La feliz samba de Telefónica
En cinco años ha logrado liderar los mercados brasileños de telefonía
Telefónica está de enhorabuena en Brasil. A los cinco años de su desembarco en este país el grupo español acumula ya más de veinte millones de líneas de telefonía fija, es la mayor operadora de móviles en este mercado (y la segunda en el conjunto de América Latina) y registra la mejor media de retorno sobre capital operacional invertido entre todas las operadoras instaladas aquí.
Es la operadora más rentable, su filial BrasilCel es hegemónica en móviles y tiene 20 millones de clientes en telefonía fija
En 2002, y por tercer año, Telefónica fue, entre las operadoras instaladas en Brasil, la que obtuvo mejor retorno sobre el capital operacional invertido: un 8,2%, frente a una media en su sector del 6%. En los dos últimos años, la española ha invertido 18.200 millones de euros. Sus ratios, sin ser excepcionales, la sitúan, en el conturbado escenario de la telefonía en el mayor país latinoamericano, en una posición muy ventajosa.
El año pasado, del total de operaciones de Telefónica en América Latina, la mayor parte correspondió a Brasil. Sus ingresos alcanzaron los 3.000 millones de euros, frente a los 5.400 millones que contabilizó en Latinoamérica.
La creación de una nueva operadora, BrasilCel, una joint venture entre Telefónica y Portugal Telecom para el segmento de telefonía móvil, significó un duro golpe a la competencia. Y la adquisición, por la nueva operadora, de Tele Centro-Oeste (TCO), cuyo control pertenecía al grupo Splice, consolidó a BrasilCel como el mayor grupo de telefonía móvil del país, con casi 17 millones de usuarios, un número tres veces superior al del segundo operador, y con el 50% del total de líneas móviles en Brasil. Los demás competidores en este segmento son Telecom Américas, controlada por la mexicana América Móvil, que tiene 5,2 millones de usuarios; la italiana TIM, con cinco millones; y Oi, controlada por la operadora fija brasileña Telemar, que cuenta con 1,5 millones. BrasilCel opera en Brasilia y 19 estados.
Enmienda de errores
Todo un éxito, pese a la desastrosa campaña de marketing con la que aterrizó (una mezcla explosiva de arrogancia y equívocos). La española, al optar por instalarse inicialmente en una zona limitada, el estado de São Paulo, sorprendió y no levantó excesivas reticencias entre quienes pugnaban por hacerse con gruesas porciones de la tarta del antiguo sistema estatal Telebras. Por un alto precio, 10.000 millones de dólares, se quedó con una región de alto poder adquisitivo, escasas dificultades físicas y alta concentración de infraestructuras. Hizo inversiones pesadísimas, unos 50.000 millones de dólares, pero gracias a ellas y a su política empresarial firme ha logrado situarse hoy en una posición excepcional. Claro que sus ejecutivos hacen coro a los de las demás operadoras a la hora de presionar al Gobierno para que reduzca las tasas fiscales y aumente las tarifas, pero por ahora la crisis de su sector parece no afectarla.
Desde la privatización del sistema de telefonía brasileño, en 1998, el sector ha pasado por varios y profundos cambios. Un lustro después muchos brasileños han olvidado cómo era el sistema estatal: habia 800.000 móviles y hoy superan los 32 millones; 13 millones de líneas fijas y hoy superan los 50 millones (un 40% son de Telefónica). En 1998 existían 12 líneas de telefonía fija por cada cien habitantes. Ahora son 30. Una línea fija de teléfono era algo tan raro que había un mercado negro. En Río de Janeiro, por ejemplo, en algún barrio se llegó a pagar por ellas hasta 3.000 dólares.
Hoy día por 20 dólares un habitante de Río tiene instalada una línea fija en 72 horas. Y por 65 es posible adquirir una línea de móvil. Las tarifas han subido mucho, pero el sistema funciona.
Hay crisis en el sector porque muchas empresas se endeudaron en moneda fuerte y han sido golpeadas por las devaluaciones de 1999 y 2002; por la excesiva división regional del mercado y por el gran número de competidores que se lo disputan tanto en telefonía fija como en móvil. La fiscalidad también ha contribuido a que las tasas de retorno de sus inversiones hayan sido menores. Todo ello, unido a la alta morosidad que se ha registrado en algunas regiones, ha obligado a muchas operadoras a echar el cierre y a otras a embarcarse en un proceso de fusiones que no ha terminado.
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