerá el éxito o el fracaso de su gestión presidencial. Al cumplir tres meses en el poder, la coyuntura no podía ser más favorable para Lula: el dólar retrocede frente al real -más incluso de lo que los exportadores desearían-, la inflación está en declive, la economía crece y el índice de riesgo disminuye aceleradamente.

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Sin embargo, no todo son rosas para el primer presidente de izquierdas de Brasil. Las espinas le han brotado en el seno de su propio Partido de los Trabajadores (PT), donde el ala más extremista de izquierda le ha plantado cara al anunciar que votará en contra de las reformas. Un plantel de diputados petistas no acepta que los funcionarios jubilados tengan que pagar impuestos, como indica la nueva Ley de Seguridad Social, y hasta han sacado a la luz un documento en el que el actual presidente se oponía a dicha medida durante el mandato de su predecesor, Fernando Henrique Cardoso.

Lula dijo a los revoltosos que todos en el partido "tienen derecho a disentir, a dialogar y hasta a decir bobadas", pero que "a la hora de la verdad" es necesario acatar la disciplina del partido. En una sesión conjunta de las dos cámaras del Parlamento, el presidente sostuvo el miércoles que las reformas, lejos de perjudicar a los más pobres, demostrarán que la izquierda de América Latina es capaz de gobernar con estabilidad.

"Estas reformas no van a beneficiar a algunos y perjudicar a otros", dijo Lula ante el Parlamento, "servirán para ver si somos capaces de transformar a nuestro país en una nación desarrollada que conquista el lugar que debería ocupar ya en este mundo globalizado". Lula asistió a la reunión acompañado por los gobernadores de los 27 Estados de Brasil, que mostraron así su apoyo a las reformas.

Un grupo de manifestantes abucheó al presidente y a su esposa cuando se dirigían a pie hacia el Parlamento por las calles de Brasilia. Lula pasó también un mal trago horas antes en Río de Janeiro, donde 200 funcionarios y militantes comunistas le abuchearon en un acto público.

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Pero ha sido tajante con los críticos. En vísperas de la presentación de las reformas, reunió a los 92 diputados de su partido, mayoritario en el Congreso, y les habló con el corazón en la mano. Citando a John F. Kennedy, les pidió que se olviden de sus intereses electoralistas para pensar en el bien de todo el país, y les dijo que si esta vez el PT pierde el tren "no volverá a gobernar la izquierda en Brasil en 50 años".

Expulsar a los disidentes

Lula les recordó que cuando en los años ochenta tres diputados del partido tuvieron que ser expulsados, él lloró, pero firmó la medida. Y subrayó que si esta vez es necesario expulsar a los que voten en contra de las reformas, lo hará, aunque lo sienta como una herida en su propia carne. Y con cierta ironía les dijo a esos diputados que estos días están acaparando las primeras páginas de los periódicos, que cuando salgan del partido "nadie les hará caso".

Los disidentes, entre los que figura Luciana Genro, hija de Tarso Genro, secretario del Consejo de Desarrollo Económico y Social y mítico ex alcalde de Porto Alegre, no se han arrugado y anunciaron que participarán en las protestas convocadas por los funcionarios jubilados. "No sería justo", afirmaron los opositores a las reformas, "que se nos expulse por defender a los trabajadores".

A los disidentes tampoco gustó una campaña publicitaria lanzada por el Gobierno de Lula en la televisión en la que explica a la sociedad brasileña la importancia de la aprobación de las reformas tributaria y de la Seguridad Social. La ironía es que mientras la parte extremista del PT está dispuesta a boicotear las reformas, Lula ha tenido el apoyo de personajes de primera plana de la oposición, como la del gobernador de Minas Gerais, Aécio Neves, del Partido Socialista Democrático de Brasil (PSDB), y del gobernador del poderoso Estado de São Paulo, Geraldo Alckmin, del mismo partido. El gobernador de Minas Gerais, uno de los políticos jóvenes de mayor peso en este pais, afirmó: "No tenemos derecho a dejar que el presidente pierda esta oportunidad de hacer las reformas".

Luiz Inácio Lula da Silva, en el centro, en la rampa del Palacio Presidencial en Brasilia.
Luiz Inácio Lula da Silva, en el centro, en la rampa del Palacio Presidencial en Brasilia.ASSOCIATED PRESS

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