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Entrevista:STEPHEN CARTER | Escritor

"Quería dar una visión del mundo, pero sin predicar"

El emperador de Ocean Park, una primera novela por la que 10 editoriales estadounidenses se enzarzaron hace dos años en una puja multimillonaria sin haber leído más que unos capítulos, acaba de publicarla en España Areté / Mondadori. Los españoles no han pagado los cuatro millones de dólares que le costó a Knoff, pero sí un buen dinero, que no quieren precisar. Lo que sí esperan es vender tanto como en Estados Unidos.

Se trata de una novela de abogados y también sobre el mundo universitario, bien ambientada, con mucho suspense, con todos los ingredientes de un best seller. Su autor es el afroamericano Stephen Carter, nacido en Washington hace 47 años, profesor de Derecho en Yale, especializado en política y religión estadounidenses y autor de varios libros, como God's name in vain: the wrong's and rights of religion in politics o The culture of disbelief: how american law and politics tribalize religious devotion. La fama le llegó con su primera novela y aún no se explica el éxito. "No sé por qué se pelearon los editores por ella ni por qué se convirtió en un best seller. Yo sólo quería escribir un libro para que disfrutaran los lectores, una historia legible y con personajes atractivos. Quería dar una visión del mundo, pero sin predicar".

"Yo sólo quería escribir un libro para que disfrutaran los lectores"
"No puedo recordar a nadie verdaderamente rico que haya sido condenado a muerte"

El juez Olivier Garland, perteneciente a la élite negra norteamericana, es conocido como el Emperador de Ocean Park. Lleva una vida recta, aparentemente impecable, hasta que se ve envuelto en un escándalo de sobornos y mafia. Su muerte no desvela lo que realmente sucedió y será su hijo Talcott, profesor de Derecho como el propio Carter, un hombre discreto, hogareño y poco brillante, quien resolverá el misterio.

"Cuando escribí la primera versión de la novela, Talcott no salía, no había narrador. Luego fue apareciendo como instrumento para contar una historia en la que él no está profundamente implicado, pero en la que se verá progresivamente envuelto". Talcott resulta muy atractivo y, según Carter, "gusta tanto a mujeres como a hombres". Probablemente será interpretado en el cine por Denzel Washington.

Talcott está casado con Kimmer, una atractiva y ambiciosa mujer que lucha con todas sus fuerzas para ser nombrada juez. Y ésta es otra parte importante de la novela. "Es la historia de cómo una ambición puede destruir una familia". Para lograr su objetivo, Kimmer debe resignarse a que se investigue su pasado, no debe haber el menor desliz. Añora los viejos tiempos en que a nadie en Washington le importaba el adulterio. ¿Ahora sí? ¿Se ha incrementado el puritanismo? "En algunos momentos, a la gente parece importarle mucho estas cuestiones. Pero creo que en Estados Unidos lo que aparece como puritanismo en realidad es política".

Stephen Carter habla continuamente en su novela de "la nación más oscura" y de "la nación más pálida". Incluso Mariah, una hija del juez Garland, está obsesionada por la pigmentación, "la maldición", de su raza. ¿Las cosas aún siguen así? "Para mi generación, sí. Mis hijos me dicen que para ellos es diferente, que tienen amigos blancos y aseguran que no hay diferencias. Ya veremos qué pasa cuando crezcan".

El juez Olivier Garland pertenece a la élite negra estadounidense. ¿Hay diferencia entre ellos y los blancos? "La élite blanca es mucho más rica que la negra. Además, los profesores, abogados, médicos... negros que tienen éxito en su profesión están siempre muy pendientes de lo que piensan sus colegas blancos, lo que no sucede al contrario".

Carter afirma que no se siente en la línea de John Grisham, aunque sí acepta que ha proliferado una literatura de abogados y leyes. "¿Cómo no iba a ser así? En Estados Unidos hay un millón de abogados. Los norteamericanos tendemos a dejar en sus manos enormes responsabilidades antes que lidiar nosotros con ellas. Acostumbramos a decir que Norteamérica es el reino de la ley, pero es el reino de los abogados".

Uno de los alumnos de Talcott Garland en la Facultad de Derecho le reprocha que les haga estudiar casos que están ganados de antemano porque el cliente tiene dinero. "En algunos delitos, el hecho de tener o no tener dinero no marca la diferencia. Por poner un ejemplo, en un litigio civil por un accidente de tráfico el que el acusado tenga dinero puede impresionar desfavorablemente al jurado. Claro, que si se trata del caso Simpson la cosa es muy diferente". "Casi todos los condenados a muerte son pobres", añade. "No puedo recordar a nadie verdaderamente rico que haya sido condenado".

Experto en cuestiones religiosas, el escritor opina que la "política norteamericana siempre ha estado influida por la religión". "Bill Clinton, pese a ciertas cosas, es un hombre muy creyente, aunque hay un mayor componente religioso en la Administración de Bush. Lo que pasa ahora es que eso a la gente le molesta. No pasa en todo el país ni en todos los ambientes, pero las gentes de la cultura o del mundo académico son mucho más seculares".

Stephen Carter.
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