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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS
Columna
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Pedro y los lobos

En Los Ángeles, la gente se lanza a los pies de Pedro Almodóvar, mientras que en España se le lanzan a la yugular", explicó con evidente sorna Leonor Watling en una entrevista a Canal +. Si es como cuenta la Watling, puede que tal afición por el orondo cuello de Pedro se deba a "ese mal que ciega al cine español -la envidia-", tal como Guillermo Cabrera Infante comentó en este periódico hace unos días en su artículo Pedro El Grande. Sigue sorprendiendo, desde luego, que a Almodóvar se le concedan premios y premios, mientras que aquí no haya recibido prácticamente ninguno por Hable con ella. No sólo en la ya famosísima ceremonia de los últimos Goya -"un error democrático", según declaró el director, bien conciliador-, sino igualmente en los restantes premios que el cine español ha venido dando semana tras semana. A Pedro, cero patatero. Un chico del montón, como las alegres comadres de su primera película.

¿Qué es lo que en Hollywood les cae tan mal de Martin Scorsese?

¡Menos mal que se ha traído a casa uno de los dos Oscar para los que estaba nominado! Si no, a pesar de nominaciones tan brillantes, aquí se le habría considerado un perdedor, ya se sabe. Se le hubieran echado encima. El secretario de Relaciones Internacionales del PP, Pedro Moraga, había comentado en Telemadrid que "el pobre Pedro Almodóvar [sic] fue manipulado por la oposición cuando leyó en la Puerta del Sol el manifiesto con que culminó la manifestación contra la guerra del 15 de febrero". ¡Ay, si Pedro no hubiera tenido la oportunidad de pronunciarse de nuevo contra la misma guerra en el mismísimo Kodak Theater de Hollywood! Probablemente gracias a ello, a la mañana siguiente de sus 45 segundos de gloria, la portavoz de Cultura del PP en el Congreso, Beatriz Rodríguez Salmones, se lanzó a matizar: "A mí, todo lo que haga Pedro Almodóvar me parece bien, y especialmente lo que hizo anoche". Yugular salvada, pues, aunque con esta advertencia: "Si algún día nos encontramos con él tendremos oportunidad de discutirlo". Pedro, habla con ella.

Hasta Fraga Iribarne habrá reconocido que Almodóvar tiene derecho a protestar públicamente. Cuando hace unas semanas el presidente gallego prohibió que los Premios Max se celebrasen en su territorio, declaró que los actores "tendrían más derecho a criticar si hicieran bien su papel, que es el de hacer buen teatro". Pedro, pues, ha salvado de nuevo su cuello, ya se le reconoce su buen cine. Imagínenselo como el infortunado Martin Scorsese, tan solito, quedándose con las manos vacías tras ver cómo se le iban esfumando una a una las 10 nominaciones de su Gangs of New York... y fingiendo, el pobre, sonrisas de regocijo al oír nombres ajenos a su película. (¿Por qué serán tan aleatorios los académicos del cine? ¿Qué es lo que en Hollywood les cae tan mal de Scorsese? ¿Qué, de Almodóvar aquí? ¿Por qué Hable con ella fue una de las tres propuestas españolas al Oscar a la mejor película extranjera y, sin embargo, en los Goya sólo destacó por la música de Alberto Iglesias? ¿Sólo su música era la razón de que pudiera haber ido a Hollywood? Por otro lado, y salvando todas las distancias que el lector quiera, ¿por qué a la Historia de un beso de Garci no se le reconoció en los Goya mérito alguno tras siete nominaciones y, sobre todo, tras haber sido elegida como otra de las tres candidatas al Oscar extranjero? ¿Qué podría haber gustado allí que aquí no? Misterios democráticos. O errores. O simples laberintos de pasiones.)

En cualquier caso, pelillos a la mar. De momento, todo son parabienes. Torero, torero. Matador. Anoche, la televisión oficial organizó un homenaje a Almodóvar con la emisión de su película ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, una pregunta que probablemente (el pobre Pedro) se esté haciendo en su casita, con la carne trémula, tan aturdido por el éxito de fuera como perplejo, entre tinieblas, por la frialdad de dentro.

Tacones lejanos. La sombra de los Goya y de los Oscar sigue alargándose. Se suprimieron por miedo oficial los actos del Día Mundial del Teatro, y por razones distintas, en el Festival de Las Palmas de Gran Canaria se elimina, como en Hollywood, la alfombra roja "teniendo en cuenta los complicados momentos actuales en el orden internacional". Nos están poniendo al borde del ataque de nervios.

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