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Reportaje:

¿De quién son Elvis o María Callas?

Alarma en las discográficas de EE UU al caducar en Europa los derechos de muchos discos de los 50

¿A quién pertenecen Elvis Presley, María Callas y Ella Fitzgerald? Depende. En EE UU, a las discográficas; en Europa, muy pronto, al dominio público cuando empiecen a caducar los copyrights que protegen las grabaciones de algunos de estos artistas, la mayoría realizadas en los años cincuenta. La diferencia entre las legislaciones que perpetúan la vigencia de los derechos de autor -50 años en la mayoría de los países europeos, 95 años en EE UU- ha causado la alarma en la industria estadounidense, que teme verse inundada por discos más baratos y, a su juicio, ilegales.

No sólo son Elvis y la Callas. Los sellos discográficos también se arriesgan a perder a Thelonious Monk, Miles Davis, Chuck Berry o Renata Tebaldi, todos los grandes de todos los géneros que empezaron a grabar en los cincuenta. Y son muchos.

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La ley de Mickey Mouse

"Trataremos de bloquear estas producciones. Las aduanas tienen autoridad para confiscar las grabaciones europeas", aseguraba hace días a The New York Times Neil Turkewitz, vicepresidente de la Asociación Discográfica de América (en inglés, RIAA), que representa a las cinco grandes empresas de discos (Universal, Sony, Time Warner, Emi/Virgin y Bertelsmann).

El impacto no será tan grande porque la distribución se limitará al Viejo Continente y sólo algunas tiendas importarán estos productos, pero es un nuevo golpe para una industria que ya lucha en muchos frentes, como las descargas de Internet o el top manta. El Congreso de EE UU aprobó en 1998 una ley promovida por el senador y antigua pareja de la cantante Cher Sonny Bono por la que se amplió la vigencia del copyright a 70 años después de la muerte del autor y 95 en el caso de trabajos propiedad de una productora. La ley fue impulsada por la compañía Disney para proteger uno de sus más preciados productos, Mickey Mouse, que corría el riesgo de pasar a dominio público en 2003.

Asociarse con el rival

En previsión de lo que se avecina, algunas compañías se han visto obligadas a asociarse con la competencia para conservar sus catálogos. Es el caso de Emi, que hace poco concluyó un acuerdo con un sello rival para preservar una de sus cantantes más lucrativas, María Callas. Emi tiene los derechos de casi todas las grabaciones de la soprano griega desde 1953, un botín que todavía genera el 5% del total de sus ventas en música clásica. A principios de los noventa, Emi vio su monopolio amenazado por Diva, un sello independiente ahora rebautizado Marcal Records y que comercializa esencialmente grabaciones pirata de algunas de las actuaciones de la soprano. Después de años de lucha, Emi prefirió finalmente asociarse a su rival, y ahora incluye en su catálogo algunas piezas cuya salida al mercado intentaba hasta hace poco impedir.

Algunos intentan enfrentarse al monopolio de los grandes. El más activo es Lawrence Lessig, profesor de Derecho en Stanford (California), una de las voces más escuchadas contra la ampliación de los copyrights. Lessig ha recurrido la ley de 1998 ante el Tribunal Supremo de EE UU, que debería pronunciarse, sin duda a favor de la industria, en los próximos meses. Lessig no aboga por suprimir los derechos de autor, sino reducirlos y adaptarlos a los nuevos tiempos. Es uno de los impulsores de Creative Commons, asociación que promueve una nueva definición de los copyrights. Las diversas fórmulas permitirían una difusión más libre, pero seguirían protegiendo la propiedad del autor o la productora, aunque por un tiempo más limitado, sólo 14 años, como estipulaba la primera ley estadounidense sobre copyrights, de 1790.

"Walt Disney creó un imperio a base de las riquezas del dominio público (adaptando cuentos que ya existían). Queremos apoyar a cientos de Walt Disney", dice Lessig; "usando este sistema de copyrigths, crearemos un entorno mucho más rico para los creadores y para los usuarios". "El público ve figuras como Mickey Mouse y piensa que las compañías ya les han sacado mucho partido", se defendía Turkewitz en The New York Times, "pero nueve de cada diez discos pierden dinero, y muy poco material genera los beneficios que sostienen todo el sistema. (...) Éste es un negocio de mucho riesgo".

Mal momento

La pérdida de los copyrights llega en muy mal momento para las discográficas. En EE UU, en la primera mitad de 2002 sus ventas retrocedieron un 7% respecto al año anterior (aunque seguían sumando más de 5.000 millones de dólares). Sus plataformas de difusión por Internet, PressPlay y Musicnet, no pueden competir con la difusión gratis de música por Internet.

Hace año y medio la industria logró cerrar el revolucionario servidor Napster, que destapó el enorme potencial de la difusión de la música gratuita y sin límites. Pero otros servidores tomaron el relevo usando su misma tecnología, que permite intercambiar archivos conectando dos ordenadores por Internet. Se estima que los dos más populares, Morpheus y Kazaa, tienen, cada uno, 80 millones de usuarios. Las discográficas han renunciado por ahora a emprender una nueva batalla legal.

María Callas, en Trafalgar Square (Londres) en 1957.
María Callas, en Trafalgar Square (Londres) en 1957.

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