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AGENDA GLOBAL. | ECONOMÍA
Columna
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Dónde los liberales, dónde los keynesianos

Joaquín Estefanía

¿ESTÁN PATAS ARRIBA los dioses de la economía? ¿A qué categoría precisa pertenecen las políticas llevadas a cabo a uno y otro lado del Atlántico? ¿Dónde están los liberales, los ortodoxos, los laxistas? ¿Dónde se sitúan los socialdemócratas, los keynesianos? Frente a los hechos, se deshacen los apriorismos, se quebrantan las certezas.

Éstas y otras preguntas se las hacía hace unos días Pierre-Antoine Delhommais en Le Monde cuando analizaba el plan de reducción de impuestos de Bush y las penúltimas medidas de política económica adoptadas por los países de la Unión Europea (UE). Todavía no había actuado el Ecofin contra Alemania y Francia por la desviación de los déficit públicos, y todavía no se había rebelado este último país contra la interpretación oficial del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y había reivindicado la vía francesa hacia el déficit cero.

Mientras Raffarin reivindica "la vía francesa para llegar al déficit cero", hay quien pronostica un déficit de 300.000 millones de dólares este año en EE UU y 375.000 en 2004. Las preocupaciones no coinciden en EE UU y en la UE

En su libro La crisis de visión del pensamiento económico, los profesores Heilbronen y Milberg describen la crisis de las teorías económicas como consecuencia de la ausencia de una visión de conjunto de los conceptos políticos y sociales de los que, en última instancia, depende la economía. Analizan la "impecable elegancia" con que se exponen los términos de lo que acontece, acompañada de una inoperancia en cuanto a su aplicación práctica. Ello se muestra cuando se estudia lo que está ocurriendo en las principales zonas desarrolladas del planeta. Japón es un caso aparte, en el que no se sabe si el problema principal es la brutal deflación que padece o el casi incalculable monto de los créditos fallidos que sufre su banca, aunque ambos fenómenos están relacionados.

Las comparaciones más agradecidas se dan entre EE UU y la UE. Bush ganó las elecciones bajo la herencia ideológica del reaganismo. Y pese a las apariencias no se ha desviado de ella, pues no ha habido presidente contemporáneo más keynesiano (keynesiano de derechas) que Ronald Reagan. Casi nadie se acuerda que en sus mandatos el déficit público de la economía americana llegó a superar el 6% del PIB. Bush no ha llegado a ello, pero todo se andará. Cuando anunció su programa electoral, un centenar de economistas -entre ellos, media docena de premios Nobel- hicieron público un manifiesto diciendo que si se aplicaba la política económica republicana (basada, sobre todo, en la reducción de impuestos de los que tienen más capacidad de invertir, es decir, de los más ricos) volvería el tiempo de los déficit públicos, que se pagarían con la reducción y falta de calidad de los programas sociales. Cuando Bush se sentó en la Casa Blanca heredó de su predecesor un superávit de las cuentas públicas de 127.000 millones de dólares.

Dicho y hecho. Y además, con la ayuda del 11-S. El primer año fiscal completo de Bush ha terminado con un déficit de 159.000 millones de dólares, y acaba de anunciar una rebaja de impuestos por valor de 647.000 millones de dólares en 10 años. El banco de inversiones Goldman Sachs calcula que el déficit puede llegar a 300.000 millones este año (superando el récord de 290.000 millones durante la presidencia de George Bush padre) y a 375.000 millones en 2004. No se conoce preocupación alguna en la Casa Blanca.

El policy mix de la UE es mucho más riguroso, aunque entre sus representantes no haya ninguno importante que se reclame del liberalismo. Los tipos de interés que determina el Banco Central Europeo están 1,5 puntos por encima de los de EE UU, y la Comisión Europea no admite heretodoxias -hasta donde puede- en las políticas presupuestarias de los países que las componen. En cuanto uno de ellos supera, o está a punto de alcanzar, un desequilibrio de las cuentas públicas del 3% hace sonar las sirenas de alarma.

Los social-liberales europeos se contienen y los liberales americanos hacen de keynesianos y se ventilan. La coyuntura dirá quien tiene la razón.

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