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El Museo del Diseño de Londres recorre la obra de Manolo Blahnik

La exposición reúne dibujos y 900 prototipos creados en 30 años

Elsa Fernández-Santos

A Manolo Blahnik (Santa Cruz de La Palma, Canarias, 1942) no le gusta que el diseño se equipare al arte -"digamos que es un arte aplicada", matiza- y no puede evitar sentir cierta extrañeza al ver 900 de sus famosos manolos reunidos por primera vez en un museo. La retrospectiva que ahora le dedica el Museo del Diseño de Londres (inaugurada anoche y que se abre al público mañana) reúne un trabajo de 30 años. Prototipos (algunos verdaderas joyas inencontrables, piezas de coleccionista) que muestran la evolución de uno de los diseñadores más influyentes de las últimas décadas. En 30 años, Blahnik ha creado unos 10.000 zapatos siguiendo un proceso artesanal en el que él mismo diseña, modela y remata cada prototipo. Coincidiendo con la exposición también se editan los dibujos del diseñador, muchos de ellos expuestos en el Museo del Diseño y que muestran la fértil imaginación de este canario de origen checo afincado en el Reino Unido desde los años setenta.

"Me gusta saber que hago zapatos que son una fuente de alegría"

La exposición, que permanecerá en Londres hasta el 11 de mayo y que luego podría viajar a Kioto y Barcelona, está comisariada por Gemma Curtin y Colin McDowell, autor de la biografía de Blahnik y crítico de moda de The Sunday Times. Los diseñadores del montaje son el equipo Data Nature. La exposición -acompañada de música española, marroquí y siciliana- muestra cómo el cine y la pintura han sido un poderoso referente para el trabajo del zapatero. De las películas de Visconti a las de Cocteau. De El Greco a Velázquez y Zurbarán.

Así, en esta exposición se cruzan St Margaret of Antioch, un zurbarán cedido por la National Gallery, o varios vestidos de alta costura de Yves Saint-Laurent. Juntos pretenden ilustrar la singular naturaleza creativa de Blahnik, quien durante más de un año ha ordenado y catalogado los 900 zapatos elegidos para la exposición. Con un criterio cronológico y estético, el recorrido mostrará cómo desde los años setenta Blahnik ha trabajado todo tipo de formas y materiales, cómo creando escuela es, a su vez, inimitable. En su casa de Bath, en el suroeste del Reino Unido, ha guardado uno de casi todos los modelos (todos distintos, todos con nombre propio) que ha realizado y por eso ahora (ayudado también por las colecciones de alguna de sus famosísimas clientas) puede reconstruir paso a paso años de trabajo. Los colores, las formas y los materiales más increíbles. Telas antiguas, sedas inencontrables, pieles exquisitas y piedras semipreciosas. Blahnik ha logrado convertir sus zapatos en piezas únicas. Según él, si se puede aprender algo de su trayectoria es: "Ligereza e innovación en el corte". "Y también", añade, "paciencia, pasión y trabajo".

Pasión, en este caso, correspondida. Los diseños de Blahnik ("me gusta saber que hago zapatos que son una fuente de alegría, una forma de comunicación, quizá en eso sí tienen que ver con el arte") provocan verdadero delirio. La última demostración de esta furia es la frase que ya ha popularizado la actriz Sarah Jessica Parker, gracias a la serie Sexo en Nueva York. Parker, asaltada por un ladrón en pleno Soho neoyorquino, grita aterrorizada: "¡Quíteme lo que sea, mi baguette de Fendi, mi anillo, mi reloj...! ¡Todo, menos mis manolos!". Por supuesto, el ladrón sólo quiere una cosa: los inalcanzables manolos.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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