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El cuentista mexicano Guillermo Samperio publica 22 historias de mujeres

Es un cuentista muy curtido, y en América Latina ha sido elogiado como un escritor muy riguroso (Rulfo) y como un experto en desvelar la sandez humana (Mutis). Aquí apenas sabíamos de él, pero ahora Guillermo Samperio (México DF, 1948) acaba de publicar en España 22 de sus mejores cuentos, los incluidos en la antología La mujer de la gabardina roja y otras mujeres (Páginas de Espuma). Él ha venido con ellos, pero en segundo plano: 'He tardado mucho, sí, pero es que siempre he querido que los textos se abrieran paso por sí mismos. No me gustó nunca participar en grupos, ni en mafias, ni en ese tipo de soldadescas. Y la independencia tiene su precio'.

Samperio ha escrito ya más de diez libros de cuentos y dos novelas. Tan despacio, que se dice que es un escritor de laboratorio. 'Si eso significa que no publico un texto sin tener el control de todos los sonidos del texto, lo soy. Creo mucho en el adjetivo preciso de Borges, y eso lleva tiempo. Una novela, diez años. Monterroso siempre me daba un consejo: 'Para qué publicar si hay tantos libros'.

Sus cuentos están poblados por perdedores natos, gente engañada, perdida, ingenua, y por sus espejos: aprovechados, pícaros, burócratas sin alma. Todo bajo la sombra de un humor muy duro, muy serio. 'Empecé a escribir en una época de grandes protagonistas y personajes novelescos. Así que busqué antihéroes. ¿Y qué mejor que tomar de México esa gran variedad de personajes que viven de la estupidez humana, que reflejan los problemas no sólo sociales, sino también del espíritu? Me gusta retratar la soberbia, el narcisismo, esas enfermedades. Y trato de ser satírico, de utilizar toda la gama de sentido del humor, hasta llegar al negro y al fágico'.

Samperio cuenta que pasó 25 años trabajando para el Estado en distintos puestos burocráticos y que ahora imparte talleres de escritura por libre. Enseña a sus preferidos: 'Cortázar, Arreola, Papini, Revueltas'. Sus cuentos son breves, a veces disparatados, otras inquietantemente verosímiles, o líricos. Pero siempre recuerdan a la estirpe exigente, variada y experimental del género. 'El secreto es no repetirse, concisión y mucho trabajo vertical para viajar hacia la revelación'.

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