Sadam prohíbe por sorpresa las armas de destrucción masiva
Un ambiguo decreto presidencial fue aprobado sin debate previo en el Parlamento nacional
Sadam Husein volvió a utilizar ayer la técnica de la goma elástica. Tras varias semanas esquivando la exigencia de los inspectores de la ONU para que aprobara una ley que ilegalizase las armas de destrucción masiva, un decreto presidencial anunció ayer por sorpresa la prohibición de importar materiales que puedan ayudar a fabricarlas. Faltaban dos horas para que Hans Blix y Mohamed el Baradei comparecieran ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
De acuerdo con el texto difundido por la agencia oficial, INA, el decreto establece que "se prohíbe a toda empresa o ciudadano iraquí importar cualquier elemento que pueda ser empleado para la fabricación de armas de destrucción masiva, ya sean nucleares, químicas o biológicas". La medida, que se declara de efecto inmediato, amenaza con "penas severas" a quienes la violen.
Una vez más, la ambigüedad y el margen para la interpretación son grandes. El texto habla de "importar", pero en ningún momento se refiere a la posesión actual de armas, algo que Irak niega con rotundidad. Tal vez por ello, un comunicado difundido por la televisión iraquí reiteró que "Irak está libre de esas armas" y que si Estados Unidos decide atacarle, "el pueblo resistirá". La información iba acompañada por imágenes de una reunión entre el presidente Husein y algunos de sus hombres de confianza, en la que al parecer se adoptó el decreto.
Tampoco este comunicado encaja en la petición lanzada por el jefe de los inspectores de la ONU, HansBlix, durante su última visita a Bagdad, el pasado fin de semana, para que la más alta instancia del régimen enviara un mensaje claro de que renuncia a las armas de destrucción masiva y alienta la cooperación con los inspectores. Al día siguiente de esa visita, Irak aceptó el despliegue de los aviones de espía U-2.
De momento, el decreto presidencial ha servido para dar argumentos a los iraquíes, que cada día preguntan más inquietos si no va a haber forma de evitar el ataque. "¿Qué más quieren?", preguntaba un profesor universitario tras escuchar la noticia del decreto y mientras esperaba el informe de los inspectores.
Hasta ahora, el Gobierno iraquí había aducido las complejidades del proceso legislativo para justificar el retraso en promulgar una ley en ese sentido. La convocatoria para las cuatro de la tarde de ayer de una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional iraquí hizo suponer a los tres centenares de periodistas extranjeros acreditados en Bagdad que tendría ese objetivo.
Pero en Irak las cosas rara vez son lo que parecen. Los 250 diputados llegaron al Palacio de Congresos (la sede legislativa se encuentra en obras) sin conocer el orden del día de la sesión. "Me llamaron el miércoles por la tarde, pero no sé exactamente qué vamos a debatir", admitió cándidamente a este diario Mohamed Saleh Azad, representante designado por Arbil, una ciudad que se halla fuera del control del Gobierno central, en la zona semiautónoma kurda.
Tampoco tenía información al respecto Qadum al Yenabi, diputado de un distrito rural de la provincia de Bagdad. Al Yenabi intuía no obstante que se hablaría de las armas de destrucción masiva. "Irak ha firmado todos los acuerdos internacionales que prohíben esas armas", aseguraba con aspecto de conocer la materia. "En realidad, si se promulga una ley será para satisfacer los deseos de Blix, que son un reflejo del Consejo de Seguridad, porque la ley internacional tiene en Irak más peso que la ley local", añadió antes de entrar en la sala. Los diputados no tuvieron ocasión de votar nada ni discutieron la conveniencia de la ley, que vio la luz por la vía del decreto presidencial.
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