La represión aumenta en Chechenia a pesar de la convocatoria de un referéndum para marzo
Gil Robles, comisario europeo de Derechos Humanos, recoge nuevas denuncias en su visita
La imagen de progreso de la justicia que las autoridades del Gobierno prorruso de Chechenia se esforzaron por dibujar ante Álvaro Gil Robles, comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, se hizo añicos en la sede de Memorial en Grozni. Esta organización no gubernamental denunció ante Gil Robles que las fuerzas federales continúan secuestrando a civiles, que después aparecen como cadáveres o, en el mejor de los casos, moribundos debido a las palizas y torturas a las que se les ha sometido.
El viaje relámpago que el comisario europeo realizó a Chechenia la semana pasada transcurrió la mayor parte del tiempo en gabinetes donde los dirigentes locales subrayaban la mejora de la situación en la región tanto en lo que se refiere a los aspectos políticos como sociales. Pero la realidad se colaba inexorablemente en el camino: Grozni continúa siendo una ciudad fantasma, con la inmensa mayoría de las casas destruidas. Los resultados de la guerra están a la vista en los escombros, en las mujeres que se calientan en la calle al fuego de una hoguera, en las colas para el agua. Y ninguna señal de reconstrucción, salvo en el complejo gubernamental cuya sede fue destruida por una explosión de separatistas suicidas en diciembre.
Las autoridades locales aprovecharon la visita de Gil Robles para argumentar a favor del referéndum sobre una nueva Constitución de la República, una especie de estatuto de autonomía, el próximo 23 de marzo. El referéndum, en la medida en que crea la base para un poder civil, sería útil según ellas incluso para responder a la preocupación que el comisario expresó por las desapariciones de civiles a manos de militares. Tanto Ajmad Kadírov, el jefe del régimen prorruso, como Abdul-Jakim Sultígov, el representante presidencial para derechos humanos en Chechenia, insistían en la urgencia de adoptar la Constitución, que abrirá paso a las elecciones de un líder local y de un Parlamento. Sólo legitimando el poder actual por medio de una votación popular y dotándolo de instituciones se podrá proteger los derechos humanos y acabar con los abusos de los militares, sostuvo Kadírov.
No se puede luchar contra el crimen con métodos criminales; no se puede combatir el terrorismo abandonando los principios del Estado de derecho; no debe haber impunidad para nadie, independientemente de que se trate de un civil, de un militar o de un terrorista; la justicia debe investigar hasta el final todos los casos de arbitrariedad y las denuncias de desapariciones y torturas; hay que trabajar para llegar a una solución política y conseguir la paz: éste es el discurso que Gil Robles no se cansó de repetir ante sus interlocutores, ya fueran altos dirigentes, simples miembros del "comité de iniciativa" del referéndum o soldados.
El fiscal de Chechenia, Vladímir Krávchenko, aseguró a Gil Robles que ya estaban corregidos los defectos que había en las "operaciones de limpieza" realizadas por los militares, durante las cuales buscan a presuntos guerrilleros, que ya no se cometen arbitrariedades y que "no hay más quejas". Pero mientras Krávchenko hacía estas aseveraciones, un grupo de funcionarios del Ministerio de Finanzas se había reunido frente al edificio para protestar por la desaparición de dos personas.
Pero donde ya no quedó nada de las palabras de Krávchenko fue en la sede de la organización de defensa de derechos humanos Memorial. "Los secuestros de personas, en lugar de disminuir, ahora que se acerca del referéndum, aumentaron en enero", denunció la representante de Memorial. El mes pasado, soldados de la base de Jankalá cercaron la ciudad de Argún para realizar otra "operación de limpieza". Dieciocho personas fueron sacadas de noche de sus casas, semidesnudas. Cuando los soldados se retiraron, aparecieron varios de los detenidos. Todos habían sido ferozmente golpeados y dos de ellos, ya cadáveres, estaban destrozados. Ocho personas desaparecieron y fueron rescatadas en estado crítico por las palizas y las torturas. Un joven de 20 años murió a los dos días y a otro tendrán que amputarle las piernas. Al final de la reunión en Memorial, se acercó una chechena para explicar al comisario que sus tres hijos y su marido habían sido detenidos hacía dos meses y que no sabía de su paradero, mientras un hombre gritaba: "Aquí trabajan escuadrones de la muerte. Llegan a las casas enmascarados y hacen desaparecer a la gente".
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