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UNIVERSIDAD

Los exámenes causan ansiedad y estrés al 30% de los universitarios

Los especialistas aconsejan a los alumnos que afronten las pruebas como un reto

Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Deusto. Anochece. Un alumno trata de forzar desesperado la puerta del despacho de uno de sus profesores. Uno de los vigilantes del recinto académico le descubre y le atrapa. Interrogado por las razones de su conducta, el joven confiesa avergonzado que quería hacer desaparecer el examen entregado ese mismo día porque le había salido mal. No es un bulo, es real. Un caso aislado y muy poco frecuente, pero una muestra significativa de los efectos perniciosos que los exámenes pueden llegar a provocar en los estudiantes.

Febrero, junio y septiembre son los meses en los que los universitarios deben afrontar las pruebas que sirven para comprobar y calificar los conocimientos que atesoran en sus respectivas áreas de estudio. Son fechas poco deseables, de aliviado olvido para quienes las han dejado atrás y de ingrato recuerdo para los que aún deben enfrentarse a ellas, como señala la profesora de Psicología de la Universidad de Deusto Rosario Morejón, autora de la tesis Estrés y variables mediadoras en la adaptación universitaria. "Los exámenes son microeventos estresores, es decir, sucesos de vida relativamente estresantes que hacen que tengamos que readaptar nuestra vida durante un periodo cerrado y muy intenso en un nivel medio-alto. No son experiencias gratas para nadie. Se puede decir que son pequeños males necesarios", define.

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Aunque el desagrado que producen los exámenes es generalizado, la forma y el modo de sobrellevar esta experiencia tienen múltiples matices. Hay quienes no se sienten perturbados en exceso y hay quienes sufren un auténtico calvario. "Cada vez hay más grupos de estudiantes pasotas que van a cumplir el mínimo exigido y ya está. Estos, que forman el llamado ethos burocrático, no sufren en los exámenes. La gente que se preocupa y que quiere ser un buen estudiante, es la que más sufre", describe Morejón.

Trastornos

Alberto Amutio, profesor de la Facultad de Psicología de la UPV, destaca que tres de cada diez estudiantes universitarios padecen problemas de ansiedad y de estrés. Amutio fue responsable del taller de afrontamiento del estrés ante los exámenes que se ha celebrado en diciembre en el campus de Guipúzcoa y que volverá a convocarse en mayo. "Enseñamos diferentes técnicas de relajación, a pensar de forma lógica y positiva, hacemos un ensayo de habilidades y mostramos cómo organizar el tiempo en el examen", explica.

Su colega Karmele Salaberria, responsable del Servicio de Psicología Aplicada de la UPV, considera que el problema no es la ansiedad en sí, sino su grado. "En cierta medida cierto nivel de ansiedad es bueno porque te activa. El problema es el exceso", indica.

Las consecuencias de ese elevado grado de tensión se plasman en el estado del alumno. La lista de posibles trastornos es extensa y poco indicada si se desea obtener una buena calificación académica. En el plano del comportamiento, irritabilidad, angustia, pensamiento obsesivo, dificultad de concentración, inhibición mental, evitación, es decir, no acudir el examen o entregarlo en blanco, son algunos de los efectos. En el aspecto físico, el estrés puede producir palpitaciones, problemas respiratorios, insomnio, exceso de transpiración, alteraciones salivares, gastrointestinales, temblores, dolores de cabeza, aparición de manchas rojas en la piel, etcétera.

Las variables de novedad, intensidad y complejidad de los exámenes pueden aumentar o disminuir las reacciones de los alumnos. Está comprobado, por ejemplo, que los estudiantes de carreras técnicas como las ingenierías presentan más respuestas psicofisiológicas que los de las titulaciones de Humanidades. El manejo correcto de las emociones, la planificación, las condiciones ambientales del estudio o la ayuda del profesor son otros condicionantes de la aparición en mayor o menor grado de problemas de ansiedad.

Los nervios frente a un examen son ineludibles, pero es posible evitar el estrés. En opinión de Rosario Morejón, lo fundamental es plantar cara a la ansiedad y tomar el examen como un reto. Alberto Amutio aconseja practicar ejercicios de relajación todos los días, de 15 a 20 minutos, organizar el tiempo de estudio desde el primer día, equilibrarlo con el tiempo de ocio y afrontar estas pruebas con pensamiento positivo. "Los pensamientos negativos son poco realistas y poco útiles. Hay que aprender a confiar en uno mismo", recalca.

Evaluación en evolución

La universidad es una combinación de tradición e innovación. En ella hay aspectos que cambian a una velocidad de vértigo y otros que permanecen inmutables. En este último grupo se podría incluir el sistema de evaluación. Para desgracia de muchos, los exámenes siguen siendo el instrumento preferido para medir los conocimientos del alumnado. Sin embargo, nuevos enfoques más próximos a la evaluación continua han entrado ya en los planes de futuro de los centros.Deusto va a poner en marcha el próximo curso en diez titulaciones un nuevo método, recogido en su plan estratégico, por el que la evaluación no dependerá sólo del examen. También se tendrán en cuenta el trabajo y la aportación personal del alumno y las competencias básicas (trabajo en equipo o manejo del ordenador) y específicas de cada titulación y materia. "Con ello se quita presión y se evita que el estudiante se lo juegue todo a una carta", explica Aurelio Villa, vicerrector de Innovación Pedagógica.Más amplia es la reforma que plantea Mondragon Unibertsitatea en su proyecto Mendeberri. El examen final supondrá tan sólo de un 25 a un 40% de la nota. Esta prueba no será de carácter memorístico, sino de aplicación y de reflexión. "Por eso se podrán hacer con el material delante", apunta Matilde Saiz, directora de Psicopedagogía. Desde el primer día se indicará al alumno lo que se espera de él y cómo se le va a evaluar. En caso de que exista desacuerdo, se podrá modificar previa negociación profesor-estudiante.Por el momento, la UPV no tiene previsto efectuar transformaciones similares. El examen tradicional continuará siendo el principal referente, aunque, tal y como destaca el vicerrector de Ordenación Académica, Enrique Amezua, las prácticas y trabajos irán ganando terreno.

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