Cuba acusa de chantaje y tibieza a la Unión Europea
El Gobierno cubano tuvo muy claro desde el principio que las severas condenas dictadas esta semana contra 75 disidentes iban a tener un coste político considerable, además de sobrada repercusión internacional. El miércoles, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, asumió las posibles consecuencias con total naturalidad y sin darles mayor importancia, al expresar los puntos de vista de su Gobierno ante un centenar de periodistas extranjeros en La Habana: "Si otros no defienden su soberanía, nosotros sí, y nos ha costado muy cara. Sabemos su precio y no estamos dispuestos a renunciar a ella".
Roque fue tajante al referirse a la posibilidad de que la Unión Europea no acepte la entrada de Cuba en el acuerdo de Cotonu -entre la UE y los 77 países ACP (África, Caribe, Pacífico), que concede importantes ayudas económicas a sus signatarios-. "Se ha hablado y se ha especulado de que esto pone en peligro el ingreso de Cuba (...). Debo recordar que ya una vez Cuba retiró su solicitud [de entrar] al Convenio de Cotonu, y que si tuviera que hacerlo otra vez, lo haría".
El canciller cubano añadió: "A nuestro país no se le puede chantajear ni presionar. Nuestro país ha resistido el bloqueo de la principal superpotencia mundial y no se ha doblegado; no tendría razones entonces para aceptar presiones de otro actor internacional".
Reacción tibia
Roque no se anduvo con chiquitas y recordó cómo "en su momento la UE llegó con EE UU a un entendimiento sobre la Ley Helms-Burton". Esa ley, dijo, es la que Cuba está combatiendo en este preciso instante, pues, a su juicio, los disidentes condenados trataron de "contribuir a los fines declarados de la Helms-Burton de desestabilizar el proceso revolucionario".
"Sabemos bien que la UE no ha tenido capacidad de proyectar una posición independiente hacia Cuba y eso explica su tibia reacción contra el bloqueo y su alineamiento con la posición norteamericana en Ginebra".
Roque consideró que las condenas contra los opositores no podían analizarse fuera del marco de las crecientes tensiones con EE UU. "No se puede olvidar que en Cuba se está planteando todavía un desacuerdo histórico y es el derecho y la lucha de los cubanos por ser un país independiente, que ha debido enfrentar las apetencias históricas y los planes concretos de anexar Cuba a EE UU". La sensación que transmitió el canciller fue clara: al Gobierno cubano no le va a temblar el pulso en esta "batalla", aunque ello le pueda costar la condena internacional.
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