Arthur Miller, entre el musical y la ópera
William Bolcolm y Arnold Weinstein adaptan con éxito la obra teatral 'Panorama desde el puente'
Hollywood está apesadumbrado por el hecho de que una cantidad abrumadora de los premios cinematográficos más tempranos de este año están yendo a parar a producciones cinematográficas situadas en Nueva York. De hecho, muchos directores y productores quieren que los premios de la Academia se trasladen a dicha ciudad. Mientras tanto, la temporada teatral de Nueva York está en auge. La obra de Arthur Miller Panorama desde el puente recibió grandes elogios en su estreno en el Metropolitan Opera. La auténtica fuerza de la producción procede de la buena disposición de su autor a abrazar un estilo mixto, en parte ópera y en parte musical de Broadway. Al igual que los filmes de Carlos Saura sobre el flamenco son el resultado de trenzar la tradición flamenca con una forma cinematográfica innovadora, esta versión operística de la obra de Miller debe más a la ópera americana más conocida de George Gershwin de los años treinta (habitualmente representada como un musical de Broadway) Porgy and Bess, que a Verdi o Mozart.
"Miller tiene una gran capacidad para unir lo cultural y emocional en un teatro perfecto"
"Weinstein convierte el dialecto callejero de los sicilianos en poderosa poesía lorquiana"
Porgy... hablaba de los sueños, amores y tragedias de la clase marginada negra en los Estados Unidos anteriores a la integración. Como una visión actualizada del problema racial, el nuevo musical de Broadway Hairspray (Laca) acerca de la integración en una acartonada ciudad sureña de los años sesenta, que rezuma música y bailes vibrantes, también es un exitazo. Nuestra narrativa nacional, con gran frecuencia trágica y casi nunca sombría, se expresa mejor a través de nuestro talento natural para el ritmo y el baile, una forma de arte que nació en las calles. El jazz era música negra; Irving Berlin, un inmigrante judío, empezó su carrera tocando un derivado del jazz, el ragtime, en cutres prostíbulos del Lower East Side. La versión más irreverente de esta historia fue la bromista On the town (En la ciudad), de Leonard Bernstein, que empezó como Fancy-free (Libre como el viento), un ballet moderno; Bernstein sabía mezclar genialmente la alta y la baja cultura.
Panorama desde el puente, en torno a las esperanzas, sueños y tragedias de los inmigrantes sicilianos, trabajadores portuarios ilegales en el Brooklyn de la década de los cincuenta (hay alusiones a la época de McCarthy), es la más rica y fluida de las obras de Miller. Arnold Weinstein, el libretista, me comentó durante el intermedio de la ópera: "Arthur tiene una sorprendente capacidad para fusionar el contenido cultural y emocional en una perfecta representación teatral. Es un auténtico maestro de su estilo". Arnold, que lucía un sombrero de Fedora, un homenaje a los filmes de serie negra en blanco y negro de los años cuarenta, añadió con una sonrisa: "La ópera se estrenará en el teatro Hagen, en Alemania, en febrero. Hasta ahora no se ha fijado ninguna fecha para España. Si hubiera una producción española, mi sueño sería hacer que Almodóvar la dirigiera. Sería un fantástico director de escena".
Arthur Miller mantuvo una estrecha colaboración práctica con el inteligente círculo íntimo de compositores, directores y escritores de talento que intervienen en la adaptación, todos los cuales, a su vez, se conocen y han colaborado durante mucho tiempo. Aunque las técnicas musicales y el libreto son innovadores, la historia tiene los elementos implacables de una tragedia griega. Dos inmigrantes sicilianos ilegales, Marcos y Rodolpho, piden ayuda al marido de su prima, un estibador de Brooklyn, Eddie Carbone. Sabemos desde el principio por el coro griego, en segundo plano, que los "chivatos" que alertan al departamento de Inmigración sobre la presencia de estibadores ilegales se convertirán en parias en su propia comunidad. Igualmente sabemos que estamos a punto de ser testigos de una tragedia personal con elementos de corrupción social. Eddie Carbone, celoso del romance de Rodolpho con la sobrina de su mujer, a la que desea, se convierte (ecos de la época de McCarthy) en un informador de la policía; Marcos y Rodolpho son enviados a la cárcel. Cuando Marcos es puesto en libertad, se venga a la siciliana de Eddie, que ha deshonrado a la familia. En una pelea con navajas, contemplada por el coro griego siempre desde un segundo plano (huellas de Carmen), Marcos fuerza a Eddie a apuñalarse hasta la muerte con su propia navaja.
Lo que salva a la ópera del melodrama es la brillante inventiva, el talento irreverente siempre presente en su creación. Arnold Weinstein ha colaborado frecuentemente con el director de cine Robert Altman; juntos hicieron el libreto de McTeague, otra ópera de William Bolcom, así como Casino Paradise, también una producción de Bolcom que incluía como telón de fondo un cartel, obra de Larry Rivers, con la imagen de una mano sosteniendo una baraja de cartas. Las elegantes letras pop de View remiten de forma natural a Weinstein; éste ha trabajado estrechamente con los principales artistas pop, entre ellos Andy Warhol. Sus poéticas obras galardonadas, Red eye of love y Metamorphoses, recuerdan a Brecht y Lorca; su adaptación de Shlemiel the first, de Isac Bashevis Singer, está repleta de ingenio yiddish centroeuropeo. Weinstein convierte el dialecto callejero de los inmigrantes italianos de Brooklyn en poderosa poesía lorquiana; en consideración a la expresión verbal elevada y baja a la vez de los personajes, hace bien en pensar en Almodóvar.
Bolcom, que declara haber sido influido por Harry Warren, autor de las canciones de Forty second street, también es aficionado al planteamiento pop de entremezclar medios y materiales, como demuestra el excelente recorrido que realiza por las diversas versiones de la popular canción de Big band Paper doll (Muñeca de papel). Frank Galati, encargado de esta enormemente imaginativa producción, realizó también el musical de Broadway Ragtime. El decorado de Santo Loquasto es de primera, y los cantantes, entre ellos Kim Josephson, Isabel Bayrakdarian, Catherine Malfitano, John del Carlo, Gregory Turay y Richard Bernstein, están en espléndida forma.
Babelia
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