El nido de la neumonía
Hong Kong achaca a las cucarachas la propagación en el edificio más afectado
La escena no puede ser más próxima a una película de ciencia ficción. En la entrada del bloque E de los apartamentos Amoy Gardens, en la zona norte de Hong Kong, medio centenar de personas con monos blancos se mueven en torno a varias mesas. Escondidas tras los gorros y las mascarillas, van y vienen mientras apuntan nombres. A su lado, varios policías impiden acercarse a los curiosos.
De vez en cuando, llega alguien sólo con mascarilla, y le ceden el paso. Al rato, sale de detrás de una fila de biombos de hospital protegido de pies a cabeza. Lleva una identificación al cuello. Uno de los funcionarios le acompaña, abre la puerta y se lanzan dentro del edificio.
Es uno de los residentes de la torre E, un bloque de 36 plantas y 240 apartamentos rodeado de otros 18 iguales, que hace 10 días fue clausurado tras detectarse que un gran número de los vecinos estaban infectados por la neumonía asiática que ha provocado la muerte de 103 personas y afectado a 2.800 en todo el mundo. De los 928 casos de Hong Kong, casi un tercio se originó en este complejo residencial.
El 31 de marzo, las autoridades aislaron en su interior a más de 200 personas, preocupadas por la rapidez de la propagación la torre, situada en una de las zonas de mayor densidad de población del mundo. Ante el temor de que la fuente de contagio estuviese en el interior, las sacaron al día siguiente y las pusieron en cuarentena en varios centros de vacaciones fuera de la ciudad.
Según Yeoh Eng Kiong, responsable de Sanidad de Hong Kong, el virus llegó al bloque después de que un enfermo del riñón, que había estado en el hospital Príncipe de Gales (donde hay internados por neumonía), fuese a visitar a un pariente en Amoy Gardens. Yeoh asegura que el enfermo, con un débil sistema inmunológico, fue dejando una gran cantidad de virus por el edificio.
Ayer, un centenar de funcionarios desinfectaban las viviendas. Residentes y representantes de las 108 familias internadas en los campos de cuarentena estuvieron acudiendo todo el día para abrir sus pisos. También llegaron miembros de las familias que huyeron del bloque cuando trascendió la infección, y a las que la policía ha estado buscando porque eran una fuente potencial de contagios. Las autoridades temen que tendrán que echar abajo alguna puerta para desinfectar todos los apartamentos. Quieren reabrir el bloque mañana, cuando finaliza la cuarentena.
Leung Pak Yin, subdirector de Sanidad de la ex colonia británica, lanzó ayer una hipótesis para explicar la rápida difusión de la epidemia en el bloque E. "Es muy probable que el virus haya sido difundido por las cucarachas", dijo. Las autoridades creen que el virus responsable del denominado síndrome respiratorio agudo grave (SRAS) podría ser expulsado en los excrementos y viajar por desagües y alcantarillas, donde lo habrían cogido estos insectos.
De ser así, sería más difícil contener la propagación en esta ciudad de siete millones de habitantes, donde edificios de decenas de pisos se clavan en el cielo apretados unos contra otros. Hasta hace poco, se pensaba que la enfermedad sólo se transmitía por las gotas de agua expulsadas al toser o estornudar. En los últimos días, los empleados municipales habían colocado trampas para ratas y recogido cucarachas, así como las mascotas de los apartamentos, para analizar si eran portadores del virus.
A pocos metros, en la puerta del bloque F, Cecilia Wong, que trabaja en una residencia de ancianos, se muestra inquieta. Cuando sale de casa, como cientos de miles de hongkoneses, se pone la mascarilla como quien se pone la cazadora. "La situación no está nada clara. He leído que se transmite por las tuberías. Y si ésta es la razón, el problema no se puede resolver fácilmente. El virus podría estar en todo Amoy Gardens. Creo que hay casos en los edificios C y D, pero a nosotros nadie nos dice nada. Quizá también hay en el mío".
La entrada del bloque E está en un pequeño túnel que bordea unas galerías comerciales que ocupan los tres primeros pisos de la torre D. Ayer casi todos los comercios estaban cerrados, guardando 10 días de cuarentena. En una tienda de cosmética, Angela Hui, sonreía: "En un día normal, tengo más de 100 clientes. Hoy sólo dos, y uno de ellos ha sido una periodista". Fuera, una mendiga arrastra una bolsa de plástico negra. Lleva otra bolsa en la cabeza, y se ha rodeado el cuerpo con una tercera. Esconde el rostro tras una mascarilla.
A 35 kilómetros, en Sai Kung, zona costera de colinas y vegetación, una barrera y seis funcionarios impiden entrar a uno de los centros de aislamiento, el del complejo vacacional Lady MacLehose. "No sé cuántos hay internados", dice una mujer, "pero hoy han estado entrado y saliendo continuamente".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.