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Iria Flavia recuerda a Camilo José Cela con un recorrido por su proceso creativo

La fundación del escritor muestra páginas manuscritas de sus principales novelas

Jesús Ruiz Mantilla

La memoria y la sombra de Camilo José Cela se extendían ayer sobre Iria Flavia, el pueblo donde nació en 1916 y donde hoy lleva un año enterrado. Un funeral, al que asistió su viuda, Marina Castaño, y una exposición de 25 manuscritos originales titulada El proceso creativo de Camilo José Cela, que se inauguró ayer, sirvieron para recordar al premio Nobel. Entre las notas de La familia de Pascual Duarte, La colmena o Madera de boj destacaba una vitrina con cuartillas en las que se leían frases de La cruz de San Andrés. Camilo José Cela Conde, el hijo del escritor, no fue invitado a los actos.

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"Hemos elegido una novela en un lugar destacado para mostrar en su totalidad cómo concebía una obra y la trabajaba hasta el final", dijo Tomas Cavanna, director de la Fundación Cela. Y que La cruz de San Andrés, obra que ganó el Premio Planeta en 1994 y por la que fue acusado de plagio, se exhiba en una vitrina aparte de las demás, ¿es casualidad? "No tiene nada que ver. No se debe a ese hecho. Es algo que se había pensado hace tiempo", afirmó Marina Castaño.

Adolfo Sotelo, que impartió la conferencia Camilo José Cela, perfiles de un escritor, esperaba que con la muestra se zanjen los temas más espinosos que han rodeado a la figura del Nobel en estos años: "A ver si algunos se enteran de que en su proceso no había más que trabajo y muy serio", decía Sotelo. A su lado, Cavanna; el estudioso Fernando Huarte Morton, y Eduardo Correa, pintor, ex presidiario y amigo de quien él llamaba "mi tío Camilo", mostraban las pruebas de perfeccionismo obsesivo que llevaron a Cela a hacer 639 páginas manuscritas de La cruz de San Andrés, con 200 de notas iniciales y nueve versiones corregidas de una obra que apenas llega a las 300. O los 912 folios de Madera de boj, su última novela, y los cambios de título de La colmena, que se llegó a llamar Café Europeo, La cesta del agua y Caminos inciertos.

Ayer, la viuda del escritor inauguró la muestra y estuvo presente en todos los homenajes. El primero fue en la iglesia de Santa María de Iria Flavia, donde a las 19.00 se celebró un funeral en el que sonó el órgano restaurado como deseo del autor, que lo resucitó por cabezonería e insistencia después de que estuviera 100 años roto.

La fundación se ha convertido en la prioridad absoluta en la vida de Marina Castaño, que preside su patronato, un órgano que maneja un presupuesto de 456.000 euros. "Estoy contentísima con su marcha. Hemos aumentado las visitas -16.000 este año- y estamos elaborando un plan estratégico hasta el año 2010", aseguraba ayer.

Son 11.000 metros cuadrados de superficie, 3.000 de ellos construidos, en los que se guardan 40.000 volúmenes en su biblioteca, 45.000 piezas en su hemeroteca, 529 obras de arte en su pinacoteca, 70.000 cartas de 9.554 autores con los que se escribió Cela a lo largo de su vida y 570.000 recortes de prensa, entre los que dominan las alusiones al escritor y a su obra.

Pero Castaño no quiere que todo el material se convierta en piezas de museo y dejó entrever que piensan sacar cosas a la luz. "Hoy la fundación es una realidad palpable, pero queremos que sea algo vivo y en constante movimiento". Y quizá se utilicen algunos fondos, como cartas del escritor, para su publicación. "Tenemos muchos proyectos pero no puedo adelantar nada de eso", dijo la viuda.

De momento, la correspondencia se va a ir mostrando en exposiciones dentro de la fundación. "Lo hemos hecho en una sobre la relación que mantuvieron Camilo y Luis Cernuda, a la que sucederán otras sobre Rafael Alberti, Max Aub, Picasso, Pío Baroja, Américo Castro o instituciones como la Real Academia Española y publicaciones como Papeles de Son Armadans", la revista literaria que Cela dirigió durante el franquismo y en la que escribieron los autores más representativos del exilio.

También anunció otras iniciativas: "Abriremos las puertas de la fundación a todos aquellos autores que quieran venir a trabajar aquí tranquilamente como está haciendo ahora Asumpta Roura, que trabaja en una novela titulada La soledad", afirmó Castaño.

Marina Castaño, ayer en el funeral por Camilo José Cela en Iria Flavia.
Marina Castaño, ayer en el funeral por Camilo José Cela en Iria Flavia.EFE
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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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