Los tesoros de la misión española en Luxor
La expedición de Galán protagoniza una de las campañas de más éxito de la egiptología del país
"No hemos parado de sacar cosas", subraya con entusiasmo el egiptólogo José Manuel Galán (Madrid, 1963), director del Proyecto Djehuty, la excavación de un complejo funerario en Dra Abu el Naga, una de las necrópolis de la antigua Tebas (Luxor). La segunda campaña de trabajos en las tumbas de los nobles del Imperio Nuevo (hace 3.500 años) Djehuty y Djery se ha convertido, por lo extraordinario de los descubrimientos, en uno de los hitos de la egiptología española. Momias, sarcófagos y otras muchas piezas, centenares, varias de excepcional valor histórico y alguna muy emotiva, como una guirnalda de flores, figuran entre lo hallado por la misión, que regresó a España a finales del mes pasado.
Además de las dos tumbas iniciales, los españoles se han encontrado con una tercera conectada con éstas y cuyo propietario se desconoce. El equipo excavará también este sepulcro ignoto, que parece más antiguo.
A la hora de hacer balance de la segunda campaña, José Manuel Galán es muy claro: "Ha sido mejor de lo que hubiéramos podido soñar". Para el egiptólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que ha estado al frente de un equipo de 13 personas, procedentes de distintas universidades españolas, lo más espectacular hallado es el hermoso ataúd de madera de una mujer del Imperio Nuevo. "Pintado en blanco y tallado con gran finura, presenta como único rasgo de color los ojos, en negro", explica. "Las manos están abiertas y muestran unos dedos finos y elegantes".
El ataúd estaba intacto y los investigadores lo abrieron con sumo cuidado coincidiendo con la visita que les hizo el director general del Servicio de Antigüedades de Egipto, el todopoderoso Zahi Hawass. Dentro se encontraba la momia de una mujer envuelta en lino.
Un mono 'gore'
Además de esta momia, a la que se efectuarán diversas pruebas radiológicas, los españoles han encontrado otras numerosas de ibis -en época tardía se enterraron muchas de estas aves momificadas junto a la tumba de Djehuty por la asociación del jeroglífico de su nombre con el dios Tot, representado por el ibis-, y una, escalofriante ("auténticamente gore", dice Galán), de mono. "Estaba entera, con dientes y pelo. Es extraño que estuviera sola, porque lo normal era enterrar animales en grupo. Tampoco hay ningún elemento que permita discernir un ritual. Es difícil saber qué la ha llevado hasta allí".
Pese al impacto que momias y sarcófagos tienen en el imaginario popular, Galán subraya que entre lo desenterrado hay piezas más importantes desde el punto de vista egiptológico. Como un fragmento de vaso de alabastro con el nombre de Ahmose, el primer faraón del Imperio Nuevo, del que se sabe muy poco y cuya tumba está aún por descubrir ("a un egiptólogo alemán que excava en la zona en busca de pistas sobre el rey se le salía el corazón por la boca ante nuestro descubrimiento", señala el director); o una tablilla de madera estucada que servía para realizar dibujos preparatorios y en la que hay figuras y textos realizados por dos manos: un maestro y su alumno. Otros hallazgos son un fragmento de lino con una inscripción que lo fecha en el segundo año del reinado de Amenofis II, tres figurillas de mujer de madera, un ostraca de un pez y centenares de estatuitas funerarias (ushebtis). Y como conmovedora guinda, una guirnalda de flores hallada en una vasija y más vieja que Tutankamón.
Por encontrar, los españoles han encontrado hasta una pirámide -pequeñita, es cierto, y sólo los restos-. La estructura, de seis metros, coronaba la tumba de Djery y arroja interesante información sobre los elementos arquitectónicos de la época.
Lo más increíble del asunto es que la misión española, que está patrocinada por Telefónica Móviles y cuenta con el apoyo de la Sociedad Española de Egiptología, aún no ha comenzado a excavar dentro de las tumbas propiamente dichas, que están completamente llenas de escombros (lo que, paradójicamente, ha protegido el contenido), sino sólo los espacios adyacentes, los patios exteriores y vestíbulos de entrada. "Las tumbas son como chalets adosados con muros entre ellas", describe Galán. "El año que viene seguiremos fuera, visto lo productivo que ha resultado, y empezaremos dentro de la de Djehuty, en la que calculamos que hay trabajo para tres años más. Tenemos muchos frentes de excavación y hemos de ir poco a poco".
Las expectativas son, por supuesto, muy grandes. "Todo parece indicar que el potencial de estas tumbas es enorme. Pese a que fueron habitadas durante una época por coptos, todo está saliendo casi intacto. Los escombros han protegido las cámaras interiores".
¿Encontrarán el sarcófago y el ajuar de Djehuty? "Yo creo que sí", dice Galán, "parece haber muchas cosas esperándonos. La tumba puede ser un bombazo".
El egiptólogo considera que la española -que no cuenta con subvención estatal y es por tanto privada- ha sido este año la misión más afortunada en la zona, seguramente la más popular, con la de Giza, de todo Egipto. "Hemos sido los reyes del west bank ", recalca el director. "Somos los que hemos hecho más descubrimientos". Los españoles, además, han caído bien. "Todo el mundo nos conoce también por el lado humano, la buena relación con los egipcios caracteriza nuestra misión, hemos hecho grandes amistades, incluso en estos malos tiempos".
Galán sostiene que no hay que comparar las excavaciones del Proyecto Djehuty con las de las misiones españolas en Heraclópolis y Oxirrinco: "Cada una tiene su especificidad y su importancia, y todos somos colegas; yo me llevo muy bien con sus directores, Carmen Pérez Die y Josep Padró". Y confía en que la buena marcha de los trabajos españoles en Luxor sirva de estímulo a la egiptología del país.
El éxito de la excavación ha sido reconocido no sólo por la visita del experto Hawass, sino también por la que rindió el ministro de Cultura egipcio, Faruk Hosni. "Le impresionó tanto lo que vio, que decidió dar una paga extra a todos los obreros que trabajaban esa jornada con nosotros, en plan faraón. ¡Y ese día teníamos 92 personas!".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.