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CATÁSTROFE ECOLÓGICA | El mar sigue escupiendo hidrocarburo

La Costa da Morte sufre una nueva marea negra con manchas de fuel de un metro de grosor

Los marineros de Fisterra recogen más de 200 toneladas de chapapote en un sólo día

Carlos E. Cué

Dice el Gobierno que el chapapote se está espesando. Y debe de ser cierto, porque a la Costa da Morte, el lugar donde chocó la primera marea negra, están llegando manchas de más de un metro de grosor, hasta ahora nunca vistas. Los marineros las están pescando de la única manera que sus escasos medios les permiten: la parten con las hélices y la recogen con rastrillos. Reunieron más de 200 toneladas de combustible en un solo día. Por la noche, cuando no hay nadie para pescarla, el engrudo viscoso llega a las playas. La marea negra en esta zona se ha convertido casi en una rutina, lo que desvía la atención hacia las Rías Bajas. Pero ayer, una vez más, afectó a playas y acantilados de la Costa da Morte, sobre todo en Camariñas, Corme y Carnota.

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Eran enormes manchas negras de varios metros de ancho y hasta metro y medio de grosor. "Con una sola de ellas se llenaba un barco grande", explica Germán Martínez, patrón del Mercedes III, que lleva 35 años en el mar, aunque nunca pescó nada parecido. Ayer descansaba tras una jornada del lunes intensísima en la que lograron sacar más de 200 toneladas entre 33 barcos. Todo para tratar de evitar que el fuel llegue a entrar en la ría de Corcubión. Las manchas pesan tanto que se hunden, y muchas veces los marineros ni siquiera las ven hasta que no están en tierra y han contaminado ya la costa.

Todos están dispuestos a pescar fuel. Los marineros de la Costa da Morte no tienen otra cosa que hacer y ya empiezan a estar nerviosos tras un mes de inactividad pesquera, así que cada vez que llega un aviso se lanzan al mar. "Vamos, vamos, a por la merda", gritaba ayer Ernesto Rivera, patrón del Temerario, a su hijo, para que se preparara para salir a recoger fuel. Tras unas horas de trabajo, sólo lograron sacar unas cinco toneladas, porque el combustible estaba muy troceado, de la forma que los marineros ya han acuñado como galletas.

Como en casi todas partes, y ante la falta de medios de la que todos se quejan, los marineros improvisan. Aquí lo que han decidido hacer es doblar las puntas de los rastrillos, las horquillas, para poder subir el fuel a paladas a los barcos grandes, los más útiles cuando hay mala mar, como en estos días. Pero cada mancha enorme puede pesar cinco toneladas, así que tienen que partirla pasando encima de ella con las hélices. Los 220 caballos de sus motores logran destrozar la masa y así pueden recogerla con esos rastrillos retocados. Los barcos pequeños la capturan con más facilidad porque sus marineros llegan a la mancha con las manos.

Coordinar los trabajos

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Desde tierra, el patrón mayor, José Manuel Martínez, trata de coordinar los trabajos. Las olas de más de dos metros, el viento y la lluvia daban ayer un aspecto fantasmagórico a la ría, pero eso para los marineros es normal, así que Martínez mandó ocho barcos a pescar fuel. Ya no se fían de nadie, y mucho menos de la capitanía marítima de A Coruña, responsable teórica de organizar las salidas. "El lunes según ellos no había nada, y fue el día que sacamos las 200 toneladas", se queja Martínez. Así que ha tirado por la tangente: ha organizado un retén de barcos que navegan siempre por la ría a la caza del fuel.

Pero por la noche nada se puede hacer, así que cada mañana las playas y los acantilados amanecen llenos del chapapote que los voluntarios retiraron el día anterior. Así pasó ayer en Carnota, en Camariñas y en Corme, donde la entrada de fuel es constante desde hace al menos tres días.

El recorrido por la Costa da Morte cualquier día supone encontrarse con un paisaje lunar: voluntarios vestidos de blanco y teñidos de negro en todas las playas, barcos repletos de chapapote en todos los puertos y camiones de militares adelante y atrás. Aún así, los marineros se quejan de que el interés se ha centrado en las ricas Rías Bajas, donde aún no entró el vertido, mientras ellos siguen sufriéndolo cada día desde hace más de un mes.

Lo cierto es que sigue habiendo una gran concentración de manchas frente a las Rías Bajas. Está allí, serpenteando, desde hace cinco días, donde los cambios del viento la acercan y alejan alternativamente de la costa. Ocupa un área de unas 10 millas por tres y se mantiene a unas 20 millas de la entrada de las Rías Bajas. Algunas manchas, sin embargo, se aproximan y, a última hora de ayer, fueron avistadas a sólo cinco millas de la bocana de Arousa.

Soldados del cuartel de El Goloso, en Madrid, trabajan en la playa de Lira, en la Costa da Morte.
Soldados del cuartel de El Goloso, en Madrid, trabajan en la playa de Lira, en la Costa da Morte.ULY MARTÍN

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