Álvaro Siza define la arquitectura como un deseo colectivo de belleza
El portugués recibe la Medalla Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid
Se habla de la naturaleza frágil e inocente de su arquitectura, de su defensa de la escala humana. El portugués Álvaro Siza (Matosinhos, 1933) recibió ayer la Medalla Internacional de las Artes de Madrid. Siza, que lidera el equipo que transformará el eje paseo de Recoletos-Prado-Atocha, asegura que apenas se reconocerá su mano en este ambicioso proyecto urbanístico, que cambiará radicalmente el centro de la capital. "La arquitectura", dijo ayer Siza, "es un ejercicio de invención y de memoria, es la construcción de un deseo colectivo de belleza".
El arquitecto Juan Miguel Hernández de León, que trabaja con Siza en el proyecto del paseo del Prado, definió ayer al arquitecto portugués como un hombre cuya mirada "penetra en la esencia de las cosas". "Para Siza, los caminos nunca son claros", continuó Hernández de León, que leyó una definición de Siza escrita hace años por el propio Siza: "Algunos amigos me dicen que no tengo teorías ni métodos. Que no tengo respuestas sobre la dirección que se debe seguir. Se quejan de que no soy pedagógico. Soy un barco a merced de las corrientes que, inexplicablemente, nunca se hunde. Estudio las corrientes y miro al cielo antes de tomar riesgos. Camino solo por la cubierta. Toda la tripulación me escucha, el capitán es un fantasma. No sé señalar horizontes precisos. Los caminos nunca son nítidos".
Siza, que reconstruyó el Chiado de Lisboa tras el incendio de 1988, que creó en los años sesenta las piscinas de de Leça da Palmeira, que en los setenta construyó las viviendas públicas de Bouça, que en 1992 recibió el premio Pritzker de Arquitectura y que en la última bienal de Venecia ganó el León de Oro al mejor proyecto por un edifico en la ciudad de Portoalegre (Brasil), definió la arquitectura como un arte dependiente. "La arquitectura es un arte universal. Es un encuentro inagotable de culturas, comparte los modos de expresión de la naturaleza humana: la música, las artes plásticas, la fotografía, el teatro, el cine, la ópera, la danza, la poesía. Pero la arquitectura nunca será, como creen algunos, la madre de todas las artes. No, en todo caso es una hija o una hermana".
Siza defiende una arquitectura en la que el orden del hombre prevalece, en la que construir de forma racional y práctica acaba ganando la partida. Para ello, dice, "debemos redescubrir la magia de lo extraño, la singularidad de las cosas obvias".
Ayer, en el acto celebrado en Madrid (al que asistieron, entre otros, el cineasta Luis García Berlanga; la ex presidenta del Senado, Esperanza Aguirre; el diputado socialista Joaquín Leguina; la consejera de las Artes, Alicia Moreno; los arquitectos portugueses Fernando Távora y Rogerio Cavaca, y los españoles Ricardo Aroca, José Ignacio Ábalos, Luis Moreno G. Mansilla y Emilio Tuñón), Siza dijo que recibía la Medalla con orgullo y humildad. "Ambos sentimientos complejos", explicó, "pero no opuestos, más bien complementarios".
Alberto Ruiz-Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, destacó la capacidad de Siza para "escuchar". "Siza respeta al lugar donde construye. Él es la respuesta al problema de cómo ser moderno sin ser agresivo. Su arquitectura no olvida a las personas, ya se trate de un pabellón para una exposición universal, de un barrio rehabilitado, de un complejo de piscinas públicas, de un área de viviendas sociales, de un edificio universitario, un museo o un jardín de infancia. Busca el compromiso con la sociedad y con el hombre de su tiempo".
Gallardón aludió -en referencia a la obra de Frank Gehry- a "las tormentas de titanio" que despiertan otro tipo de arquitecturas frente al sigilo con el que pasa Siza. Al preguntarle, más tarde, al arquitecto si compartía con el presidente madrileño esta opinión sobre la obra de Gehry, afirmó: "Mi temperamento y la formación que tuve en mi juventud me hacen próximo a Gehry y a la escuela californiana, de la que hemos aprendido mucho los dos. Luego cada uno se ha adaptado a su medio, a su contexto. Pero sí, si me gusta Ghery".
"Dejaremos la vida y quitaremos el castigo"
Álvaro Siza defiende las ciudades modernas como lugares fragmentados. "El problema esencial", asegura Siza, "es siempre el mismo: encontrar el equilibrio". El arquitecto portugués viaja desde hace años a Madrid. Ahora su figura pequeña estará ligada a lo que será el nuevo paseo del Prado. Una obra de gran envergadura cuyo concurso ganó bajo el lema Trajineros. Según explicó ayer, el primer borrador del proyecto (que incluye nuevo mobiliario urbano) verá la luz a principios del próximo año. De momento, dice, se dedica a percibir la ciudad, a estudiar nuevos trazados para las calles, a estudiar también viejos documentos para conocer lo que fue aquel eje madrileño. "Nuestra intención es que sea un zona de paseo, de encuentro, dejaremos la vida y quitaremos el castigo", afirma el arquitecto, que señala el tráfico como el principal obstáculo del proyecto. "Madrid es una ciudad compleja", continúa. "Desde que la conocí hace años me pareció una ciudad difícil pero fascinante. Es lo contrario a Barcelona, cuyo encanto es muy evidente. Conocí a gente que vivía aquí y empecé a pasear, empecé a adentrarme en la ciudad. Madrid no se revela súbitamente, lo hace lentamente, su complejidad crece según se conoce, la descubres cada día, tiene muchas caras. Lo cierto es que cuando se penetra en ella se adora, es tan diferente, y su vitalidad, que no es algo circunstancial, es tan grande que es difícil no quedar tocado por ella".
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