"Los pocos progresos logrados en la crisis de Irak se deben a la amenaza creíble de la fuerza"
No le arredran las críticas que ha merecido su intervención del viernes en Nueva York, y sigue defendiendo la dureza de su argumentación con el escudo de la resolución 1.441, aprobada por unanimidad el pasado 27 de enero por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Pregunta. El Consejo de Seguridad se pronunció el viernes por prorrogar las inspecciones. ¿Qué espera ahora Gobierno español?
Respuesta. Si me permite, la comunidad internacional no se pronunció por prorrogar las inspecciones, porque nunca ha habido un plazo para las inspecciones. No se pueden prorrogar. Lo que habrá que decidir, si acaso, es que no se continúen. En esto, como en tantas otras cosas, se está invirtiendo los términos de la situación.
"El Gobierno ha tenido deficiencias de explicación, y yo asumo mi responsabilidad"
"Nadie puede ni debe arrogarse el monopolio de la bandera de la paz, del no a la guerra"
P. En cualquier caso, ¿qué próximos pasos diplomáticos prevé el Gobierno español?
R. Lo que el Gobierno entiende que tiene que pasar ahora es lo mismo que cree que tiene que pasar desde el principio de toda esta crisis: que el régimen de Sadam Husein cambie de actitud política, que colabore. No con ese eufemismo increíblemente hábil de que no hay colaboración en la sustancia y sí hay colaboración procedimental. Lo que hay que lograr es colaboración en la sustancia, y eso pasa por un cambio de actitud.
P. Y el Consejo de Seguridad, ¿qué tendría que hacer para conseguirlo?
R. El siguiente emplazamiento de los inspectores es el día 1 de marzo, cuando tendrán que presentar un nuevo informe de cómo está yendo la inspección; si ha habido algún cambio sustantivo. El Gobierno también ha dicho que entendemos que no se puede sustituir la voluntad por tiempo, ni cambiar los términos de referencia de la 1.441. El desarme pasa por la voluntad iraquí, por una sencilla razón: estamos hablando de armas químicas y bacteriológicas que, si no hay voluntad de colaboración, no hay forma de encontrarlas.
P. El primer ministro británico, Tony Blair, ha hablado de dar a los inspectores un plazo adicional de dos semanas.
R. Bueno, lo que he leído del primer ministro Blair es exactamente lo mismo que he dicho yo, que el Consejo de Seguridad ha emplazado a los inspectores el día 1 para que hagan un informe de etapa. Es lo que dice Blair, y lo que suscribimos todos.
P. ¿Son los inspectores los que tienen que decir si el proceso puede continuar o si es inviable?
R. No, esa valoración le corresponde al Consejo de Seguridad. Los inspectores son fedatarios, y lo que tienen que decir es cuál es la situación.
P. Al día de hoy, para el Gobierno español, ¿una segunda resolución de la ONU sigue siendo simplemente deseable, o imprescindible para dar cobertura legal internacional a un eventual ataque?
R. Nuestra posición, que siempre hemos manifestado desde principios del mes de enero, es que una segunda resolución, si bien jurídicamente no es imprescindible, políticamente es deseable.
P. Pero la resolución 1.441 dice que el Consejo "decide" que, en cuanto los inspectores le informen de alguna violación por parte de Irak, se reunirá "inmediatamente" para "examinar la situación y la necesidad de que se cumplan plenamente todas sus resoluciones". ¿No queda claro que tiene que haber un nuevo pronunciamiento del Consejo antes de tomar otras medidas, como el ataque?
R. Como señalé antes, creo que jurídicamente no. Un texto jurídico hay que interpretarlo en su conjunto, no se pueden aislar frases. Y no sólo en el conjunto de la 1.441, sino en el del entramado de resoluciones dictadas desde hace 12 años.
P. Pero siendo la referencia más directa la que le he citado, ¿en qué se apoya la interpretación de que la segunda resolución no es imprescindible?
R. Mire usted, en esto podemos hacer dos cosas: o analizarla jurídicamente, y entonces me permitiría usted que tomase papeles, porque la argumentación jurídica no es así, a vuela pluma; o bien la argumentación que me parece que se está haciendo ahora, que es la de la importancia política de que esta cuestión se mantenga en el seno del Consejo de Seguridad. España ha apostado desde el principio por el multilateralismo, porque esto esté en el marco de Naciones Unidas, y eso es lo que creo que hay que mantener.
P. Pero el punto importante es que, si el Gobierno sostiene que el nuevo pronunciamiento del Consejo es jurídicamente prescindible, llegado el caso podrá justificar su participación en un ataque no cubierto por la ONU.
R. Vamos a ver, precisamente porque yo tengo una formación que hace que respete muchísimo el derecho, no me gusta hablar en términos técnicos. Pero en términos técnicos, le quiero recordar que estamos es en un alto el fuego sujeto a una comprobación de un incumplimiento que en estos momentos está claro. Ése es el origen que transita a la 1.441. Yo comprendo que, como todas las cuestiones jurídicas, es opinable. Pero he debatido sobre este asunto, y entiendo que es así. Estoy dispuesta a reconocer, si veo alguna argumentación más fuerte que la mía. Hasta ahora, no es el caso.
P. Referencias de la 1.441 que se han utilizado en el discurso político, como que es "la última oportunidad" o las "graves consecuencias" que puede acarrearle a Irak su incumplimiento, ¿significan para usted el paso inmediato a la guerra si no avanzan las inspecciones? ¿No puede haber otras medidas intermedias, y suficientemente graves?
R. Si hay algo en lo que la comunidad internacional está de acuerdo, y esa es la postura del Gobierno, es en que los pocos progresos logrados en la crisis de Irak, el paso de un obstruccionismo activo y rabioso a esa colaboración procesal, ha sido, en palabras de Kofi Annan, por una presión diplomática respaldada por la amenaza creíble del uso de la fuerza, y en eso estamos. Consecuencias graves, yo creo que es un concepto en este caso político, pero que, interpretado en el contexto de Naciones Unidas es uso de la fuerza.
P. El Gobierno exige el cumplimiento inmediato de las resoluciones porque afirma que Irak lleva incumpliéndolas 12 años. Pero hace sólo siete meses, este mismo Gobierno era contrario a las sanciones impuestas por EE UU a Irak, y todavía hoy es uno de los pocos de Europa que mantiene un representante permanente en Bagdad para que atienda a los intereses españoles. ¿Cómo se explica el cambio?
R. No se pasa del blanco al negro. El Gobierno de España siempre ha estado con el pueblo iraquí. Usted ve una contradicción, yo no la veo.
P. Sugerir que la guerra, que una invasión, puede ser buena para los iraquíes resulta muy duro.
R. En primer lugar, nosotros no estamos sosteniendo una guerra. Estamos sosteniendo la necesidad del desarme del régimen de Sadam Husein. Lo que ha acordado la comunidad internacional es que Sadam Husein es un peligro, y que tiene que desarmarse. En eso estamos. La posición es la misma en cuanto a principios y filosofía, lo que pasa es que todos los principios y la filosofía han de adaptarse a las circunstancias.
P. Pero tanto el presidente del Gobierno, como usted en alguna ocasión, han aludido al 11 de septiembre y al nuevo riesgo del terrorismo como elemento determinante o catalizador para que la situación de Irak no pueda continuar.
R. Sí, eso es totalmente cierto. Cuando se habla de por qué ahora sí y en el 1991 no, la respuesta pasa por el 11 de septiembre. En 1991 todavía vivíamos en un marco conceptual de enfrentamiento de bloques, que era terrible pero tenía algunas certezas, y es que había reglas, determinados patrones de conducta. La característica del terrorismo es precisamente no respetar ninguna regla.
P. Su colega francés, Dominique de Villepin, dijo el pasado viernes en la ONU que Francia y otros aliados han buscado pruebas que relacionen al régimen iraquí con grupos terroristas, y no las han encontrado. ¿Cómo se puede entender que el Gobierno mantenga una postura distinta a la de un aliado tan próximo en este tema?
R. Quiero hablar con el ministro francés de esa afirmación, pero para el Gobierno de España las conexiones de Irak con el terrorismo, no con Al Quaeda pero sí con grupos terroristas, son claras. El Gobierno francés no las tendrá. En España, por la razón de que el terrorismo tiene interconexiones, que hay un eje incluso publicado que relaciona el terrorismo de ETA con el atentado de Colombia de hace unos días, por esa específica sensibilidad de España frente al terrorismo, es posible que la información en ese sentido sea más completa que la que pueda tener el Gobierno francés.
P. Si está hablando de los Muyahidin Al Halq, es un grupo que actúa contra Irán, muy circunscrito a ese problema y sin conexiones con el terrorismo internacional.
R. Perdone, yo ahí le quiero decir que no hay terrorismo internacional frente a otra clase de terrorismo. Hay terrorismo. Y esa es una de las cosas en las que España ha sido muy clara y muy batalladora. El terrorismo de ETA parece que entraría en ese terrorismo, entre comillas, local, y, sin embargo, ha estado en relación con distintos episodios, como, por citar el último, el de Colombia.
P. ¿Usted considera que, si se ataca a Irak con el argumento de la conexión terrorista, ese mismo argumento no es trasladable a otros países, como Irán, Siria, Pakistán o la propia Arabia Saudí?
R. Perdón, no se ataca a Irak con el argumento de la conexión terrorista. Se ataca a Irak en el sentido dialéctico, que yo espero que no se le ataque nunca en otro sentido, para que se desarme. Para que cumpla con una obligación que le ha impuesto la comunidad internacional, que considera que es un peligro.
P. Lo que no es trasladable a otros países...
R. Pues no.
P. Los países más opuesto al ataque destacan las consecuencias negativas que tendría para la región. ¿No cree que la situación en todo el Asia Menor, la deriva desesperada del conflicto israelo-palestino, el resentimiento árabe, el terrorismo de matriz islámica, la propia desestabilización de Arabia Saudí, demuestran que la Guerra del Golfo fue un éxito militar y un fracaso político?
R. Yo creo que los problemas que existen en esa región del mundo no arrancan en absoluto de la Guerra del Golfo. Para nada. Dicho esto, en la eventualidad de que hubiera una intervención militar, que nadie quiere, efectivamente se corre un riesgo. No hay nadie que lo niegue. Usted dice "subida del integrismo", sí, y también estabilización de Irak, esperemos que por medios pacíficos, lo que también es una buena señal para los elementos más progresistas, más laicos, más moderados, que combaten en esas sociedades.
P. España vivió ayer las mayores manifestaciones de su historia. ¿Qué conclusión saca usted?
R. En primer lugar, un manifestación por la paz y contra la guerra, que nadie la monopolice ni excluya a nadie de ese sentimiento, que es un sentimiento ético en bruto. Que nadie la monopolice detrás de una u otra actitud. Yo me siento muy orgullosa de ser española, y lo que me hubiera sorprendido es que no hubiera habido manifestaciones por la paz. A partir de ahí me chocó, lo primero, el antiamericanismo que se planteaba. Segundo, que no hubiera ni una sola voz en contra del régimen de Sadam Husein, que es lo que hace que hoy, en Bagdad, se esté diciendo que todas esas manifestaciones son de apoyo al régimen de Sadam Husein. Pero eso no es responsabilidad de la gente que se manifestó por esa idea ética, sino de determinados discursos que se leyeron, donde se metieron cosas que nada tienen que ver con la cuestión iraquí. Se habló hasta de Venezuela, y todo ello con el antiamericanismo como hilo conductor, que es una antigua tradición en España. Es un sentimiento que no comparto, y que me parece errado desde el punto de los intereses de España, porque necesitamos a Estados Unidos al menos tanto como ellos nos necesitan a nosotros.
P. Pero lo realmente nuevo de ayer es que la movilización fue incomparablemente mayor que las de la guerra del Golfo, Kosovo o Afganistán. Da la impresión de que la gente considera esta guerra menos suya que nunca.
R. Yo creo que el sentimiento en favor de la paz es permanente y generalizado. En toda esta cuestión de Irak ha habido algo que se ha planteado muy negativamente para la opinión pública, y es que se planteó la profecía, desde hace mucho tiempo -la empecé a oír en agosto-, de que EE UU iba a atacar ya. Por esa profecía creo que hay una percepción distinta que en otros momentos.
P. No hubo profecía, sino noticias alimentadas por la Casa Blanca continuamente...
R. En eso estoy de acuerdo con usted. En este asunto hay distintas sensibilidades dentro del Gobierno americano pero, hoy por hoy, lo que hay en el Gobierno americano es una actitud multilateralista y dentro del marco de Naciones Unidas.
P. Como persona con responsabilidad de Gobierno, ¿no tiene una sensación sin precedentes de ruptura con la calle?
R. Francamente, yo creo que el Gobierno ha tenido deficiencia de explicaciones, y en ese sentido asumo mi responsabilidad. Lo tengo que reconocer paladinamente. Distancias no, porque estamos en un terreno ético. Yo no creo que nadie pueda ni deba arrogarse el monopolio de una bandera como la de la paz, del no a la guerra.
P. ¿Qué va a ocurrir mañana en Bruselas, cuando los Quince vuelvan a intentar un consenso sobre Irak?
R. No soy incorregiblemente optimista, pero soy optimista. Mi apuesta es que mañana se demuestren cuatro cosas. La primera, que los jefes de Estados y de Gobierno pueden hablar entre ellos, y en un clima constructivo. La segunda, la importancia del vínculo trasatlántico, que todos comparten. La tercera, que en el tema de Irak, como ya dijimos el pasado 27 de enero, se coincide plenamente en el terreno de los objetivos y de los principios. A mí me gustaría que se entrara a fondo en la cuarta, que la ha pedido España y se ha incorporado en el orden del día, que es que no se puede demorar ni un día más reactivar la hoja de ruta [o plan para el conflicto israelo-palestino propuesto por la Unión] y abordar el Cuarteto [formado por la UE, la ONU, EE UU y Rusia].
P. ¿Cree que el eje franco-alemán es el pasado de Europa?
R. No, en absoluto. Creo que es esencial. Pero Europa es también, hoy, de 15, más 10 [países del Este que entrarán en 2004], más dos [Rumania y Bulgaria], más uno [Turquía], y, por lo tanto, nadie puede arrogarse la voz de Europa.
P. ¿Y no teme que las tensiones con Francia y Alemania derivadas de Irak puedan perjudicar la situación diplomática y política de España en la construcción europea?
R. No, francamente no. España ha dejado en Europa la política de hablar la quinta. Eso es un hecho. En el contexto de la Europa ampliada, España tiene el peso que tiene, y no se trata ya de sumarse a consensos, sino de explicar la propia posición, creyéndose lo que es y sabiendo lo que no es. Eso es algo que se entiende perfectamente.
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