El mundo de la cultura despide a Eduardo Úrculo y le recuerda como artista vital
El pintor y escultor que ha explorado el 'pop art' en España será incinerado hoy en Madrid
Fue el pintor que dio alma noble a los objetos. Quizá porque sabía mejor que nadie que las cosas quedan, más si se las eleva a categoría de arte, como sus sombreros, sus maletas, sus zapatos, las líneas y las curvas de sus cuerpos sin rostro. Pero Eduardo Úrculo, que murió el lunes, ha dejado su cara vital en la memoria de los que ayer fueron a acompañar a su viuda, Victoria Hidalgo, y a su hijo Yoann, en el tanatorio de Tres Cantos, en Madrid, donde hoy será incinerado a las 11.30. "Mi padre era adorable, cariñoso, todo en él era siempre bueno", decía Yoann.
Ayer fue un día largo para la viuda de Úrculo. Pero estuvo bien acompañada por sus amigos. Escritores, pintores, poetas, actores, deportistas y autoridades acudieron al tanatorio de Tres Cantos, donde el cuerpo de Úrculo llegó hacia las 14.30 para recibir los últimos adioses antes de que hoy sea incinerado en el mismo lugar a las 11.30.
La ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, se acercó hacia las 18.30 y tuvo palabras de recuerdo: "Ha marcado los últimos 20 años de la pintura española. Su peculiar visión pop ha tenido unos perfiles muy bien definidos", dijo. Antes había estado el ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, con quien le unía el amor por Asturias. Pero Cascos no hizo comentarios. También hubo caras del Partido Socialista Obrero Español, como Joaquín Leguina o Carme Chacón, que sentían la pérdida de "uno de los mejores artistas de este país". El acalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, anunció la concesión a título póstumo de la medalla al mérito artístico al pintor.
Y compañeros de Úrculo como Rafael Canogar o José Hernández. Canogar le recordaba en los mismos términos que Chacón y Leguina: "Era uno de los mejores", decía. También llegaron músicos como Hevia, Amancio Prada o Víctor Manuel y Ana Belén. "Éramos amigos de coincidencias y confidencias. A Úrculo lo quería mucha gente", decía el cantante y compositor asturiano, que era como decir paisano de un artista que nació en Santurce (Vizcaya) pero muy pronto, con tres años, se trasladó a Asturias con su familia.
Los escritores como Mario Vargas Llosa o Manuel de Lope, vecino suyo en Madrid, también acudieron. Vargas Llosa había tenido una estrecha relación con él. Había escrito textos para algunos de sus catálogos mientras que Úrculo había ilustrado las portadas de una colección que él dirigió para el Círculo de Lectores y que se titula Maestros modernos europeos. "Fue un pintor clave en la historia de las vanguardias en España, central y con una reconocida búsqueda de la modernidad, aparte de un gozador vital", apuntó Vargas Llosa.
También tuvo palabras de recuerdo para Úrculo el director del Centro de Arte Reina Sofía, Juan Manuel Bonet: "Tuvo una obra grande, concentrada, con interés en el cubismo y el expresionismo también", dijo.
Lo importante ahora es recordarle por sus aportaciones, algo de lo que se van a encargar su viuda Victoria y el hijo del pintor, Yoann, que nació de su primer matrimonio con la francesa Annie Chanvallon. Yoann está comprometido a cumplir las ilusiones de su padre, como su primera exposición en Nueva York, prevista para julio en la galería Galander O'Reilly: "Victoria y yo haremos todo lo posible por llevarla a cabo", promete.
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