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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Galicia no pide limosnas

El día 10 de diciembre me quedé atónito cuando pude ver en la "televisión de todos" cómo se humillaba a mi patria, Galicia, con todos los medios posibles de la televisión del Estado. No contento el Gobierno con no dar soluciones al problema del barco Prestige, si podemos definir así a esa bomba de relojería, la otra noche nos hizo una demostración sindical, de las que yo pensaba estaban ya olvidadas, para recaudar fondos para los gallegos ante la catástrofe ocurrida y la que vendrá.

Yo creía que los gallegos formábamos parte de Europa, y que, por tanto, no necesitábamos las limosnas de nadie, dado que los Gobiernos tienen reservas para estos casos y no se dedican a mendigar a los ciudadanos para poder paliar lo que ellos no han sabido resolver, y carecen de la dignidad suficien-

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Galicia no necesita la caridad de nadie, sólo la justicia social de quienes parecen haberla perdido ante casos semejantes. Nos han repetido hasta la saciedad que éramos europeos, y nos han pasado por el morro el haber entrado por la puerta grande, pero la triste, penosa y cruel realidad es que tenemos medios tercermundistas con respecto a países a los que ellos miran por encima del hombro, como Portugal. Fue triste y doloroso: lo más granado de la cultura del espectáculo de La Primera, salvo honrosas excepciones, nos dio todo lo que tenían: su arte. ¡Gracias a todos ellos por hacerlo! Pero hay que tener cuidado con las trampas, y lo de esa noche lo fue. Una trampa sibilina. ¡Menos mal que no se hizo en el teatro de siempre, con la señora de siempre, sentada en el palco de siempre, esperando el saludo de los lameculos, y que en fechas como éstas era el bálsamo de las conciencias mediocres de la época!

Pero se hizo con el poderío camuflado por la sencillez de quien sabe que la "televisión de todos" llega a todos los rincones y que el pueblo está deseoso de ayudar, como lo hicieron esos miles de jóvenes a quienes se les critica diariamente por temas como el botellón, y que no esperaron a tener soluciones, como el Gobierno, para desplazarse hasta Galicia y dar todo lo que tenían. Galicia no es un jovencito que quiere triunfar. Galicia es un pueblo que no olvida, y que espero no perdone, el comportamiento de quienes en vez de desplazarse para verle la cara manchada y el alma dolorida, sólo dejaron de tomar unas copas y unos canapés en el Día de la Constitución en el Congreso de los Diputados.

¡Gracias de corazón a todos los que han colaborado! Y sé que el dinero hará falta. Pero creo que un Gobierno debe tener previstos tales desastres y no utilizar la televisión estatal para tapar su incompetencia ante los ojos de la ciudadanía. Espero y creo que el pueblo al que orgullosamente pertenezco, el gallego, no se deje embaucar por las artimañas de quienes no tienen el coraje de reconocer sus errores y que exijan a los responsables que caiga sobre ellos el peso de la ley y de las urnas. Le recuerdo al presentador que el idioma gallego no se aprende en un día. Desde aquí, ¡gracias a quienes hayan colaborado sin saber adónde iban! Pero reconocerán conmigo que Galicia es algo más que el motivo de un programa de televisión para contentar conciencias dolidas. Ruego al cielo que otras cadenas no hagan lo que vi la noche del 10 de diciembre. La caridad mal entendida se transforma en insulto.

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