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DRAMÁTICO FINAL DE LA DESAPARICIÓN DE DÓNOVAN

La familia rechaza que el menor sufriera un accidente mortal

La Guardia Civil mantiene abiertas todas las hipótesis sobre el caso

F. Javier Barroso

Muchas incógnitas se ciernen sobre la muerte de Dónovan Párraga, de 12 años, hallado muerto ayer en una depuradora de la urbanización La Beltraneja, en el municipio alcarreño de Trijueque. La Guardia Civil, que se ha encargado de las pesquisas, mantiene abierta todas las hipótesis. Éstas van desde un accidente hasta que fuera asesinado, tras desaparecer el pasado 27 de febrero. Mientras, la familia del niño se mostró ayer contraria a que éste sufriera un accidente, como apuntan las primeras pesquisas.

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Un primer análisis de los restos han permitido deducir a los investigadores que el pequeño no murió de forma violenta, ya que no hallaron lesiones en el cuerpo, según fuentes de la investigación. Sin embargo, la Guardia Civil no descarta ninguna posibilidad hasta que se analicen todas las pruebas localizadas en el interior de la alberca.

La tía de Dónovan, María Párraga, mantuvo ayer que a su sobrino lo mataron y después se deshicieron del cadáver. De la misma opinión fue su hermano, Juan Párraga, que declaró a Europa Press que todavía "hay mucho que investigar" y que la familia descarta la hipótesis del accidente.

La desaparición de Dónovan ha sido una de las más largas registradas en los últimos años en España. Tampoco tiene parangón la movilización ciudadana que han protagonizado sus padres, en especial el progenitor, para que la desaparición del menor no cayera en el olvido. El reparto masivo de carteles ha permitido que los investigadores recibieran numerosas llamadas de personas que afirmaban haber visto al pequeño (hasta 60 en una semana). La policía y la Guardia Civil comprobaron todas las comunicaciones, incluidas las más inverosímiles.

Los investigadores centraron sus pesquisas en el barrio del Pozo del Tío Raimundo, donde vive la abuela del menor. Este le había dicho a unos amigos que se iba a Madrid a verla. El vallecano Pozo del Tío Raimundo fue rastreado reiteradamente, al igual que el resto del distrito de Puente de Vallecas. Todo en vano. Los comunicantes también creyeron haber visto al muchacho en lugares tan dispares como Alcalá de Henares, donde vive el padre, o en la costa alicantina. En más de una ocasión, el padre se ha desplazado con su actual esposa, Ana, a los lugares desde donde han recibido llamadas y ha hecho batidas con más personas.

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Una tía del pequeño dijo haberlo visto, cuatro o cinco días después de la desaparición, en la estación de cercanías de Pozo, en Vallecas. Relató que ella estaba subida en el tren y al pasar pudo ver con toda claridad a su sobrino. Pidió un teléfono móvil a una pasajera y avisó a su hermano y padre del menor. A pesar de que éste llegó en cinco minutos, el hombre no pudo ver a su hijo.

Vaso de agua

Al día siguiente, la empleada de una cafetería del centro comercial Eroski de Vallecas aseguró que el pequeño le pidió un vaso de agua. La voz de alarma surgió cuando un ex policía colombiano, vecino de Entrevías, mantuvo que lo había visto junto con "un toxicómano desaliñado y sucio" en un autobús de la línea 130 (Villaverde Alto-Vicálvaro). Se montó en Villa de Vallecas y se bajó en la parada por la que se entra al hipermercado de la droga de Las Barranquillas. La familia rastreó la zona los días siguientes y no vió a nadie que respondiera a las características de Dónovan. La falta de noticias sobre el paradero del niño también hizo mella en el ánimo del padre. Francisco Párraga denunció en reiteradas ocasiones "la pasividad y la ineficacia" del Cuerpo Nacional de Policía, ya que en su opinión no ponía empeño en esclarecer la desaparición. Fuentes de la Jefatura Superior de Policía rechazaron en todo momento estas afirmaciones y señalaron que el Grupo de Menores había dado prioridad a este caso por la transcendencia social que había adquirido.

Fuentes próximas a los padres señalaron ayer que la familia pretende sepultar al pequeño mañana sábado si se lo autoriza el juez. Los restos mortales se encontraban anoche en el tanatorio Nuestra Señora de la Antigua de Guadalajara. Los padres estaban "destrozados", según sus allegados. Tuvieron que ir al centro de salud de Trijueque para ser atendidos por el estado de nervios que sufrían tras conocer la confirmación de que los restos hallados pertenecían a su hijo.

"No pueden mantenerse en pie, tras recibir este golpe tan fuerte. No sabemos cómo van a salir de esto", comentó Paloma, una amiga de la madre.

Angel López, director del colegio rural agrupado Valcarria, en el que estudiaba Dónovan, destacó que éste era muy inteligente, aunque antes de su desaparición había empezado a suspender "demasiadas asignaturas para lo listo que era". "Quizá tuviera problemas familiares o algo parecido", añadió. El colegio mantuvo ayer las clases. "La normalidad es lo mejor para afrontar estas situaciones", concluyó Narciso Hernández, profesor de inglés.

El caso de Dónovan recuerda a otra desaparición que tuvo movilizada a la policía madrileña: la muerte de Jonathan Vega Barrull, un pequeño de dos años y ocho meses, que desapareció el 27 de mayo de 2000 en el hipermercado Pryca de San Fernando de Henares. En noviembre de ese mismo año, un camionero que vertía tierras cerca del poblado en el que vivía el niño (el de las Castellanas) encontró unos huesos, entre ellos parte de un cráneo humano. El análisis de los restos permitió determinar que se trataba del pequeño Jonathan, pero aún hoy siguen sin conocerse ni las causas ni las circunstancias de su muerte.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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