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OFENSIVA TERRORISTA

Somalia, un viejo objetivo en la lucha antiterrorista

Guillermo Altares

Varios meses antes de los atentados de Kenia, EE UU había empezado a plantearse la amenaza que representa Somalia, un país sumido en el caos, el hambre y la guerra de clanes desde hace 10 años, un lugar que representa un vivero perfecto para Al Qaeda.

Detrás del ataque del jueves, tras el que han sido detenidos cuatro somalíes, los servicios secretos de EE UU ven la sombra de Al Itihad Al Islamiya (Unidad del Islam), una organización fundamentalista somalí relacionada con Al Qaeda. Con siete millones de habitantes (el 99% de ellos musulmanes) y una esperanza de vida de 50 años, Somalia tiene un Gobierno Nacional de Transición desde 2000, pero esta autoridad sólo controla la capital, Mogadiscio, y con dificultades. Además de a los señores de la guerra, el Gobierno se enfrenta a dos Estados secesionistas: Somaliland, en el noroeste, y Puntland, en el noreste.

Con este panorama, y con el precedente de los atentados de 1998 en Kenia y Tanzania, no es extraño que el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, encargase en septiembre un estudio sobre nuevos escenarios de la guerra contra el terrorismo en el que Somalia ocupaba un lugar preferente. Pero no va a ser un escenario fácil.

La película y el libro Black Hawk derribado han recordado recientemente que allí las tropas de EE UU sufrieron una humillante derrota el 3 y 4 de octubre de 1993, cuando murieron 19 soldados y miles de somalíes al intentar capturar a dos lugartenientes del señor de la guerra Mohamed Fará Aidid. Ya entonces se dijo que Bin Laden había financiado el entrenamiento de los guerrilleros que se enfrentaron a los rangers y los Delta Force.

Sin embargo, el hecho de que el Gobierno somalí haya realizado un llamamiento de ayuda para combatir el integrismo refleja para algunos especialistas más su impotencia que el peligro real que estas células representan. "En el panteón mundial del terrorismo, Al Itihad no representa casi nada", dijo a Reuters el especialista Ken Menkaus. El propio Mark Bowden, autor de Black Hawk derribado, señaló en una entrevista reciente que "los señores de la guerra somalíes son enemigos naturales de los integristas islámicos".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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