Al 'cole', camino de ida y vuelta

Los adultos olvidamos a veces que hubo un tiempo en el que aún lo teníamos todo por aprender. En una gran ciudad, gestos y reflejos tan cotidianos e imperceptibles para nosotros como cruzar la calle o atender los semáforos son un mundo para los pequeños, y pueden suponer un continuo quebradero de cabeza para los padres que saben que, a una cierta edad, sus hijos deben empezar a ingeniárselas para recorrer sus primeros pasos en solitario. Es el camino diario hasta el colegio, ida y vuelta.

El Ayuntamiento de Barcelona, de la mano de la concejalía de Educación y Seguridad Viaria, ha puesto en marcha tres caminos escolares, cuyo objetivo es promover y facilitar que los niños vayan a la escuela del barrio a pie y de forma autónoma. Son tramos concretos de circulación peatonal preferente -escogidos por un comité de padres, profesores y miembros de la Administración municipal-, en los que se ha mejorado la señalización viaria, se ha reorganizado el tráfico y se han regularizado los semáforos para que los niños puedan circular de forma más tranquila y segura.

El proyecto cuenta con el apoyo de la Guardia Urbana, vecinos y comerciantes

Los nuevos caminos están en el Eixample, Les Corts y el barrio del Congrés

El proyecto, que cuenta con el apoyo de la Guardia Urbana en los horarios de entrada y salida a los centros y con la colaboración de vecinos y comerciantes, está inspirado en una vieja idea de la Generalitat en tiempos de la Guerra Civil, durante la cual los alumnos de las llamadas escuelas populares de Barcelona llevaban un brazalete con el escudo de la ciudad por si se perdían por las calles.

El plan del Ayuntamiento se inició en 2000 con la apertura del primer camino escolar, para los alumnos de la escuela Tabor, en el Eixample. Un año después se puso en marcha la ruta para la escuela Barcelona, en Les Corts, y el pasado 11 de febrero se inauguró el tercer camino, para la escuela Doctor Ferran i Clua, en el barrio de Congrés. Además, están en marcha otros proyectos para centros de los barrios de Sant Antoni, Sarrià y La Bordeta.

"Es una buena idea porque es como un camino amigo que humaniza un poco la ciudad", señala Elisa Sancho, madre de uno de los niños que acuden a la escuela Ferran i Clua, donde el nuevo trayecto escolar ha obligado a mejorar las señalizaciones de tráfico y ha cambiado el sentido de tres calles a su paso por el centro. Una encuesta llevada a cabo por la asociación de padres de esta escuela reveló que 12% de los alumnos acuden solos, mientras que el resto lo hacen acompañados. "Ha sido mucho trabajo, pero vale la pena. Una de las cosas que pedimos a los padres de los niños es que aportaran ideas, y algunos hablaban de poner cámaras en las calles o construir un puente en el paseo de Maragall, y claro, eso no puede ser", afirma socarronamente Sancho.

Los centros que se adscriben al proyecto incluyen en su programa escolar clases de educación y seguridad viaria para aprender "a cruzar siempre con el semáforo en verde, a ir por la acera y a no ensuciar la calle con papeles", escribe con letra trémula una alumna llamada Andrea en un mural en el que ha dibujado unas figuritas minúsculas rodeadas de gigantescas señales de tráfico, coches y semáforos.