Los escándalos de corrupción acorralan a Sharon y amenazan su victoria electoral
Los hijos del primer ministro y destacados miembros de su partido están bajo sospecha
Las encuestas de opinión publicadas ayer por dos de los tres periódicos israelíes más importantes, Haaretz y Maariv, muestran cómo el partido nacionalista Likud habría perdido 10 escaños en el espacio de un mes, debido a varios escándalos electorales. Aun así, los sondeos auguran que la formación que lidera Ariel Sharon ganará las elecciones generales del próximo 28 de enero por un amplio margen. No obstante, éste se podría reducir si se demuestra que algunos miembros del comité central del partido y los propios hijos del primer ministro están implicados en casos de fraude electoral y corrupción.
Según los resultados de la encuesta publicada por Haaretz, si las elecciones se celebraran hoy, el Likud obtendría solamente 31 diputados, lo que supone una pérdida de 4 escaños respecto de la semana pasada, en que el mismo instituto demoscópico citado por el diario le concedía 35. Asimismo, esto supondría una pérdida relativa de 10 escaños respecto del mismo sondeo efectuado hace tres semanas, en que se adelantó que podría llegar a alcanzar 41 escaños.
Según los resultados de la encuesta de Maariv, el Likud habría bajado hasta los 33 diputados, dato que, aunque superior al de Haaretz, le supondría un importante revés electoral respecto de sus expectativas iniciales, que fluctuaban entre los 40 y los 45 escaños. A pesar de esta bajada, el partido de Ariel Sharon se impondría con facilidad al Partido Laborista, al que los sondeos más optimistas auguran sólo 21 diputados.
Ambas encuestas coinciden en señalar los recientes escándalos, relacionados con las primarias del pasado 8 de diciembre como la principal causa del eventual descalabro electoral de esta formación nacionalista de derechas. Pues después de las primarias -en las que se eligió el orden de la lista electoral- se empezaron a destapar diversos casos de supuesta compra ilícita de votos entre los miembros del comité electoral del Likud, pagados con dinero o a través de favores, lo que obligó a actuar a la unidad antifraude de la policía.
Dinero y prebendas
Los investigadores policiales fueron llamando sucesivamente a declarar a varios miembros del comité central -órgano máximo de decisión del partido que configuró la lista para el Parlamento- para esclarecer lo ocurrido. Entre otras cosas, descubrieron cómo ciertas personas vinculadas a candidatos concretos ofrecieron cantidades de dinero, pagos de facturas pendientes y otros tipos de prebendas para que votaran a favor de sus candidatos, lo que causó el rechazo de la opinión pública y, por ende, la bajada del Likud en los sondeos citados.
Pero fue la fulminante destitución de Naomí Blumental, hasta ese momento vicemistra de Infraestructuras, decretada por Sharón el pasado martes, lo que habría provocado la caída en picado. Tras ser apartada del cargo por negarse a cooperar con la investigación, un ayudante de esta veterana militante del Likud, Yoni Deri, reconoció haber organizado una reunión para miembros del comité central en un hotel de lujo del suburbio de Ramat Gan, próximo a Tel Aviv, que tuvo lugar una semana antes de que se celebraran las primarias. Pero Deri aseguró no conocer la identidad de aquellas personas o instituciones que financiaron este acto a favor de la candidatura de Blumental, que a su vez se negó a comparecer ante la policía.
Por su parte, otro militante del Likud próximo a Blumental, Benny Mazgini, aseguró al día siguiente del cese de la viceministra estar dispuesto a testificar en contra del líder del partido, Ariel Sharon, y de uno de sus hijos, Omri Sharon, candidato a diputado en las próximas elecciones, por el supuesto reclutamiento fraudulento de cientos de nuevos militantes. Y dada la predisposición de la opinión pública en contra de Omri, debido a sus contactos secretos con el líder palestino, Yasir Arafat, y sus negocios con la Autoridad Nacional Palestina (entre otros, el Casino de Jericó, donde representa a los inversores israelíes en el consejo de administración), esto supondría una nueva vía de escape de votos dentro de la hemorragia electoral del Likud.
Además, la edición de ayer del diario de mayor tirada del país, el Yediot Ajaronot, recordaba cómo el otro hijo del primer ministro, Gilad Sharon, se encuentra bajo sospecha de haber recibido favores por parte de su padre, cuando este último desempeñó las carteras de Infraestructuras y Asuntos Exteriores en el Gobierno de Benjamín Netanyahu. Según las informaciones publicadas por el periódico, Gilad habría recibido jugosas comisiones de un empresario vinculado al Likud, David Appel, por intermediar entonces ante el Gobierno griego para conseguir los permisos necesarios para la construcción de un complejo hotelero en la isla de Patroklos.
Por último, la dimisión de otro miembro del comité central, Shlomi Oz, tras ser acusado de favoritismo por parte del Gobierno, dado que la empresa de seguridad para la que trabaja firmó un cuantioso contrato con la Autoridad Nacional de Aeropuertos una semana justo después de que se celebraran las primarias, podría causar la pérdida de más votos todavía. Oz, un antiguo convicto que cumplió condena por extorsión y pertenencia a asociación criminal, trabajó activamente en las primarias por la candidatura del titular de Hacienda, Silvam Shalom, cuyo hermano falló la licitación de la seguridad de los aeropuertos.
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