Aznar mantiene firme su apoyo a Bush pese a las masivas manifestaciones
Arenas acusa al PSOE de "manipular" el pacifismo, y Cascos invoca "la mayoría silenciosa"
La avalancha de ciudadanos, al menos tres millones, que reclamaron el sábado en toda España al Gobierno que cambie su total sintonía con EE UU y apueste claramente por una solución pacífica a la crisis de Irak no ha hecho mella en el presidente del Ejecutivo. José María Aznar se mantiene "firme en su convicción" de que la "más eficaz apuesta por la paz es una dura presión", que incluya la amenaza de la guerra, sobre Irak para que se desarme. El presidente inició ayer una "ofensiva de diplomacia telefónica" para atraer a diversos países árabes a su coincidencia de criterio con George W. Bush. Aznar y sus ministros continuarán su campaña para defender que tampoco el Gobierno quiere la guerra. Esta ofensiva interna coloca al PSOE en el punto de mira: Javier Arenas acusó ayer a este partido de "manipular" a la ciudadanía.
"Estamos de acuerdo con todas las personas que se manifestaron el sábado en que no queremos la guerra". Éste es y va a ser uno de los mensajes sistemáticos del Ejecutivo para responder a las masivas protestas contra la guerra, incluso como último recurso, que llenaron las calles en la tarde del sábado, y a las que ayer se sumaron varias decenas de miles de personas en Valladolid. La declaración de coincidencia con el objetivo pacífico de los tres millones de manifestantes estará acompañada por alabanzas de los miembros del Ejecutivo al derecho de manifestación, "imposible en dictaduras como la de Sadam Husein", y de muestras de "total respeto" hacia todas las opiniones discrepantes con las del Gobierno y el PP.
No será éste, sin embargo, un mensaje sin estridencias. Ayer se encargaron de explicitarlas el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, y el secretario general del Partido Popular y ministro de Administraciones Públicas, Javier Arenas. Álvarez-Cascos pidió en Santander que sean "simétricamente respetados los derechos de la mayoría silenciosa que no se manifestó" el sábado, informa Efe. Y Arenas, en Sevilla, acusó a "la oposición", es decir, al PSOE, de estar "intentando manipular los sentimientos de un país que no quiere la guerra"; una política que, a su juicio, es "fácil, cómoda e irresponsable".
Lo que no conseguirá la avalancha de manifestantes contra la guerra es cambiar ni un ápice la posición del Gobierno y el "firme" apoyo de José María Aznar a las decisiones del presidente de EE UU sobre Irak. El Ejecutivo se apoya en tres argumentos:
- La única apuesta "sólida" por la paz y la seguridad en el mundo es la que "exige el cumplimiento de la legalidad internacional". Y eso para el Gobierno significa obligar al régimen de Sadam Husein a su desarme y utilizar la amenaza de la guerra como último, pero creíble, recurso.
- Los inspectores de Naciones Unidas pueden tener "más tiempo" para "verificar el cumplimiento estricto" del desarme "que Sadam Husein incumple desde 1991", pero ese plazo "no puede ser ni largo ni indefinido".
- Y "no son tan graves" las "diferencias" de criterio en la comunidad internacional, por lo que "será posible" alcanzar un acuerdo sobre una nueva resolución de Naciones Unidas para fijar un "ultimatum definitivo" al régimen iraquí, "que es quien tiene en su mano evitar la guerra".
Diplomacia telefónica
Con estos elementos, Aznar inició ayer lo que en La Moncloa denominaron "una ofensiva de diplomacia telefónica" para buscar aliados internacionales a la posición que lidera Estados Unidos. Telefoneó al primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, uno de los firmantes de la polémica carta de ocho líderes europeos en apoyo a EE UU; al primer ministro de Canadá, Jean Chrétien; al presidente francés, Jacques Chirac, principal adalid de la posición opuesta a la de Washington, y al presidente mexicano, Vicente Fox, con quien se entrevistará a finales de esta semana en México antes de acudir el fin de semana al rancho de George W. Bush en Crawford (Tejas). Ayer cenó en La Moncloa con el hermano de éste, Jeb Bush, gobernador de Florida.
Aznar le dijo a Chirac que en la cumbre extraordinaria de hoy en Bruselas, los Quince deberían mantener, al menos, el consenso básico alcanzado el 27 de enero por los ministros de Exteriores. Su aspiración óptima es que apoyen la "aplicación estricta" de la resolución 1.441 de la ONU.
El mismo día en que los ministros de Exteriores de la Liga Árabe firmaban en El Cairo una declaración contra la guerra, Aznar telefoneó al líder libio, Muammar el Gaddafi; al presidente egipcio, Hosni Mubarak; al presidente argelino, Abdelaziz Buteflika; al presidente sirio, Bachir el Asad, y al primer ministro turco, Abdalá Gül. Turquía intenta desde hace una semana, sin éxito, que la OTAN, de la que es socio, le preste apoyo militar ante un eventual ataque iraquí. Y Siria es uno de los 15 países que componen el Consejo de Seguridad de la ONU que ya ha anunciado su voto en contra de un ataque a Irak. Por la noche, la ministra de Exteriores, Ana Palacio, ofreció una cena a los embajadores de los países árabes acreditados en Madrid, a la que acudió el encargado de negocios de Irak. La ministra les pidió su opinión sobre los conflictos de Irak y Orente Próximo, y les comunicó la posición que defenderá hoy Aznar en la cumbre extraordinaria de la UE en Bruselas.
José María Aznar comparecerá mañana en el Congreso de los Diputados en un debate en el que los portavoces de la oposición no tendrán derecho a réplica. Y, como el viaje a México comenzará el miércoles, Rajoy asumirá la máxima representación gubernamental en la sesión de control al Gobierno en el Congreso.
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