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El clima prebélico y el desempleo rebajan el crecimiento de EE UU hasta el 0,7%

Durante 2002 el crecimiento mejoró un 2,4%, sin disipar aún la amenaza de recesión

La economía de EE UU sufrió un frenazo en el último trimestre del año pasado, hasta crecer sólo a una tasa del 0,7%, debido esencialmente a la retirada de los consumidores, desincentivados por la amenaza bélica y un gélido clima laboral con pocas perspectivas de mejora. El crecimiento del PIB en el periodo octubre-diciembre hizo cerrar el año con un aumento del 2,4%, por debajo de lo necesario para dar confianza a la economía, aunque suponga una sustancial mejora sobre el 0,3% registrado en el 2001, el año en que comenzó la recesión, que no termina de disiparse.

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La primera economía del mundo sigue sin encontrar una base sólida y regular. La evolución del producto interior bruto (PIB) a lo largo del año pasado fue desigual, con cada trimestre contradiciendo al anterior y al siguiente. El primero y el tercero crearon grandes expectativas, con crecimientos del 5% y el 4%, para ser seguidos, respectivamente, de ralentizaciones al 1,3% y al 0,7%, según los datos provisionales dados a conocer ayer por el departamento de Comercio. Esta cifra será revisada dos veces entre febrero y marzo para ajustarla con datos aún no tamizados.

Los economistas habían percibido un enfriamiento de la actividad productiva durante el pasado trimestre, y rebajaron las expectativas de crecimiento del 1,4% al 0,9%. Pero las cifras oficiales ofrecen un panorama aún peor, que convierten al último trimestre en el peor del año 2002. Es el más débil desde que la economía se contrajo un 0,3% en el tercer trimestre en 2001, bajo los efectos directos del 11-S.

"Los principales factores que contribuyeron al frenazo en el cuatro trimestre fueron la desaceleración del consumo y la caída de los inventarios y las exportaciones", señala el comunicado de Comercio. Los consumidores han sido el principal elemento que ha mantenido la economía de Estados Unidos a flote. Dos terceras partes de la actividad depende de ellos, pero a finales de año empezaron a dar muestras de agotamiento. Apenas creció un 1% su gasto, porcentaje sin precedentes desde 1993 y en claro contraste con el 4,25% de crecimiento en el trimestre veraniego. Hubo un recorte drástico en la adquisición de los llamados bienes duraderos (con más de tres años de vida), quizás para compensar el estallido comprador del ciclo anterior, cuando ese consumo se disparó un 22,8%.

Desaliento

Los economistas atribuyen este desaliento de los consumidores a la atmósfera prebélica y a la debilidad del mercado laboral, con una tasa de desempleo del 6%, que se espera que suba en los próximos meses. Para crear empleo, la economía estadounidense debe crecer por encima del 3%.

Precisamente ayer se conoció que las solicitudes de subsidio de desempleo aumentaron la pasada semana en 14.000 personas y alcanzaron las 397.000. En las cuatro semanas anteriores, las peticiones habían caído, lo que introduce nuevas dudas sobre las posibilidades de recuperación de la primera economía mundial.

Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal y primer economista de Estados Unidos, ha venido señalando que el factor crucial para la recuperación económica es la inversión en bienes de capital. Justo cuando ha caído el consumo privado, y tras ocho trimestres de recorte en los gastos de capital, las empresas incrementaron su inversión un 1,5% en el cuarto trimestre, pero la inversión total cayó el 0,7% para cerrar el año con un aumento del 0,5%. El dato tiene doble filo. El gasto de los empresarios fue en su mayor parte para equipamiento y software, no para nuevas plantas y edificios, lo que permite aventurar crecimientos en la productividad que no conllevarán aumentos de plantillas, una característica de la actual situación económica en Estados Unidos. Además, las exportaciones cayeron el 1,3% en el año, mientras las importaciones crecieron el 3,4%.

La Reserva Federal ha analizado esta semana el panorama económico y ha llegado a la conclusión de que sólo la incertidumbre bélica frena la recuperación y que por ello es innecesaria una nueva intervención para reducir los tipos de interés, establecidos en noviembre en un tipo básico de referencia del 1,25%, la cifra más baja en 41 años.

Los altos precios del crudo y "otros aspectos de riesgo geopolítico mantienen la contención en el gasto y en la contratación", dicen los sabios del banco emisor. "Conforme esos riesgos se levanten, como espera la mayoría de los analistas, la posición de la política monetaria", en referencia a los bajos tipos, "junto con el incremento de la productividad, proporcionarán apoyo a un mejor clima económico".

En busca de apoyos al 'Plan Bush'

La debilidad de la economía constituye una amenaza para George Bush, cuya gestión en ese frente es criticada por el 49% de los estadounidenses. El presidente ha presentado al Congreso un plan de estímulos económicos valorado en 670.000 millones de dólares en 10 años, que volvió a defender en su discurso sobre el Estado de la Unión como imprescindible para conseguir un crecimiento que permita dar trabajo a todo el que lo pida. El nuevo secretario del Tesoro, John Snow, confirmado por el Senado, será ahora el encargado de vender ese plan a un Congreso escéptico con su medida estelar, la eliminación del impuesto sobre dividendos.Bush considera el desempleo (en el 6%) como la mayor amenaza para su presidencia y hace continuas alusiones a la necesidad de combatirlo. "Los puestos de trabajo se crean cuando crece la economía; la economía crece cuando los estadounidenses tienen más dinero para gastar e invertir; y el mejor y más justo medio para garantizar que los estadounidenses tienen dinero es no quitárselo con impuestos", dijo el presidente a los congresistas. Acto seguido aludió a su plan de adelantar las rebajas previstas en la carga impositiva, sin hacer referencia explícita a la contenciosa sobre los dividendos, un atronador silencio dado lo espectacular de la iniciativa.La idea no cuenta por ahora con los apoyos necesarios en el Capitolio, donde hasta los propios republicanos la ven con recelo. A John Snow le corresponde defenderla ante los escépticos. Esta semana ha trascendido que Alan Greenspan duda también de los efectos del plan, aunque un portavoz suyo señaló que el presidente de la Reserva Federal era un firme creyente en la bondad de la desaparición del doble gravamen sobre los dividendos, primero como beneficios empresariales y luego al ser liquidados a los accionistas.Snow defendió en su examen ante el comité financiero del Senado todo el plan del presidente, incluida la propuesta sobre dividendos. Señaló también que un dólar fuerte es una cuestión de interés nacional.

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