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Entrevista:RAFAEL BENAVENT | Presidente de Gres de Nules-Keraben

"Nuestro minifundio cerámico está en peligro"

Miquel Alberola

Pregunta. En los últimos años ha soltado lastre en la empresa en beneficio de sus hijos.

Respuesta. El problema de la sucesión en las empresas familiares me ha preocupado muchísimo. Para el fundador, la continuidad de la empresa en sus descendientes representa la culminación de su obra. Es evidente que lo más difícil en un empresario es tomar decisiones y los hijos tienen que habituarse a tomarlas por sí mismos y para ello el padre tiene que apartarse.

P. ¿Y usted ahora qué hace? ¿Leer a Sófocles?

R. Pues sí, entre otras cosas, leer a Sófocles, que es uno de mis autores preferidos. Debemos a la Grecia clásica mucho de lo que hoy es la cultura occidental: democracia, filosofía, arte, literatura,... Por otra parte, y como curiosidad, le contaré que los americanos, que todo lo estudian, en el libro El Adiós del Héroe han tipificado los modelos de fundadores que dejan el negocio. Por ejemplo, "El General", que se retira pero que deja el terreno minado para que le tengan que llamar a cada momento. También existe "El Monarca", "El Gobernador". Yo intento adoptar el modelo de "El Embajador". Es decir, el padre que queda a disposición de la empresa para aquellas gestiones que por edad, relaciones o experiencia los propios hijos le pidan que realice personalmente.

"La guerra nos afecta muy mal, y las ventas de cerámica a otros países están bajando"
"La primera exigencia de la globalización es mayor tamaño en las empresas"
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P. ¿El formato de la empresa familiar encaja en los tiempos que corren?

R. Las empresas familiares son absolutamente mayoritarias en número también en Estados Unidos o Japón. Por otra parte, es cierto que la globalización, lo primero que exige es tamaño en las empresas. La dimensión se adquiere por crecimiento vegetativo o también adquiriendo otras empresas o fusionándote. Esta segunda vía, es un proceso que no se ha desarrollado apenas en el sector cerámico español. En cualquier caso, siempre habrá empresas familiares en el mundo.

P. No hay muchos empresarios de su edad que hayan pasado por la Universidad como usted.

R. Es cierto, y es lógico. En el año 50, cuando yo entré en la Universidad, en España todavía teníamos cartillas de racionamiento. No soy de familia rica. Mi padre entendió que el mejor patrimonio que podía entregar a los hijos sería el darles una formación lo más amplia posible y con enormes sacrificios consiguió que todos los hermanos pasáramos por la Universidad. Mi generación vivió tiempos de gran penuria económica y de escasez de centros de estudio.

P. No debió ser fácil para un universitario convertirse en empresario.

R. Estudié química, y eso condiciona un poco. Entré a trabajar en la firma Segarra, pero no me encontraba a gusto con el trabajo y, después de casarme, decidí iniciar un negocio de productos químicos para la agricultura. Puedo decir que quizás la época en que estuve en esa actividad, de 1959 a 1974, fueron los años más felices de mi vida.

P. ¿Qué motivó el salto hacia el sector cerámico?

R. Cuando surgió la primera crisis del petróleo, pensamos que los precios de los productos que fabricábamos se iban a disparar de una forma espectacular -como así fue- y que ello podría poner en peligro la estabilidad económica de nuestra empresa, porque entonces facilitábamos los productos al agricultor a lo largo de toda la campaña y cuando cobraba su cosecha nos pagaba a nosotros. Así que decidimos vender la empresa. En ese momento yo tenía 42 años. Aceptamos un pacto de no concurrencia con los compradores y por ello decidimos entrar en el sector cerámico, de gran tradición en nuestra zona, y en el que por entonces se presentía la introducción de importantes cambios tecnológicos.

P. Usted suele referirse al cluster cerámico de Castellón como un minifundio.

R. Es un minifundio. Tenemos alrededor 250 empresas. El tamaño no es el adecuado. Creo que esta crisis que empezó el año pasado dará lugar a procesos de concentración de empresas para adquirir mayor tamaño, reducir costos y, en conclusión, ser más eficientes.

P. ¿Este minifundio peligra?

R. Exactamente. La producción cerámica en el mundo está creciendo más rápidamente que el consumo y ello especialmente en los países emergentes. Piense que China, en unos pocos años, ha pasado a producir el doble de metros cuadrados que España e Italia sumadas. Sería ideal para España que las empresas tradicionales alcanzaran un tamaño suficiente que les permitiera adaptarse mejor y aprovechar las ventajas que la globalización pueda representar. Siempre habrá países que hagan un azulejo o un par de zapatos en mejores condiciones que nosotros. Tengamos universidades de las que salgan jóvenes muy preparados. La producción se tendría que hacer donde haya más ventajas competitivas en materias primas, energía o precio de la energía y costos laborales. Pero el corazón del negocio, el diseño, la I+D+i, las finanzas, el marketing, es decir el corazón del negocio, el poder de decisión, debería quedar aquí en España.

P. Usted siempre se ha significado por defender una Universidad que fuera útil a la sociedad.

R. Creo que es imprescindible que la Universidad cultive valores culturales y humanos como la historia, la filosofía, el arte... Pero la Universidad tiene que estar con el oído muy pegado a la realidad social de su entorno. A veces me pregunto si se tiene conciencia de la responsabilidad social de la Universidad. En nuestra Comunidad las universidades se llevan un porcentaje de los presupuestos de los más elevados de España y entiendo que, en general, están bastante bien dotados de medios de todo tipo. Si todo ese capital humano y técnico se pusiera al servicio de la sociedad, los resultados serían espléndidos. Porque, como ningún otro organismo y por la proximidad al ámbito económico en que lleva a cabo sus actividades podría aportar muchos elementos positivos al desarrollo de su entorno.

P. ¿Esto tiene que surgir de dentro de la Universidad o lo deben de dirigir los ministerios?

R. Las administraciones deberán poner medios y destinar recursos para este fin, pero, en la implementación de los mecanismos que realicen la tarea, la Universidad en conjunción con la sociedad deberán ser los actores.

Al hilo de esta idea, quisiera hacer una breve reflexión sobre nuestra realidad provincial. Nuestra provincia de Castellón tiene basada su prosperidad, fundamentalmente en tres pilares: la industria cerámica, el turismo y la citricultura. Solemos comparar Castellón con la provincia de Módena, en donde radica el cluster cerámico italiano. La población de Módena es de 600.000 habitantes contra los 450.000 de Castellón; aproximadamente el 1,2% de la población total del país en ambos casos. Módena tiene una renta per cápita equivalente a 130 -tomando como 100 la media europea- y Castellón tiene 84 frente a la media española de 78,5.

Esta gran ventaja a favor de Módena se debe a la diversificación de su economía que, además del sector cerámico cuenta con industria automovilística, industria textil, biotecnología -con un cluster de más de 60 empresas- y una agricultura muy variada y rica que da lugar a una importante industria de productos alimenticios. Creo que las universidades de la zona han tenido mucho que ver en esa realidad.

P. ¿Cómo nos afecta la guerra a los valencianos desde el punto de vista de los negocios?

R. Muy mal. Y por distintos motivos. La nuestra es una comunidad con una clara vocación exportadora. Estamos en el 14% del volumen total de la exportación española. Nuestro sector cerámico exporta el 54% de su producción. El próximo Oriente recibe el 18% de nuestras exportaciones, pero es que otros importantísimos países para la exportación española están francamente mal. Estados Unidos ha tenido un ciclo muy largo de prosperidad y ha sido la locomotora de la economía mundial, pero los ciclos se agotan. Tradicionalmente, tras el ciclo norteamericano era Europa, encabezada por Alemania, la que tiraba de la economía. Y si la economía alemana va bien, Europa va bien. Pero esto ya hace tiempo que no es así. El año pasado quebraron 40.000 empresas alemanas y se estima que este año las quiebras aumentarán en un 10%. Tal vez lo más significativo es que el canciller Schröder sólo obtendría el 29% de los votos según el Instituto Sociológico alemán Emnid. Es una indicador del descontento que hay en Alemania por su situación económica.

P. Con este panorama que usted dibuja y tres cuartas partes del mundo sin recursos para vivir. ¿Qué le sugiere el horizonte?

R. Un conflicto largo en Irak sería muy malo para la economía. Los analistas económicos opinan que si el conflicto fuera corto, la economía de Estados Unidos se recuperaría rápidamente y con vigor, con lo que de nuevo le permitiría asumir el papel de locomotora de la economía mundial.

P. Entonces, ¿se está reduciendo la exportación?

R. Pues sí. Además de las causas citadas, también otros destinos importantes de la exportación cerámica están registrando un comportamiento deficiente: es el caso de Reino Unido, Irlanda, Portugal, Polonia o Rusia, entre otros.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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