La reñida carrera con EE UU por el mercado de lanzadores
Un accidente en el difícil y azaroso sector espacial es siempre grave, un contratiempo costoso que destruye fuertes inversiones en tecnología y pulveriza los esfuerzos de miles de expertos. Pero este fallo de Ariane 5 se produce en un momento especialmente delicado del sector, cuando Europa y EE UU pugnan por el mercado mundial de lanzamiento de satélites con la nueva generación de cohetes superpotentes. "Es un golpe muy duro" para la industria espacial europea, advirtió ayer la ministra francesa de Industria, Nicole Fontain, informa France Presse.
El primer Atlas 5, de la empresa estadounidense Lockheed Martin, despegó el pasado mes de agosto; el Delta 4, de Boeing, lo hizo el 20 de noviembre. Ambos son inferiores al Ariane 5 10 toneladas en cuanto a potencia, pero presionan muy fuerte en el sector. El Atlas 5 pone 8.670 kilos en órbita geoestacionaria -a 36.000 kilómetros de altura-, y el Delta 4, 6.565 kilos, aunque se planea una versión pesada de 13 toneladas. El supercohete europeo está diseñado para diez toneladas, con la perspectiva de alcanzar 12 toneladas en el futuro. La especialidad de este Ariane 5 deben ser los lanzamientos dobles para lograr un abaratamiento de costes al colocar en órbita dos satélites a la vez.
Otro competidor en este segmento de lanzadores de gran capacidad es el Protón ruso, pero también sufrió un grave revés hace poco al fallar el pasado 26 de noviembre la puesta en órbita del satélite Astra 1K, que acabó perdido en el océano Pacífico.
Aunque nadie en el ámbito espacial ignora el alto riesgo intrínseco de esta actividad, la creciente competitividad entre las ofertas de cohetes y el momento poco boyante del sector en todo el mundo agravan la situación para el consorcio europeo Arianespace, que comercializa los lanzadores Ariane. Estos cohetes, sobre todo con su muy experimentado y fiable modelo Ariane 4, se han hecho con aproximadamente la mitad del mercado comercial abierto del transporte espacial internacional.
Arianespace tuvo el año pasado 193 millones de euros de pérdidas y esperaba salir del bache a finales de 2003. Pero la crisis que se abre con la catástrofe del nuevo Ariane 5 no atañe sólo a este consorcio de empresas europeas, en el que las españolas participan con un 4%, aproximadamente.
No hay que olvidar, señalaron los expertos ayer, que el satélite Stentor perdido en el accidente era un equipo experimental, un escaparate tecnológico de la industria francesa. Algunos han criticado la decisión de poner el Stentor en un cohete de prueba, con el consiguiente riesgo.
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