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Reportaje:La limpieza de las playas | CATÁSTROFE ECOLÓGICA

Cuatro nombres para una playa

El uso de diferentes sistemas cartográficos provoca confusión entre los voluntarios

Desde que hace dos meses se produjera el accidente del Prestige, miles de voluntarios han pisado las calles y las playas de pequeños pueblos de la costa gallega de los que antes ni siquiera conocían el nombre. La ya célebre marea blanca ha supuesto una ayuda impagable, e impagada, para los municipios afectados, pero también ha creado dificultades. "Si en un pueblo de 5.000 habitantes metes de repente otros 3.000 cada día, la cosa se desborda. No hay infraestructura, y ni siquiera es fácil lograr que los vecinos se hagan a la idea", explica David, uno de los coordinadores de voluntarios en el Ayuntamiento de Carnota (A Coruña).

Los problemas han sido de todo tipo, pero quienes más cerca han estado de ellos critican sobre todo la falta de previsión de las Administraciones central y autónoma y el abandono en el que quedaron durante semanas los ayuntamientos. "Incluso ahora, no hay gente suficiente para organizar a los voluntarios, monitores que les digan que no se suban a las rocas o que pisen por caminos ya hechos para no esparcir el chapapote en la playa. Faltan responsables, especialistas, porque el trabajo de limpieza es cada vez más especializado. Hay voluntarios que, con su mejor intención, en lugar de mejorar la situación la empeoran: se ponen nerviosos y rascan las rocas hasta dañarlas", cuenta Débora, una trabajadora cedida por el Ayuntamiento de Pontevedra para coordinar la marea blanca de Carnota. Su compañero resume la situación: "No es que nos sobren indios, que no sobran. Es que faltan jefes".

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A la tantas veces denunciada carencia de medios y material, patente sobre todo el primer mes de la crisis, se ha sumado una sensación de caos que la Xunta trató de paliar centralizando la coordinación en la Consejería de Asuntos Sociales a partir del 2 de enero. Hasta entonces, la confusión había alcanzado a veces extremos de comedia. "Aquí han llegado a coincidir cuatro sistemas cartográficos distintos, con nombres diferentes para cada playa: el de los militares, que emplean mapas del Ejército; el del Gobierno, que echa mano del Instituto Cartográfico Nacional; el de la Xunta, que tenía sus propios mapas digitalizados; y, por último, el de la gente del pueblo. Más de una vez ha ocurrido que llegaban autobuses de voluntarios y pasaban una hora dando vueltas por Carnota, perdidos, buscando la playa que les habían asignado para limpiar y que a los vecinos del pueblo ni les sonaba", recuerda David.

El alcalde del municipio, Xosé Manuel García, del BNG, llegó a dirigirse expresamente al Ministerio de Medio Ambiente para acordar un sistema de números que homogeneizase la nomenclatura de las playas. La situación está ahora "prácticamente solucionada", según García. Desde el Ministerio de Medio Ambiente subrayan que los problemas han sido "puntuales" y que ningún otro concello se ha quejado por este asunto.

Asuntos Sociales asumió hace dos semanas la coordinación de los voluntarios, y la consejera, Corina Porro, asegura que la situación está encauzada. "Hay dos personas contratadas por la Xunta en cada uno de los 18 pueblos más afectados y ellas trasladan a la consejería las necesidades de cada lugar", explica. Sin embargo, algunas cofradías y concellos desconfían. "Quiero saber en qué consiste la asunción de competencias. Es verdad que la comida la paga la Xunta, pero aquí el trabajo en las playas lo coordinamos desde el comité ciudadano que se formó en los primeros días de la catástrofe", dice Francisco Iglesias, patrón mayor de O Grove (Pontevedra).

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