Rumsfeld y Bechtel, siempre juntos en el camino de Bagdad

Hace 20 años, en 1983, Donald Rumsfeld se reunió en Bagdad con Sadam Husein en una cordial entrevista en la que ambos prodigaron sonrisas, hablaron de la reanudación de relaciones diplomáticas, suspendidas a raíz de la guerra árabe-israelí de 1967, y discutieron un posible negocio que interesaba sobremanera a Washington, el incremento de las exportaciones petroleras de Irak, que podría realizarse a través de un oleoducto hasta el puerto jordano de Aqaba, cuya construcción Bechtel estaba negociando con el régimen iraquí.

Irak llevaba entonces tres años combatiendo con Irán y aunque a la Administración de Ronald Reagan le hubiese gustado que ambos países perdieran la guerra, como dijo Henry Kissinger, la República Islámica era enemigo más de temer. El uso de gas por los iraquíes contra los iraníes era un asunto despreciable.

En 2003, los mismos protagonistas vuelven a cruzarse en el escenario iraquí, con las armas de destrucción masiva convertidas en casus belli. El entonces emisario especial para Oriente Próximo es hoy jefe del Pentágono y ha acabado con Sadam. Bechtel reanuda una historia de trabajo en el país que se remonta a 1950, cuando fue contratada por la Compañía de Petróleo de Irak para construir un oleoducto de 900 kilómetros que llevara crudo desde Kirkuk al puerto sirio de Baniyas. También trabajó, hasta que las sanciones de la ONU lo impidieron en 1990, en la construcción de una central hidroeléctrica cerca de la frontera turca. El oleoducto del que Sadam habló con Rusmsfeld no llegó a construirse por la falta de garantías de seguridad por parte americana ante un eventual ataque israelí.

Tras las bambalinas

Bechtel movilizó infructuosamente en aquellos años todos los recursos disponibles para conseguir la contrata, y en su triunfo de ahora intuyen los críticos una movilización semejante para influir sobre la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID). La primera constructora norteamericana goza del más envidiable acceso. Su presidente -Riley Bechtel, biznieto del fundador, con una fortuna estimada en 3.200 millones de dólares por la revista Forbes- fue nombrado en febrero por George Bush miembro del Export Council, un organismo que orienta a la Casa Blanca en comercio internacional. Su vicepresidente para operaciones petroleras y químicas, el general retirado Jack Sheehan, forma parte del Consejo de Política de Defensa, que asesora a Rumsfeld. George Shultz, ex presidente de Bechtel, fue secretario de Estado con Reagan, como Caspar Weinberger, que dirigiera a los abogados de la constructora, lo fue Defensa.

USAID no ha explicado las razones de su elección, pero el tamaño y la experiencia de Bechtel estuvieron entre los motivos que llevaron a la agencia a invitar a la multinacional californiana a concursar por un programa de 680 millones de dólaresm que es el pico de los 11.600 millones que el año pasado facturó la compañía de San Francisco. Bechtel, con unos 47.000 empleados, ejecuta en la actualidad alrededor de 900 proyectos en unos 60 países. En Oriente Próximo tiene unos mil empleados y cinco delegaciones, a los que ya se han empezado a unir efectivos movilizados para la reconquista de Irak.