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Entrevista:GÜNTER GRASS | Escritor

"Aznar es un sátrapa a las órdenes de Bush"

José Andrés Rojo

Günter Grass (Dánzig, 1927) ha vuelto a rascar en la historia alemana con su última novela, A paso de cangrejo (Alfaguara), que cuenta el hundimiento del buque Wilhelm Gustloff -un cacharro de la envergadura del Titanic- después de ser bombardeado por un submarino soviético en 1945. Murieron miles de civiles. Ayer, el escritor alemán estuvo en Madrid para presentar este libro y Cinco decenios (también Alfaguara), que reúne una colección de textos de tono autobiográfico -salpicados de poemas, dibujos e imágenes de su obra y de su vida- que dan cuenta de su trayectoria personal desde sus comienzos como picapedrero en Düsseldorf, en 1946, a la obtención del Nobel, en 1999.

Grass llegó con su pipa, y trajo consigo su talante comprometido y su discurso de fuerte contenido moral. En la rueda de prensa fue contundente al referirse a Aznar -"el presidente parece un poco sordomudo a las manifestaciones de los españoles"-, criticó la incompetencia del Gobierno español en la crisis del Prestige e incluso se permitió hacer alguna sugerencia: "Si en 1981 el Rey intervino para salvar la democracia, quizá ahora los españoles deberían pedirle que encabezara una manifestación para ver si de ese modo el presidente se da por enterado. Al fin y al cabo, el Rey es un ciudadano más".

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Pregunta. Ha habido mucho silencio sobre el sufrimiento de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué vuelve ahora sobre esta cuestión en A paso de cangrejo?

Respuesta. Alemania terminó vencida, y el primer gran golpe para nosotros fue asimilar lo que había ocurrido en los campos de concentración. El problema primordial, entonces, fue digerir aquello, intentar entenderlo. Muchas de las víctimas, y lo digo por mi propia familia, que padeció los horrores que desencadenó el ejército soviético, prefirieron callar. Así que se olvidaron muchos episodios, como el del hundimiento del Gustloff. Me interesaba recuperarlo, pero no haciendo un reportaje. Por fin, descubrí que a través de un antiguo personaje (Tulla, que en esta novela tiene 70 años y que ya había aparecido en Años de perro) podía hincarle el diente al tema de una forma narrativa. He tardado tiempo en volver a la guerra, pero gracias a esa espera he podido enfrentarme a ella a través de la mirada de tres generaciones.

P. El Gustloff llega a Vigo en 1939 a recoger a muchos de los alemanes que participaron en la Guerra Civil con la Legión Cóndor. También aquí se está volviendo a aquellos tiempos difíciles [en la rueda de prensa, Grass reconoció no haber leído Soldados de Salamina, de Javier Cercas, pero comentó que con El lápiz del carpintero, de Manuel Rivas, había aprendido más sobre la Guerra Civil que en los libros de historia]. ¿Cómo recupera lo que vive la gente corriente más allá de los grandes acontecimientos?

R. No me interesan sólo los grandes hechos, sino también las pequeñas cosas. Por eso en la novela sigo tan de cerca la evolución de tres personajes: el nazi Wilhelm Gustloff, que termina por darle nombre al buque; el judío David Frankfurter, que lo asesina en Suiza, y el ruso Alexander Marinesko, que es el que hunde el barco. Es curiosa su historia: termina en el Gulag, y se pasa su vida intentando que reconozcan su hazaña de guerra. No lo hicieron hasta 1990, cuando ya había muerto. En cuanto a los alemanes de la Legión Cóndor, la Guerra Civil española fue el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Aquí los alemanes probaron la calidad de sus armas, como hacen ahora los estadounidenses en las guerras del Golfo. Fue un conflicto internacional, que incluso influyó en Willy Brandt, que estuvo en Barcelona como corresponsal y trató con la gente del POUM. Eso le valdría, más adelante, una campaña de difamación.

P. ¿Por qué le interesó un episodio como el del Gustloff?

R. He escrito el libro para quitar una parte de la historia alemana de las garras de la ultraderecha. Han sido ellos los que volvieron sobre el Gustloff en Internet, pero contando muchas mentiras. El caso es que, más allá de los actos de los grandes líderes -Hitler, Goebbels, Göring, Hess, Himmler, Eichmann-, muchas iniciativas de los nazis fascinaron a la clase trabajadora. Ocurrió con programas como "A la Fuerza por la Alegría", que permitieron que muchos obreros hicieran cruceros en buques como el Gustloff, que fue diseñado expresamente para que en su interior no existieran diferencias de clases. Y, claro, sobre todo estaban encantados porque Hitler dio trabajo a seis millones de parados...

P. El siglo XX estuvo cargado con el peso de unas ideologías que ahora han desaparecido. ¿Cómo ve el presente?

R. Ya sólo queda el capitalismo como única ideología en su versión neoliberal y con Estados Unidos como potencia mundial. Y es tal la arrogancia de su poder que Bush es capaz de proponer una guerra preventiva, algo inconcebible hace unos años. Es imprescindible que haya un contrapeso. La posición de Alemania y Francia frente a la guerra de Irak ha podido sorprender, pero es que Europa sabe lo que es una guerra. Se ha perdido, sin embargo, la oportunidad de que Europa hable con una única voz. En ese sentido, Aznar es un sátrapa de Bush, que actúa de espaldas a lo que le piden los españoles.

Günter Grass.
Günter Grass.BERNARDO PÉREZ
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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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