De récord
Un país avanzado no está a salvo de sufrir accidentes o catástrofes naturales. Lo que lo diferencia de uno subdesarrollado es la capacidad para responder y sobreponerse a esos problemas. La forma de responder al desastre del Prestige, por ejemplo, pone en cuestión que España lo sea. Pero sin salir de casa, de este País Vasco que nuestros líderes presentan en la cabeza de todos los estándares de calidad de la UE, tenemos abundantes ejemplos de respuestas chapuceras a problemas. El último, el corte de la A-8 en dirección a San Sebastián durante diez horas, ocurrido esta misma semana, por el simple hecho de que un camión volcara en la calzada su carga de troncos de madera.
Las explicaciones dadas por los responsables de Interior -que no encontraban una grúa pulpo maderera para retirar los troncos- hacen todavía más preocupante lo sucedido: diez horas, se dice pronto, con dos carriles cortados. Pone los pelos de punta pensar qué sucedería si, en vez de una carga de madera, lo que se vierte a la calzada es el contenido de los camiones cisterna con mercancías peligrosas que circulan por la A-8.
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