Senadores de EE UU exigen a Arabia Saudí que se defina

Banqueros y financieros contratados por la Embajada de Arabia Saudí en EE UU investigan cómo unas cantidades de dinero donadas por la esposa del embajador a una mujer de California acabaron en los bolsillos de dos de los secuestradores del 11-S. El Gobierno de Arabia Saudí defendió ayer las donaciones realizadas por la esposa de su embajador en Washington, a pesar de que parte del dinero acabó en manos de dos de los terroristas del 11-S.

Según el ministro de Interior, príncipe Nayef, hacer donaciones de caridad "no es un delito"; la esposa del embajador enviaba los cheques mensuales a una mujer de California para ayudar a pagar las supuestas facturas médicas de su marido, pero parte del dinero financiaba la estancia en de los dos terroristas. Según la explicación saudí, pensar que las donaciones se hacían con el objetivo de hacer llegar el dinero a los terroristas "es una locura".

El senador demócrata Joseph Biden, a punto de dejar su responsabilidad en el comité de Relaciones Exteriores, dice que "la situación forma parte de una saga continuada: Arabia Saudí no sabe, no ha comprobado y no es consciente de si las organizaciones a las que envía dinero son organizaciones de caridad o si son una puerta trasera para terroristas". Senadores republicanos y demócratas de peso como John McCain o Joe Lieberman han pedido a Arabia Saudí que "decida de qué lado está".

La información, adelantada por Newsweek, es embarazosa para George W. Bush porque el embajador y su esposa son amigos personales del clan presidencial, con quienes han compartido también negocios en el sector del petróleo. Bush ensalzó ayer al Gobierno saudí como "un gran aliado en la lucha contra el terrorismo".

La prensa saudí afín a su Gobierno cree que detrás de la filtración está la mano de los halcones de la Administración estadounidense, que, a su juicio, utilizan esas informaciones para involucrar a Riad en la posible guerra contra Irak.