Los 22 países de la Liga Árabe llaman al desarme de Irak sin recurrir a la guerra
Los Emiratos Árabes Unidos piden en la cumbre egipcia la dimisión y el exilio de Sadam
Ninguno de los 22 países miembros de la Liga Árabe sumará sus fuerzas militares a una eventual operación bélica de Estados Unidos contra Irak. Tal fue el principal acuerdo de la cumbre de jefes de Estado celebrada ayer en el balneario egipcio de Sharm el Sheij. La cumbre, no obstante, no llegó a aprobar una propuesta siria para prohibir expresamente que algunos de esos países puedan servir como trampolín territorial para la operación. La Liga Árabe aprobó que el desarme de Irak se lleve a cabo "por medios pacíficos".
Adoptando una posición más próxima a la de París, Berlín y Moscú que a la de Washington, Londres y Madrid, la Liga Árabe expresó el deseo de que la eliminación de las armas de destrucción masiva que pueda tener Irak se efectúe "por medios pacíficos" y consideró que la resolución 1.441 del Consejo de Seguridad sigue siendo "el camino" para conseguirlo.
Tras una jornada de debates tormentosos, los líderes del mundo árabe consiguieron su objetivo de alcanzar un mínimo común denominador en relación a un conflicto que les afecta directamente. "No apoyaremos esta guerra", dijo rotundamente, y en inglés, Amr Moussa, secretario general de la Liga Árabe, al término del cónclave de Sharm el Sheij. Y precisó que, a diferencia de 1991, Estados Unidos no contaría con la colaboración de soldados árabes en caso de terminar atacando a Irak. Moussa también informó que ninguno de los otros países había apoyado la propuesta de Emiratos Árabes Unidos para solicitar la dimisión y el exilio de Sadam Husein y poner Irak bajo gobierno de la Liga Árabe y de la ONU. "Vinimos aquí a discutir de las armas de destrucción masivas y no de cambios de régimen en uno u otro país", señaló.
Entre las armas de destrucción masiva que la Liga Árabe desea ver desaparecer de Oriente Próximo también figuran las de Israel, según el comunicado final de la cumbre. En relación a las que pueda retener Irak, la Liga Árabe adoptó una posición cercana a la de Francia, Alemania y Rusia. Los países árabes, según su comunicado conjunto, proclaman que la ONU es "el único marco legal" para resolver esta crisis y se oponen a un "ataque unilateral" norteamericano contra Irak; "valoran la cooperación actual de Irak" con los inspectores de la ONU y le instan a "continuar" esa cooperación hasta la total eliminación de las armas de destrucción masiva que pueda seguir teniendo. Ante el escepticismo kuwaití, Irak, representado por el número dos del régimen baasista, Ezzat Ibrahim, negó tener este tipo de arsenal.
División entre los árabes
La cumbre de Sharm el Sheij reflejó la angustia y la división de la Liga Árabe ante una crisis mundial que puede concluir con la invasión norteamericana de uno de sus miembros. Que no la boicoteara ninguno de los 22 países miembros fue un éxito personal del egipcio Hosni Mubarak. Y su conclusión fue un triunfo de las tesis defendidas por Egipto, Arabia Saudí, Jordania y Marruecos. Pero la reunión estuvo salpicada de sorpresas. La primera la dio Emiratos Árabes Unidos (EAU), que presentó una propuesta para que la Liga Árabe hiciera un llamamiento a la dimisión y exilio de Sadam Husein en las próximas dos semanas. Al dictador iraquí, según esta propuesta, se le garantizaría inmunidad frente a cualquier tipo de persecución e Irak sería gobernado durante un periodo transitorio por la Liga Árabe en colaboración con Naciones Unidas.
Muchos de los reunidos ayer en el balneario egipcio serían felices si Sadam renunciara al poder o si alguno de sus generales lo depusiera. Con la excepción quizá del de Kuwait, los regímenes árabes no desean esta guerra. Temen que si liquida por medios militares a Sadam, EE UU abra una veda en la que cualquiera de ellos -¿el sirio, tal vez el saudí?- sea el próximo. Saben también que el ataque, invasión y ocupación de Kuwait por las potencias anglosajonas se traducirá entre los 280 millones de habitantes del mundo árabe por un nuevo incremento del antiamericanismo, el descontento popular y la fuerza de los islamistas; e intuyen que dará bríos y argumentos al terrorismo de Osama Bin Laden y otros islamistas.
Pero de ahí a proponer abiertamente la caída de Sadam media un camino que sólo el jeque de Emiratos Árabes Unidos, Zayed Ibn Sultan al Nahayan, se atrevió ayer a recorrer, en respuesta a una petición en ese sentido efectuada por Colin Powell en vísperas de la cumbre de Sharm el Sheij. El jeque de Emiratos rompió así el único consenso que los líderes árabes habían conseguido alcanzar antes de la cumbre: el de no opinar sobre quién debe ejercer el poder en Irak o cualquier otro miembro del club.
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