La incertidumbre se instala en los Oscar
La 75º edición de la gala se enfrenta a nuevos cambios, que hoy anunciará su productor, Gil Gates
Es difícil imaginar una ceremonia más calculada que los Oscar. Excepto cual será la película ganadora, el resto -los números de baile, el guión del presentador, los chistes...- todo se estudia y ensaya durante meses. Pero la incertidumbre se ha instalado sobre la 75º edición de los Oscar. Su productor, Gil Cates, ha convocado para mañana a los periodistas acreditados en Los Ángeles en el centro de prensa instalado junto al Kodak Theater. El motivo de la cita no lo aclaran. Se rumorea nuevos cambios en el programa, la posibilidad de incluir piezas informativas sobre la situación de la guerra o, quizás, una puesta en común final sobre las intenciones de la ceremonia. Mientras los guionistas siguen trabajando en el espíritu de la fiesta -rebajando notablemente su tono jocoso según avanzan los días-, algunas estrellas como Jessica Lange, invitada, ha dicho que no asistirá. Prefiere pasar el fin de semana con sus hijos y su marido, el actor y dramaturgo Sam Shepard, en su rancho de Nuevo México.
La actriz Jessica Lange ha declinado su asistencia a la ceremonia
Susan Sarandon sí lo hará y además para presentar un premio. La actriz deberá ceñirse a un guión. Pero sería extraño que esta mujer, una de las estrellas más activas en las últimas semanas contra la invasión estadounidense de Irak, no aprovechara una tribuna tan privilegiada para denunciar ante 40 millones de telespectadores nacionales lo que denuncia en la calle. Ya lo hizo, hace años, junto a su marido, Tim Robbins, cuando ambos se saltaron el guión de la ceremonia para reivindicar la situación de los refugiados haitianos contagiados por el virus del sida. "Cuando alguien acepta ser presentador, se compromete a un guión y sería incorrecto e inapropiado hacer cambios personales, una violación ética y moral", ha señalado Gil Cates, quien ha reiterado su ruego de "moderación política" a los presentadores. Ante la afirmación de Cates sólo cabe preguntarse por qué incluye entonces a Susan Sarandon entre las presentadoras. Una actriz que, hable o no, se verá ante una situación complicada. Sobre lo que digan los ganadores Cates ha insistido: "Este es un país libre y cada uno dice lo que quiere. Preferiría que aprovecharan su tiempo para hablar del premio que han ganado pero si no es así nadie se lo prohibirá".
Hoy resultan lejanos los llamamientos de Richard Gere a favor del Tibet, o el de Oliver Stone (cuando recogió su primer Oscar por el guión de El expreso de medianoche) por los presos de todo el mundo, o el de Vanesa Redgrave (cuando logró su premio por Julia) contra el fascismo y contra el antisemitismo. O aquella guerrillera Jane Fonda de finales de los sesenta. Las estrellas que el domingo levanten su voz lo harán contra una guerra que ocurre en directo, ininterrumpidamente, en todas las televisiones del país y contra un presidente apoyado por una mayoría que reza por sus soldados y que considera que bombardear Bagdad es por el bien de de su país y, por consiguiente, de la humanidad.
Pero no todo son gritos de guerra. En Los Ángeles se ven bastantes coches con pegatinas que dicen No petróleo por sangre y ayer mismo un grupo de jóvenes pacifistas (al menos 40 fueron arrestados) se manifestaban frente al centro de operaciones de emergencias de la ciudad, un gigante enterrado a cuatro pisos bajo el suelo que se puso en marcha horas antes de los bombardeos a Bagdad.
Los analistas políticos más radicales hablan de los "huevos" del presidente Bush pero el domingo por la tarde Meryl Streep (que este año es candidata a la mejor actriz de reparto por El ladrón de orquídeas) llevará una paloma de la paz de oro y brillantes, diseñada por el grupo Global Vision for Peace. Esta vez el mensaje no estropeará el vestido. Pedro Almodóvar -que ayer recibió a su equipo, encabezado por la actriz Leonor Watling y el actor Javier Cámara, que llegaron a Los Ángeles desde Madrid- no lucirá la popular aportación gráfica española del No a la guerra (letras goteando sangre sobre fondo negro) sino que se sumará (junto a Adrien Brody y Daniel Day-Lewis, ambos candidatos al mejor actor por El pianista y Gangs of New York, respectivamente) a la simbólica paloma. Detalles que en esta edición de los Oscar, retirada la alfombra roja, se escaparán de la mayoría de los periodistas, que no tendrán acceso directo a los candidatos y sólo conocerán lo que las cámaras enseñen, que este año, si las cosas siguen así, será poco.
Sin alfombra roja, todavía no se ha especificado si los candidatos accederán directamente al teatro por el garaje (así lo hizo Woody Allen hace un año) o si los coches les dejarán en la entrada misma del recinto, donde permanecen unos metros de alfombra. La Academia ha designado a la multinacional General Motors (la misma que produce la mayoría de los vehículos que se utilizan en el conflicto con Irak) como automóvil oficial este año. Las estrellas escogidas llegarán en 30 vehículos de su marca estrella, Cadillac. Lo que sí se ha confirmado es que, con o sin alfombra roja, el dispositivo de seguridad no mermará. El teatro estará rodeado de tiradores de élite, policías de la nueva unidad del Ministerio de Seguridad Interior, detectores metálicos para periodistas e invitados y ni una broma sobre el espacio aéreo: completamente cerrado.
Babelia
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