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DRAMÁTICO FINAL DE LA DESAPARICIÓN DE DÓNOVAN

El pequeño Dónovan, hallado muerto

El cuerpo del menor estaba en un pozo negro de una urbanización de Trijueque, Guadalajara

Las expectativas más pesimistas sobre la desaparición de Dónovan Párraga Rodríguez, el niño de 12 años que abandonó su casa el 27 de febrero de 2002, se han cumplido. La Guardia Civil encontró ayer por la mañana su cuerpo en avanzadísimo estado de descomposición en la depuradora de la urbanización La Beltraneja, en el municipio de Trijueque (Guadalajara). El cuerpo estaba a tan sólo 300 metros del chalé en el que vivía con su madre. Las primeras pesquisas apuntan a que el chiquillo murió el mismo día de su desaparición: llevaba la misma ropa con la que fue visto por última vez. Durante los últimos 11 meses se han llevado a cabo muchas campañas en Guadalajara y Madrid para tratar de encontrar al menor.

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Dónovan Párraga desapareció de su casa la tarde del 27 de febrero. La última vez que fue visto con vida estaba esperando el autobús en la parada de la urbanización, que se encuentra a unos cinco kilómetros del centro urbano de Trijueque. Unos vecinos le vieron cuando estaba arrojando piedras contra los cristales de la marquesina. Tenía que ir a una clase de yudo, pero nunca llegó. A raíz de su desaparición, la madre, Gloria Rodríguez, denunció la desaparición del niño en el cuartel de la Guardia Civil de Torija, tras avisar al padre.

Los padres del menor emprendieron una desesperada búsqueda, en la que llegó a implicarse el defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, quien a su vez consiguió que una empresa láctea incluyera una foto de Dónovan en los envases de sus yogures. Esta iniciativa sin precedentes en España fue acompañada también con la pegada de miles de carteles con el rostro del chiquillo.

Agentes de la Comandancia de la Guardia Civil de Guadalajara también rastrearon, con ayuda de los vecinos de La Beltraneja, las inmediaciones de la urbanización. Éstos pidieron reiteradamente a los investigadores que buscaran en el fondo de la depuradora de la urbanización, pero la Guardia Civil no lo hizo, sino que sólo inspeccionó la parte superficial de la alberca. Ésta se encuentra en una finca propiedad de la comunidad de propietarios de la urbanización, vallada y con dos puertas de acceso.

Cuevas y descampados

La Guardia Civil cambió hace unos meses el rumbo de las investigaciones. Al haber pasado más de medio año de la desaparición de Dónovan y no haber tenido éxito en la búsqueda, comenzaron a tratar el caso de otra forma: las pesquisas se centraron, según fuentes de la investigación, en que el niño podría haber muerto. A partir de entonces, los agentes registraron pozos, cuevas y descampados. Uno de los sitios en el que primero se centraron los investigadores fue la alberca en la que ayer fue hallado el niño. Fuentes de la investigación señalaron que una persona encontró a finales del pasado noviembre restos orgánicos que podían pertenecer a una persona, sin dar más detalles sobre el hallazgo. La Guardia Civil pidió entonces permiso al dueño de la parcela (la comunidad de propietarios) para vaciar la depuradora y rastrear a fondo este depósito, que mide 10 metros de ancho por 15 de largo y 5 de profundidad. La reunión de los propietarios para acordar el permiso y los preceptivos trámites judiciales demoraron esta operación hasta la semana pasada, cuando el juez autorizó la prospección. Los agentes fueron a la depuradora, pero la maquinaria que llevaban no era apta para levantar el denso manto de vegetación y légamo que cubría el agua del pozo negro.

La depuradora está en la calle de la Amapola, en una parcela cercada con una valla de tela metálica, a la que sólo se puede acceder a través de dos puertas metálicas. Ayer, un grupo de unos treinta vecinos se arremolinaban junto al cordón policial, expectantes por ver cómo sacaban el cadáver de Dónovan. Entre ellos estaban algunos amigos del pequeño fallecido. Una densa línea de arbustos impedía ver los trabajos de los guardias civiles y de los bomberos, que, provistos de trajes de submarinismo, se zambullían en las aguas pestilentes de la alberca. El padre esperaba, angustiado, los resultados. Antes había recibido la llamada de los investigadores comunicándole que habían hallado un cuerpo que posiblemente correspondía al de su hijo. Y como era lógico, se derrumbó. Abrazado a un íntimo amigo, comenzó a llorar desesperado. La peor noticia de su vida -la muerte de su único hijo- se había confirmado. La Guardia Civil lo montó en un vehículo camuflado y se lo llevó del lugar, antes de que cayera desmayado. De esta forma tan desgraciada se ponía fin a cerca de once meses de incertidumbre y de esperanzas rotas por la cruda realidad.

La Guardia Civil y los bomberos de Guadalajara hallaron el cadáver sobre las once de la mañana de ayer. Estaba descompuesto, casi reducido al esqueleto. Según el subdelegado del Gobierno en Guadalajara, Jonás Picazo, en la fosa séptica se han descubierto las ropas que llevaba el día de su desaparición (una sudadera blanca en la que estaba inscrito su nombre, un pantalón vaquero y unas zapatillas grises de la marca Nike).

Agentes del instituto armado impedían el paso a toda persona ajena a la investigación. Sólo por la parte trasera de la finca, de pequeñas dimensiones, se podía ver el trabajo de los submarinistas y de una enorme máquina retroexcavadora, desplazada al lugar para extraer el fango. Una exigua caseta era la única construcción de los alrededores. Desde la parte trasera de la finca era visible el bloque de chalés donde vivía Dónovan con su madre, Gloria Rodríguez.

"Muy bien educado"

Muchas vecinas del niño no podían disimular el disgusto: sus caras, llenas de lágrimas, demostraban el duro trago que estaban pasando. "Era un niño encantador, muy bien educado, del que sus padres deben estar muy orgullosos", lamentaban algunas entre sollozos.

Los investigadores analizaron los restos hallados en la alberca y obtuvo el ADN del cadáver. Lo contrastaron con el de sus padres. Ambas pruebas confirmaron a primera hora de la tarde que se trataba de Dónovan, según comunicó después la Guardia Civil a los padres cuando se encontraban en el chalé de unos amigos.

Agentes de la Guardia Civil inspeccionan la fosa séptica donde fue hallado el cuerpo de Dónovan Párraga.
Agentes de la Guardia Civil inspeccionan la fosa séptica donde fue hallado el cuerpo de Dónovan Párraga.LUIS MAGÁN

"A mi sobrino lo han matado", afirma una tía

"Pienso que alguien lo ha matado y ha tenido el cuerpo escondido hasta que se ha deshecho de él. Si el niño hubiera estado allí, se habría encontrado antes", comentó indignada María Párraga, tía del niño, que acudió a primera hora de la tarde a ver la zona donde fue hallado el cadáver de su sobrino.María Párraga no lograba entender cómo se ha tardado un año en localizar el cuerpo de su sobrino, a pesar de que estaba a menos de 300 metros de donde vivía: "Es muy misterioso que haya aparecido de golpe y tan pronto. Ha habido muchas búsquedas [nueve en total] con perros y helicópteros y no se ha encontrado nada. También se ha rastreado la alberca, pero a nadie se le ha ocurrido hasta ahora vaciarla", añadía la tía de Dónovan. Esta misma familiar recordó que su sobrino se marchó de casa tras discutir con su madre. "Ella le dio un euro para que cogiera el autobús y se fuera a la clase de yudo, pero luego comprobó que se había llevado 20 euros que tenía de su paga. No era un niño callejero y siempre estaba con amigos", explicó María Párraga. La desaparición de Dónovan se produjo un mes después de que su padre, Francisco Párraga, se casara en segundas nupcias."He pensado muchas cosas mientras ha estado desaparecido el chiquillo, pero no quería admitir que el pobre pudiera acabar de esta forma", concluyó la tía del fallecido.

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