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Chávez intenta ganar amigos para evitar un nuevo intento de golpe

El presidente no quiere repetir la situación de abril, cuando EE UU y España no le apoyaron

Juan Jesús Aznárez

La presidencia de Hugo Chávez desarrolla una intensa campaña diplomática para prevenir complicidades internacionales con un eventual golpe de Estado o ruptura institucional en Venezuela. El diligente acercamiento de Estados Unidos y España a la presidencia de facto del empresario Pedro Carmona durante el derrocamiento de Chávez el pasado 12 de abril indignó al chavismo. Pelillos a la mar, la Casa Blanca atemperó su anterior beligerancia y Venezuela entregó el martes a España a un miembro de ETA implicado en 17 asesinatos. Madrid agradeció el gesto.

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"Yo no tengo que hacer las paces con el señor Chávez. No hay peleas", declaró el pasado miércoles en Washington el presidente español, José María Aznar. Tampoco las quiere el venezolano, porque necesita aliados. Poco después de la cruenta refriega de abril en Caracas, con 19 muertos, que depuso al ex teniente coronel, los embajadores español y norteamericano acudieron a entrevistarse con Carmona. "Reconocieron el golpe", dijeron entonces fuentes oficiales. El empresario había disuelto ya los poderes públicos y el bloque opositor lo abandonó a su suerte. Durante su último programa Aló presidente, Chávez rechazó la existencia de una pugna en paridad con la oposición. "Ningún cuerpo internacional, ningún país del mundo puede pretender que aquí en Venezuela hay una confrontación de dos iguales. Nooo". "Aquí hay un Estado, aquí hay un Gobierno legítimo, este país tiene su Constitución y sus leyes, y aquí hay unos grupos que han tomado la vía subversiva", subrayó.

El gobernante incidió sobre esta tesis en sus conversaciones telefónicas con los presidentes de Brasil, incluido el electo Inacio Lula da Silva, Ecuador, Colombia, Argentina, México, Chile y Perú. "Hay que evitar riesgos de que vayan a equivocarse por la campaña mediática", agregó Chávez. "Ya pasó en abril". Los Gobiernos de Estados Unidos y España, que no condenaron el golpe, junto a otros que lo celebraron, fueron aludidos sin ser nombrados. "Aquí llegaron algunos embajadores a aplaudir a Carmona, en este mismo salón". "Y algunos Gobiernos entonces", dijo, "comenzaron a reconocer [a Carmona] y después no conseguían qué hacer al día siguiente. ¿Cuándo?, ¿qué?, ¿qué pasó?, ¿volvió Chavez?, ¿qué es eso?". La referencia a José María Aznar fue expuesta en estos términos: "¿Y usted habló con Carmona?', le preguntó alguien a un presidente. "Mire, no; es que él me llamó a mí, yo no lo llamé, fue que él me llamó a mí, entonces yo agarré el teléfono y era Carmona". "Otro, al día siguiente, no me quería ni mirar a los ojos. Le dije 'dame la mano; toma, aquí está la mía".

El Gobierno maniobra en casa y en el mundo, aguantando las masivas movilizaciones callejeras de la oposición y una huelga general que casi ha paralizado la estatal Petróleos de Venezuela (PVDSA) y comienza a causar problemas de abastecimiento. La Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos, Europa y el grueso de América Latina aconsejan una solución electoral a la crisis del quinto país exportador de petróleo. La oposición también cabildea internacionalmente subrayando que la normalización nacional pasa por la salida de Chávez.

Las presidenciales, según insisten sus delegados en la negociación presidida por el secretario general de la OEA, César Gaviria, deben celebrarse durante el primer trimestre del año próximo, tres años antes del plazo establecido en la Constitución. "El país no soporta más", comentó un negociador. El Gobierno dice estar dispuesto a una nueva convocatoria a las urnas, previo cumplimiento de varias condiciones, entre ellas la renovación del Consejo Nacional Electoral (CNE), cuyos últimos dictámenes le han sido adversos. Imposible el acuerdo hasta ahora, el presidente ruso, Vladímir Putin, telefoneó a Chávez para proponerle la mediación de "un grupo de países amigos" en la ONU y rechazar "todo intento de golpe de Estado".

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Decenas de venezolanos hacen cola en una estación de servicio para comprar gasolina, ayer en Caracas.
Decenas de venezolanos hacen cola en una estación de servicio para comprar gasolina, ayer en Caracas.REUTERS

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