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Reportaje:

Un trabajo letal

La afectada con doble trasplante pulmonar describe la insalubridad de las fábricas del síndrome Ardystil

"Desde que me hicieron el trasplante bipulmonar vivo sobresaltada por si tengo un rechazo", declaró ayer ante el tribunal Susana Javaloyes, de 30 años de edad, una de las operarias más gravemente afectadas por el síndrome Ardystil, enfermedad laboral contraída a principios de los noventa, por la inhalación de productos tóxicos, en ocho empresas de aerografía textil de la comarca valenciana de Alcoy. La mujer, que fue sometida a un trasplante bipulmonar en 1993 como consecuencia de afección respiratoria muy grave, declaró ayer en el macrojuicio que se celebra en la Audiencia de Alicante contra 10 empresarios y un inspector de trabajo por la muerte de seis operarios en 1992 y las secuelas que sufren cerca de un centenar de trabajadores que fueron víctimas del mal. El fiscal pide para los acusados penas que oscilan entre uno y seis años de prisión.

Al igual que las decenas de afectados que ya desfilaron ante el tribunal de la sección tercera de la Audiencia de Alicante en sesiones anteriores, Javaloyes describió la insalubridad y las deficientes condiciones de higiene de la factoría Ardystil, empresa extinta que dio nombre al síndrome. "Había cuatro mascarillas para doce personas. Quien antes llegaba antes se la ponía", relató visiblemente emocionada. "Cuando tenía la suerte de coger alguna, me daba asco ponérmela. Estaban muy sucias", prosiguió. Javaloyes acusó a la propietaria de la empresa, Juana Llácer, de "engañar" a sus trabajadores tras la preocupación desencadenada por el fallecimiento de dos hermanas, operarias también de la firma. "Juana nos dijo que todo estaba bien. Nos decía que seguro que era una enfermedad de ellas". A la salida del tribunal, la mujer aseveró: "Yo sólo quiero que se haga justicia".

Ninguno de los afectados está clínicamente curado 11 años después de que se declarase el síndrome. Los testimonios de los antiguos empleados han coincidido en la escasez o inexistencia de mascarillas. La falta de ventilación originaron, según sus relatos, una densa "nube de gases" que les impedía respirar. También han destacado que, en ningún caso, recibieron cursos de formación y que los empresarios nunca les advirtieron sobre la toxicidad de los productos que usaban.

Dos ex trabajadores de la empresa Aerotex declararon el lunes que los propietarios de esta industria eliminaron pruebas poco antes de una inspección de Sanidad y vulneraron la orden de clausura dictada por la Administración.

Los peritos discrepan sobre el origen del síndrome. Rafael Cabrera, especialista del Instituto Nacional de Toxicología, mantiene que la falta de higiene y de medidas preventivas de seguridad en las fábricas propició el síndrome. Según explicó en su declaración, en los talleres se creó un ambiente tóxico al mezclarse varios elementos, algunos casi letales como el fosgeno.

El fiscal también reclama a los acusados una indemnización de cuatro millones de euros y considera responsables civiles subsidiarias a tres químicas, entre ellas las multinacional Bayer, que suministraban los productos para el estampado a las empresas, y cinco compañías aseguradoras.

Susana Javaloyes (a la derrecha), a su llegada a la Audiencia de Alicante.
Susana Javaloyes (a la derrecha), a su llegada a la Audiencia de Alicante.OLIVARES NAVARRO

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