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DRAMÁTICO FINAL DE LA DESAPARICIÓN DE DÓNOVAN

El pequeño Dónovan, hallado muerto

El cadáver del niño desaparecido hace 11 meses estaba en un pozo negro a 300 metros de su casa

La misteriosa desaparición del pequeño Dónovan Párraga, de 12 años, ha terminado con el hallazgo de sus restos en una nauseabunda fosa séptica de la urbanización La Beltraneja de Trijueque (Guadalajara), apenas a 300 metros de su casa. Era impensable que la solución a este terrible enigma que ya duraba 11 meses estuviera tan cerca de su domicilio. Durante este tiempo hubo muchas llamadas de personas que afirmaban haberlo visto por el barrio madrileño de Vallecas y el poblado marginal de Las Barranquillas. Los investigadores no descartan que el niño muriese de forma accidental el mismo día de su desaparición. El subdelegado del Gobierno en Guadalajara, Jonás Picazo, declaró que se barajan todo tipo de hipótesis, "desde un accidente hasta cualquier cosa".

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Los submarinistas de la Guardia Civil siguieron hasta ayer por la noche extrayendo partes del cadáver del niño, después de que a las seis de la tarde hallaran el cráneo entre el légamo de las aguas fecales. Los primeros restos del cadáver se encontraron sobre las 11 de la mañana.

La zona había sido rastreada en varias ocasiones. Pero la Guardia Civil sólo había inspeccionado superficialmente esa balsa, pese a que los vecinos de la urbanización tenían la sospecha de que allí podría estar el cuerpo del niño.

Juan Párraga, tío de Donovan, aseguró anoche que la familia mantiene una postura "totalmente contraria" a la hipótesis de que la muerte del chiquillo se debió a un accidente, al entender que éste fue víctima de una acción criminal.

Los restos encontrados ayer en la depuradora de aguas residuales de la urbanización La Beltraneja de Trijueque serán analizados en el tanatorio dependiente del Hospital General de Guadalajara.

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El caso Dónovan suscitó una oleada de solidaridad ciudadana, uno de cuyos promotores fue el defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, quien propició que una empresa de productos lácteos incluyera una foto del menor en los envases de miles de yogures. Además, miles de carteles con su retrato fueron distribuidos por todo Madrid, debido a que durante este tiempo se recibieron llamadas de personas que afirmaban haberlo visto en el barrio de Vallecas y el poblado de Las Barranquillas. La abuela paterna del niño, además, vive en el Pozo del Tío Raimundo.

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