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LA TRANSICIÓN EN IRAK | El desafío chií

Los chiíes ponen en marcha su propia Administración islámica en Kerbala

Jóvenes guardias vigilan la ciudad mientras crecen los gritos a favor del ayatolá Jomeini

Jorge Marirrodriga

Los religiosos chiíes han tomado el control total de la ciudad de Kerbala, a 100 kilómetros al sur de Bagdad. Reprimidos duramente por la dictadura de Sadam Husein, con desapariciones, encarcelamientos y prohibición de algunos ritos religiosos, los ayatolás están construyendo rápidamente desde los cimientos una Administración islámica independiente, prestando especial atención a los servicios de seguridad. Un Consejo Administrador, con presencia de un líder espiritual, gobierna la ciudad, y la Escuela Religiosa dirige y vigila el funcionamiento de toda la Administración. Policías vestidos de negro, con

Kaláshnikov y acreditación, garantizan la seguridad de la ciudad. EE UU acusó ayer a Irán de introducir agentes en Irak para influir en la situación.

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En Kerbala hay orden. Jóvenes guardias vestidos de negro y armados con fusiles Kasláshnikov se pasean por las polvorientas calles de la ciudad, mientras en numerosos tenderetes los adolescentes, portando fotos del ayatolá iraní Jomeini en la cabeza, ofrecen agua y comida gratis a los visitantes, ya en el último día del peregrinaje que conmemora el martirio de Husein, el nieto de Mahoma.

Guardias de uniforme regulan el tráfico en la medida de lo posible, mientras civiles con una identificación plastificada visible en el pecho se encargan de desactivar cualquier altercado que pueda surgir. Se identifican como "encargados de seguridad" y han sido organizados, como toda la administración de la ciudad, por la Escuela Religiosa chií. En Kerbala no se han producido saqueos gracias a un decreto religioso emitido por los imames y las únicas señales evidentes de la guerra son la falta parcial de electricidad y agua corriente y las ruinas de la sede del partido Baaz a la entrada de Kerbala, destruida totalmente por los bombardeos estadounidenses y sobre cuyos restos arrojan piedras las personas que pasan por allí.

"Para todos los trabajos, especialmente los relacionados con la seguridad y la sanidad, hemos realizado algo así como una oferta pública de empleo, descartando, claro, a todas las personas que tuvieran algo que ver con el régimen anterior. Los que trabajan para nosotros lo hacen día y noche, y por ahora gratis", explica Akram al Yasri, profesor universitario de 46 años y miembro del Consejo Administrador de Kerbala encargado de materias económicas. "Además, quiero resaltar el importante papel que está desempeñando la Escuela Religiosa que se encarga, en todos los aspectos, de cubrir las necesidades humanitarias y de gobernación de Kerbala", añade.

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La influencia de la Escuela Religiosa en la localidad, uno de los lugares santos del chiismo, se palpa por todas partes. Al contrario que en Bagdad, de mayor tamaño y también más mundana, las referencias al islam a Sadam, una de las principales figuras chiíes y a diversos ayatolás, incluyendo los iraníes, son constantes. Varios hombres recorren las calles entregando papeles en los que se leen frases como "Es martirio, es felicidad, y la vida con los injustos no tiene sentido".

Todas las mujeres van cubiertas completamente con el chador negro y las consignas políticas se mezclan con las religiosas. Junto al "Dios es grande", no faltan los "Muerte a América" o "Chalabi, traidor y cobarde", en referencia a Ahmad Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí, el favorito del Pentágono para liderar la transición iraquí. "El asunto de la presencia de las tropas de EE UU en Irak es muy delicado", reconoce Al Yasri. "Esperemos que se vayan cuanto antes. Su actitud será lo que revele lo que quieren de verdad. Si de verdad están aquí para echar a Sadam Husein o si quieren otra cosa". El Consejo Administrador ha designado un representante encargado de tratar con los estadounidenses.

Cuando las tropas de EE UU entraron en Kerbala, miles de personas bajaron a la arteria principal de la ciudad para evitar que los marines llegaran hasta las proximidades de la tumba de Husein. La tensión fue desactivada por los líderes religiosos que ordenaron a la muchedumbre marcharse a casa.

Esos mismos líderes han llegado a un acuerdo con los mandos estadounidenses de manera que en la ciudad no hay ni un solo militar norteamericano. Es más, los accesos por carretera a la ciudad no están controlados por soldados de Estados Unidos, sino que, a unos veinte kilómetros se han instalado unos puestos ocupados por soldados iraquíes de la oposición. Se trata de parte del cuerpo de 2.000 hombres procedentes del exilio y que han recibido entrenamiento en Hungría desde el pasado mes de enero.

Un iraquí chií besa a otro con la cabeza abierta delante de la mezquita del imam Husein, en Kerbala, una de las ciudades santas.
Un iraquí chií besa a otro con la cabeza abierta delante de la mezquita del imam Husein, en Kerbala, una de las ciudades santas.ASSOCIATED PRESS

Los ojos del pueblo

Ni Sadam ni Estados Unidos. El principal enemigo para las autoridades de Kerbala son los wahabíes, una rama radical de los suníes -que gobierna en Arabia Saudí- y que protagoniza una historia de odio secular con el chiísmo. Los rumores son constantes. "Los wahabíes han introducido alimentos envenenados en la ciudad y por eso hay tantos enfermos", dice un hombre a quien no le parece que la llegada de millones de peregrinos -fuentes oficiales calculan que han sido nueve- en la última semana haya podido influir en el deterioro sanitario de la ciudad en unas condiciones de por sí difíciles. "Ayer [por el martes] han detenido a dos wahabíes que pretendían hacer algo", subraya otro.

Todo el mundo vigila a todo el mundo, según reconoce un miembro del consejo administrador. "Son los ojos del pueblo. Vigilamos a las personas que quieren destruirnos". ¿Quiénes son esos ojos y quiénes quieren destruir Kerbala? No hay respuesta. "Hay profundas diferencias entre los mismos chiíes", explica una fuente en Bagdad que pide no ser identificada. "El asesinato el 9 de abril en Nayaf de un líder chií puede tener que ver con ello, y cuando hay división, siempre se busca al enemigo exterior", añade.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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