Una visita guiada al país del ADN
Una reproducción del cuadro que Rubens pintó de Prometeo abre este tomo conmemorativo. Es, sin duda, un buen icono para retratar al icono más famoso del siglo XX. El fuego y la sabiduría eran los dones más preciados que guardaban Hefesto y Atenea, y fue lo que Prometeo robó para compensar a los seres humanos, que habían quedado sin ninguna de las notables habilidades que Epimeteo había ido distribuyendo equitativamente entre los animales. Pareciera que el secreto descubierto por Watson y Crick, la estructura helicoidal de la macromolécula del ADN, fuera la nueva sabiduría de las artes y el fuego. Mito sobre mito.
Este volumen, que los autores dedican a Crick y a Watson, está compuesto por 14 capítulos que abordan desde distintos lugares del conocimiento el cómo y el para qué del ADN. Desde la historia de la física, y en concreto de la cristalografía de rayos X, que permitió a la famosa pareja, por la persona interpuesta de Rosalind Franklin, ver la doble hélice y deducir su estructura, hasta la tecnomedicina que empezamos a atisbar. Por el camino los autores pasan revista a la ingeniería genética y al cáncer, a la teoría de la evolución y la significación social del ADN, a la computación molecular, al proyecto genoma, a la huella genética y a otros campos adyacentes.
CINCUENTA AÑOS DE ADN. LA DOBLE HÉLICE
Pedro García Barreno (director)
Espasa. Madrid, 2003
565 páginas. 28,50 euros
Las 14 personas que han intervenido en el volumen, 13 varones y una mujer, 13 científicos y un artista, el pintor recién fallecido Eduardo Úrculo, autor de la imagen de la cubierta, trabajan en los distintos campos científicos desde los que escriben, incluido el de la historia. De manera detallada revisan la importancia de este hallazgo (no el ADN, que no descubrieron Watson y Crick, sino su estructura, que fue lo que describieron) en el presente y el futuro del amplio campo denominado biología molecular, centrado en buena medida en el concepto de gen, algo que, como señala la filósofa e historiadora de la ciencia Evelyn Fox Keller, habría que revisar profundamente.
Dentro de todo el panorama que dibuja la obra se echa de menos a España. ¿Cómo recibieron los bioquímicos españoles aquel artículo? ¿Pasó tan inadvertido en los primeros años como en el resto del mundo, según ha demostrado el historiador Robert Olby? En estos 50 años, ¿cómo ha cambiado la biología molecular en España? Quizá el tamaño del libro, que es considerable, ha disuadido a los autores de contar esta historia local, pero teniendo en cuenta el patrocinio que tiene de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, no hubiera estado de más. Una reflexión sobre el empuje de Sols, el padrinazgo de Ochoa y las aportaciones de García Bellido, por citar sólo tres aspectos locales, y más aún teniendo en cuenta que se acaban de celebrar las bodas de plata del Centro de Biología Molecular, no desentonarían en este volumen.
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