La ciencia, un mundo desigual
Es cuestión de tiempo. Ahora hay muchas más mujeres estudiando, así que pronto habrá más catedráticas, profesoras de investigación y mujeres en la gestión de la ciencia. Sólo hay que tener un poco más de paciencia. Éste es un argumento tan repetido como falso. Las investigaciones y las estadísticas son muy tozudas y demuestran que en los niveles bajos siempre hay más mujeres, pero que difícilmente pasan los filtros para llegar a puestos más altos. Muchas profesoras asociadas, pero pocas catedráticas. Quizá tenga algo que ver con ello el hecho de que el 80% de los miembros de tribunales para cátedras de universidad o plazas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sean siempre varones.
Hace menos de un año, un grupo de científicas crearon la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas "para tratar de lograr la plena incorporación de la mujer en la ciencia"
Desde 1982, en la universidad española hay más alumnas que alumnos, y, en cambio, la proporción de catedráticos y catedráticas sigue igual o peor que antes
La acumulación de datos es inexorable y muestra la situación claramente; por eso, "lo primero que queremos es tener datos, hacer visible el problema". Flora de Pablo, profesora de investigación del Centro de Investigaciones Biológicas, del CSIC, es la presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas. "Arrastramos las desigualdades desde hace mucho tiempo, pero no siempre son claramente visibles, por eso estamos haciendo este trabajo". Como dice Hillary Rose, una colega británica, si no hay estadísticas, no hay problema, y si no hay problema, no hay políticas para solucionarlos, sólo gestos". Así, hartas de gestos, quieren mostrar los datos.
Al final de la carrera
El número de mujeres en el sistema de ciencia y tecnología español es claramente inferior al de varones. Por ejemplo, en el CSIC hay, según datos de 2002 y en el escalón superior del escalafón, un 13% de profesoras de investigación frente a un 87% de varones; pero eso no es lo más llamativo: según datos recogidos por Paloma Alcalá, de las 16 personas que promocionaron en la convocatoria de 1999, por término medio ellos llegaron a ser profesores de investigación a los 47 años; ellas, a los 61 años.
A estos datos, dice De Pablo, "podría contestarse diciendo que las mujeres no optan a la promoción, pero en las convocatorias de promoción de 1998 y de 1999 se presentaron una media de 180 varones y 60 mujeres. La proporción de éxito entre ellos fue de uno de cada 13 aspirantes, mientras que entre las científicas sólo ascendió una de cada 45 aspirantes".
"En esta última promoción que acaba de concluir", dice De Pablo, "las cosas han cambiado un poco, y de 50 plazas de profesor de investigación, 10 las hemos ocupado mujeres". Por eso, hace poco menos de un año, un grupo de científicas creó la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT; www.amit-es.org), "para tratar de lograr la plena incorporación de la mujer en la ciencia". Nombraron a cuatro socios de honor, tres mujeres y un hombre, el hasta el 21 de febrero presidente del CSIC, Rolf Tarrach, "que ha sabido escucharnos y ha hecho visible el problema; ha creado la comisión Mujeres y Ciencia, que asesorará al presidente del Consejo y que es un paso importante para nosotras, y además lo ha dejado todo firmado antes de irse". Problablemente como consecuencia de ello, el recién nombrado presidente, Emilio Lora, acaba de nombrar a dos vicepresidentas, Manuela Juárez y Monserrat Gomentdio, "que esperamos que contribuyan a crear el ambiente adecuado para que la comisión trabaje eficazmente". Hasta ahora, en sesenta años de historia, sólo había habido dos vicepresidentas del CSIC, Teresa Mendizábal (19801981) y Pilar Tigeras (1989).
Carmen Prada, profesora titular de fisiología en la Facultad de Medicina de la Complutense de Madrid, ofrece otro dato llamativo. En su facultad "hay 66 catedráticos y 4 catedráticas, pero lo más curioso es que en toda España no hay ni una sola catedrática de obstetricia y ginecología, ni de pediatría. Y no hay visos de que cambie, esto va para largo si no hacemos algo".
En las academias de ciencias, los datos son muy parecidos. En la Real Academia de Ciencias sólo hay una mujer entre los 42 miembros, Margarita Salas, elegida en 1988; en la de Medicina, Carmen Maroto entre 50; en la de Farmacia, sin embargo, desde la incorporación de María Cascales en 1987, hay cinco mujeres más.
Para Margarita Salas, "está mal que haya tan pocas mujeres en puestos de cierta categoría. Creo que esto se debe a que hace 20 o 30 años había pocas mujeres que hacían la tesis doctoral, y ahora son mayoría, así que yo soy optimista y creo que, a pesar de los datos espeluznantes, en 15 o 20 años las mujeres ocuparán los puestos que se merezcan de acuerdo a su capacidad".
"En la industria, las cosas están peor, si cabe", dice Carmen Vela, bioquímica y directora general de Ingenasa, una empresa biotecno-lógica. "Si te mueves con percepciones, no te las aceptan; es imprescindible tener datos contundentes para que te escuchen". Vela ha participado en la redacción del informe Mujeres en la industria de investigación, auspiciado por la UE. Una de las conclusiones del informe señala que "sólo en torno al 13% de los investigadores en la industria europea son mujeres, y aunque suponen la mayoría de los licenciados, se pierden para carreras largas en ciencia y tecnología".
La estrategia de las mujeres comienza por hacer visible el problema, para lo que resulta imprescindible tener los datos, las estadísticas, algo más complicado de lo que podría parecer. Eulalia Pérez Sedeño, catedrática adscrita al CSIC y presidenta de la Asociación Española de Lógica y Filosofía de la Ciencia, denuncia "el incumplimiento sistemático de todas las recomendaciones y normativas de la UE, de la ONU y de todo el mundo, que desde hace tiempo insisten en que todos los datos en las estadísticas hay que darlos desagregados por sexos, y eso aquí no se hace. Para hacer un estudio tienes que mirar los nombres de pila, uno a uno, para saber si son mujeres o varones".
Hasta hace bien poco había una especie de consenso que insistía en que es una cuestión de tiempo, y que poco a poco las mujeres ocuparían puestos directivos, "pero es mentira", dice Pérez Sedeño. Desde 1982, en las universidades españolas hay más alumnas que alumnos, y en cambio la proporción de catedráticos y catedráticas sigue igual o peor. Y en las carreras de letras hay más alumnas desde hace muchísimo tiempo y sigue sin haber decanas en esas facultades".
Una de las razones es que en los tribunales hay más hombres que mujeres, "y funciona", dice Pérez Sedeño, "eso que en inglés se llama old boy club, la camaradería de los hombres, que tejen una red muy difícil de romper". Por eso es necesario "crear redes de mujeres que se apoyen y, desde luego, cumplir a rajatabla los objetivos marcados por la UE; por ejemplo, el que haya ya al menos un 30% de mujeres en todos los comités y tribunales, y que haya paridad en 2005, algo que en España no se respeta hoy y parece difícil alcanzar mañana".
Los datos actuales en el primer escalafón de la carrera científica, los becarios predoctorales, ofrecen una mayor proporción de mujeres que de varones. Para De Pablo, se debe, "primero, a que tienen mejores expedientes académicos ellas, pero también a que la carrera científica no es ahora mismo ni muy prestigiosa ni está bien pagada, así que los varones no la eligen. Esto se debe a la nefasta política científica, pero ésa es otra historia. Las mujeres están ocupando el nicho por abandono de los varones". Sin embargo, eso ocurre sólo en los primeros niveles, ya que las promociones siguen siendo más favorables para ellos que para ellas. El mundo de la ciencia es muy duro y competitivo, así que "queremos que hombres y mujeres avancen al mismo ritmo", dice De Pablo. "En ciencia sólo caben los más entusiastas, los mejores, los más preparados, y ahora hay varones normales o mediocres que llegan donde no llegan mujeres mejor preparadas".
La gráfica tijera
EL INFORME ETAN de la Unión Europea ofrece cantidad de datos sobre la presencia de mujeres en el sistema de ciencia y tecnología. Por ejemplo, la diferencia entre los primeros escalones de la docencia y los últimos es mínima en toda la UE. La misma gráfica tijera una y otra vez más mujeres que varones estudiantes, menos profesoras titulares y muy pocas catedráticas, entre el 5% en los países que más discriminan y el 15% los más avanzados. No deja de ser sorprendente que la Asamblea Europea de las Ciencias y las Tecnologías, organismo creado en 1994 para colaborar con la Comisión Europea en I+D, esté formado por cien varones y cuatro mujeres (100 a 4).
Carmen Prada ha dirigido un estudio, en su Facultad de Medicina, con colegas de Harvard. "Lo nuestro es terrible, sólo cuatro catedráticas de setenta, lo mismo que hace 23 años. Eso supone un 5,4%, la mitad que Harvard. Pero lo más llamativo del estudio es la cifra de profesores asociados, que es prácticamente igual para mujeres (30) y varones (29) si el puesto no es remunerado; cuando lo es, pasa a ser de 451 varones contra 124 mujeres".
El estudio, coordinado por Pérez Sedeño, muestra los porcentajes de la discriminación nacional. En España hay 6.671 catedráticos y 934 catedráticas, 16.676 profesores titulares por 8.318. "Y aunque no hay muchos estudios sobre ello, cuando se analiza el rendimiento científico, los datos son claros: las mujeres publican lo mismo y obtienen los mismos resultados en tramos de evaluación y en sexenios de investigación que los varones".
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