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AMENAZA DE GUERRA | La división de la Alianza

El secretario general, en sus horas más difíciles

El prestigio de la OTAN no sólo está mellado, sino también el de su secretario general, George Robertson, coinciden en señalar varias fuentes diplomáticas y analistas que juzgan la estrategia mediática de la cúpula atlántica como "un enorme e irreparable error". En menos de una semana, lord Robertson ha comparecido tres veces ante unos medios de comunicación cada vez más voraces de palpar un clima de cuchillos largos para anunciar la maldita palabra -"fracaso"- y repetir como una letanía y sin más argumentos que los de su voz que la divergencia es de calendario y no de sustancia.

"Ha sido él quien más ha insistido en convocar una reunión tras otra del Consejo Atlántico, pese a que se le sugirió la oportunidad de espaciarlos para así dar más tiempo a la reflexión y rebajar el impacto negativo que representa una falta de arreglo", indica un diplomático que pide no ser identificado.

Otras fuentes consultadas, que se sinceran con la condición del anonimato, son mucho más ácidas con el afable dirigente atlántico y sostienen que, en realidad, Robertson está siendo objeto de un marcaje férreo norteamericano. "Estados Unidos es quien está atrayendo desde mediados de enero el circo mediático pensando que de este modo mete más presión a los tres discordantes ", opina un alto cargo diplomático.

"Muy filonorteamericano"

Los analistas creen que Robertson está dilapidando el prestigio que se había ganado en la cumbre de Praga, el pasado noviembre, donde se formalizó la invitación de ingreso a otros siete países del Este -"¿qué ventajas tienen ahora de entrar?", opina un funcionario-, y, sobre todo, hubo un compromiso de los 19 socios aliados de incrementar sus capacidades militares y hacer operativa una fuerza de respuesta rápida compatible con la futura europea.

El ex ministro de Defensa de Tony Blair durante la guerra de Kosovo (1999), que dejará el cargo a petición propia en diciembre de este año, es tildado ahora de "muy filonorteamericano" y de no querer comprender del todo las aspiraciones de la Unión Europea, y sobre todo de Francia, de desarrollar la futura defensa europea.

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Sus relaciones con su antecesor, Javier Solana, en general buenas durante estos tres años de mandato, se han enfriado bastante en los últimos meses pese a que finalmente se logró en diciembre último el ansiado acuerdo UE-OTAN que permitirá a los europeos el acceso permanente a los medios de planificación atlánticos.

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